La prima de riesgo española sigue bastante relajada.
Por las declaraciones y noticias que han venido apareciendo en las últimas semanas, parece que el gobierno no solicitará el rescate a Europa mientras la prima de riesgo siga a estos niveles. En las últimas subastas se ha logrado colocar toda la deuda pública necesaria a unos tipos aceptables, por lo que no tiene demasiado sentido solicitar el rescate mientras siga así, renunciando a la soberanía económica del país a cambio de un préstamo que no tendría tipos mucho más bajos que los que se están obteniendo ahora en el mercado.
Parece que los bancos extranjeros han reducido sus ventas de bonos españoles, que llevaban siendo abundantes desde mediados del año pasado.
Imagino que, en las últimas semanas, se habrán negociado en secreto las condiciones del previsible rescate y, si la prima de riesgo aumenta de nuevo, el anuncio podría ser inmediato. Eso hace que la situación en los mercados sea de calma tensa. Por una parte, la situación de las cuentas públicas hace que la mayoría de los analistas piensen que vendrán momentos muy duros para nuestro país (contracción económica, incumplimiento de objetivo de déficit, anuncios de nuevos recortes de gasto público, subidas de impuestos…) Pero, por otra parte, los grandes inversores no se atreven a apostar por una nueva subida de la prima de riesgo española porque, si sube, y el gobierno español pide el rescate, la intervención del MEDE y del BCE, comprando deuda española, podría hacer bajar la prima de riesgo en cuestión de horas, provocando rápidas e importantes pérdidas a los que hubieran apostado por su subida. En medio de esa situación, el gobierno español está aprovechando para colocar en el mercado los 27.000 millones que debía emitir este mes. Y, si logra terminar las subastas de octubre con éxito, es posible que aguante hasta febrero sin rescate, porque en diciembre y enero no hay vencimientos de deuda excesivos.
Esta situación se produce en medio de un anuncio bastante curioso del FMI, que ha reconocido que sus economistas subestimaron el efecto de los recortes de gasto público en la contracción económica. Ellos habían estimado que, por cada euro en que se redujera el gasto público, la economía se contraería en 0,50€ y la realidad está demostrando que la contracción es mucho mayor, de entre 0,90€ y 1,70€, según el país.
Este anuncio tiene mayor relevancia de la que puede parecer a primera vista. Como el FMI está reconociendo que sus proyecciones sobre los países rescatados estaban equivocadas, ahora recomienda conceder más tiempo a los países con problemas para que saneen sus cuentas públicas.
Cuando Grecia tuvo que ser rescatada por primera vez, se pensaba que la UE era muy blanda en las negociaciones, y por eso se insistió en que participara el FMI en los rescates, mucho más duro e implacable a la hora de imponer condiciones. Pero, si ahora ese “poli malo“ relaja sus criterios, incluso recomienda tolerar que los países mantengan déficits elevados durante más años, la contracción económica será menos brusca y, lo que parecía que iba a ser una recesión brutal, de consecuencias imprevisibles para muchos países, probablemente será una recesión más leve, aunque más duradera. De momento, han concedido a Grecia dos años más para reducir su déficit, y a Portugal un año más, por lo que es muy posible que no se impongan condiciones demasiado duras a España si solicita el rescate.
A largo plazo, este relajamiento implicará mayor aumento en los niveles de deuda pública de los países con déficit pero, a cambio, disminuye la incertidumbre actual sobre el posible hundimiento catastrófico de la economía de varios países de la zona euro.
Si la incertidumbre disminuye, las bolsas podrían dejar de moverse al son de las decisiones políticas y volver a regirse por los datos económicos. Es posible que esto deje de ser una crisis para pasar a ser una nueva “situación normal”, con gobiernos que año tras año deben pensar en como recortar el gasto público sin cabrear mucho al ciudadano y que, además, tienen las manos completamente atadas para llevar a cabo cualquier idea que implique generar un nuevo gasto. ¿Provocará eso un aumento de la imaginación creativa de los políticos del sur de Europa? Ojalá.