Es muy fan de Tesla.
Y en esa empresa se juntan dos cosas: por una parte, se vende como tecnológica cuando es una empresa de coches y mala (poca variedad y renovación, ingeniería chapucera, malos acabados) y que depende de las subvenciones públicas para crecer fuera del segmento de los pijoecoguais, donde se encuentra con la competencia de los fabricantes europeos y chinos; y dos, que la dirige ese patético villano de película fascistoide (pero en el sentido original del término, con el recurso a la violencia como herramienta para imponer su criterio) que es Elon Musk. Este Sanchezstein lleva prometiendo conducción autónoma para el mes que viene desde el 2016, pero no miente, solo cambia de criterio y sus fans aplaudiendo, ¡Elon, Elon, Elon!, como marisúes (como Cathie Wood) en vez de mirar las cuentas y el posicionamiento de márquetin estratégico. Al final una empresa de coches ya demodés.
Un gestor que ha apostado como lo ha llegado a hacer este por Tesla, no es un gestor para mí. No digo que no sea bueno, que ahí no entro, digo que yo no estaría cómodo.