No sé si alguna vez habéis tenido la oportunidad de disfrutar la experiencia de intentar atornillar algo con un destornillador de esos de "Todo a Cien".
Yo sí. Mi madre tiene la curiosa creencia de que puede conseguir buenas herramientas con cuatro cuartos. De ahí que si alguna vez me pide que le arregle tal o cual cosa siempre acuda yo provisto de mi caja de herramientas. Me dobla el espinazo pero, al menos, consigo dos cosas: no torturar mis manos con las rebabas del plástico de los mangos y no perder la paciencia al ver que el noble acero asiático se dobla antes de que el tornillo inicie su viaje hacia el interior de la madera.
Puestos a comparar, en este negocio de los seguros, uno se da cuenta de que con frecuencia se tira de herramientas cutres. También por confundir el objetivo. Estas líneas intentarán explicar lo que comento.
Hace unos días, concretamente el lunes ocho de febrero, recibí una curiosa noticia (al menos para mí resultaba asombrosa):
AIPS critica duramente el nuevo tratamiento legal de los auxiliares |
AIPScree que la pretensión de la DGSFP de crear un registro y de ampliar la formación exigida a los auxiliares es `una intromisión sin precedentesen los derechos de los mediadores´. A la asociación le parece `un nuevo exceso de la Administración en un colectivo que está sobreregulado y lleno de requisitos administrativos y burocráticos con sus correspondientes costes en tiempo y dinero que hacen inviable trabajar en temas productivos´. AIPS ya presentó un Recurso Contencioso-Administrativo contra la Resolución de Formación, aun sin resolver, por el tema de la formación de auxiliares, entre otras cosas, por entender que `si la Ley de Mediación vigente en su art. 8 descarta a los auxiliares de la mediación, no tiene ninguna potestad para exigir formación ni inicial, ni continua´. Además, AIPS se pregunta qué tienen que ver los auxiliares con la Ley de Economía Sostenible. Consideran que es `aprovechar la circunstancia para volver a fastidiar con más requisitos, con más parches´ y que si siguen así `nos veremos obligados a intervenir de nuevo en el trámite parlamentario´. |
He de indicar a quienes no conozcan el patio asegurador y menos aún el mediador de seguros que la actual Ley 26/2006 de mediación obliga a que todo auxiliar (colaborador comercial no empleado) de un agente o corredor cuente con una formación previa al desarrollo de su actividad (80 horas) así como un programa de formación contínua (30 horas en 3 años). Aparte las funciones del auxiliar se pueden comparar con las de un perro perdiguero: no puede intervenir en el asesoramiento al cliente, ni tampoco en la gestión de cotizaciones, emisión y especialmente en siniestros.
Dicho esto la primera pregunta es ¿cómo se las arreglan las famosas franquícias del seguro (Clubs de Automóvil, incluidos) para cumplir con ese mandato legal desde los despachos de sus franquiciados donde se opera con autonomía como verdaderas sucursales? Para mí es un enigma que ni San Agustín consigue aclarar.
La segunda es ¿por qué los auxiliares externos no pueden asesorar? Indefectiblemente la respuesta es simple: los intereses del asegurado y su protección ante los riesgos que genera una inadecuada comercialización de un producto asegurador destinado a proteger su patrimonio ante riesgos graves así lo justifica.
La tercera es aclarar si el auxiliar cuenta con la misma formación que el Director Técnico de la correduría o agencia ¿Qué pasa? Nuestra Ley no contempla que un auxiliar tenga una capacitación de calidad. Al no ser sensible a esta realidad del mercado simplemente la niega y por este extraño silogismo una persona capacitada que podría prestar un gran servicio no solo al negocio de mediación sino también al cliente acaba siendo relegado al cargo de pointer.
La cuarta, muy jugosa, consiste en ver cómo en la misma tacada en que se pone a agentes y corredores una bola de hierro en cada pierna para que sus negocios no pisen el acelerador (a no ser que se hagan mal las cosas) se abren las puertas de par en par a un nuevo actor que, por lo visto, andaba falto de ayuda para hacer pasta: la banca. Es una auténtica pasada observar con detenimiento cómo se ha montado la fiesta a su entera satisfacción y cómo con unos cuantos "cursos internos" toda una red de miles de oficinas ha pasado a vender seguros sin más... Vemos los resultados en los ránking de primas gestionadas por canal pero no en el servicio de reclamaciones de la DGS: la bancaseguros no sale en la foto puesto que sus reclamaciones se las comen las aseguradoras para las que trabajan. Una obra maestra.
La quinta, tiene que ver con la noticia que comentaba más arriba. Lejos de pretender la profesionalización de la mediación que pasa forzosamente por una formación de calidad extrema, externa y objetiva así como por una reducción drástica de los "puntos de venta" de nula capacitación, hay quien aún se empeña en ofenderse ante cada intento de la Administración por regular esta leonera y lo hace defendiendo el modelo más cutre y probadamente dañino para el consumidor. Desde luego, un "registro de auxiliares" pondría ante los corredores la obligación de registrar a sus colaboradores o auxiliares que son agentes de seguros EXCLUSIVOS (por tanto incompatibles), sus cónyuges o empleados y aflorarían domicilios y NIF que si en un Ministerio de Hacienda se cruzan con los datos del Punto Único de Información de la DGSyFP haría petar más de un despacho de mediación. Ampliar la "formación exigida" supondría un freno para la entrada de caspa nueva en el negocio y eso va contra la cuenta de resultados.
Lo que me preocupa de AIPS es que viene alegando que para ser mediador de seguros se debe implantar (imponer) una carrera universitaria en seguros (que, por cierto, tampoco tienen sus miembros si no recuerdo mal ciertos currículos) así que no comprendo como vienen ahora a decir que el comercializador directo de la póliza (léase auxiliar) tiene que poder contar con escasa formación y no hay que identificarlo en parte ninguna porque eso conlleva ... "costes en tiempo y dinero que hacen inviable trabajar en temas productivos". ¿Qué costes tiene un registro de auxiliares que impida la productividad? ¿Es más importante la producción que la seguridad de los asegurados?
Deberíamos preguntarnos si nos pondríamos en manos de un dentista que tiene herramientas de todo a cien y valorar si lo que está utilizando una aseguradora, un banco o un mediador para prestarnos servicio, para proteger nuestra calidad de vida o nuestra empresa, difiere o no de ese terrorífico escenario.
A debate.