La economía mundial vive pendiente de la evolución del conflicto comercial surgido entre China y U.S. En principio, el conflicto tiene su origen en lo que la administración Trump atribuye a una situación de competencia desleal, por la exigencia de que la entrada de las empresas extranjeras en el mercado chino se produzca de la mano de empresas locales que se benefician de la transferencia de tecnología de sus socios mejorando su competitividad, asociado a la débil protección de la propiedad intelectual y a un elevado déficit comercial resultado del subsidio de las exportaciones chinas.
De hecho, U.S. ha presentado en 2017 un amplio déficit comercial de bienes de 811.212 mill de $, de los que el 46% (375.227 mill), correspondían a China (figura siguiente).
Figura.- Here is what you need to know about the US China trade dispute
Parece bastante obvio que dados los volúmenes de exportaciones e importaciones entre ambos países, en una disputa comercial China saldría perdiendo, ya que sus exportaciones de bienes a U.S. suponen un 4,25% de su PIB mientras que las exportaciones de U.S. a China suponen un 0,65% del PIB estadounidense.
En lo que se refiere a la imposición de aranceles a la importación en U.S., el país ha anunciado progresivamente aranceles a distinto tipo de productos desde inicio de año , siendo los productos objeto de los mismos muy variados, como acero, aluminio, paneles solares, lavadoras, maquinaria, tuberías. Siendo de destacar que, a pesar de la publicidad dada a los aranceles sobre el acero y aluminio, China no es uno de los principales proveedores estadounidenses.
Mientras que por el lado chino, las represalias se han centrado sobre productos agrícolas, automóviles y aeronaves, productos que suponen las mayores exportaciones estadounidenses a China (figura siguiente).
Figura.- Here is what you need to know about the US China trade dispute
Recientemente, también se ha especulado con la imposición de aranceles en China a las exportaciones energéticas estadounidenses, que se han incrementado considerablemente en el año 2017 (figura anterior). Sin embargo, estos probablemente tendrían poca repercusión debido al arbitraje, ya que las menores exportaciones de petróleo estadounidense reducirían el precio doméstico al incrementar la oferta, ampliándose el diferencial con otros índices de petróleo internacionales, lo que impulsaría las exportaciones hacia otros mercados. Al mismo tiempo que China importaría el petróleo que no importase de U.S. de terceros países.
Entre las sanciones chinas cabe destacar la efectuada sobre productos agrícolas, principalmente soja. La producción de soja estadounidense se ha incrementado de forma importante los últimos años, dando lugar simultánemanete a un incremento de las importciones chinas, que han llegado a suponer el 60% de las exportaciones totales estadounidenses .
Otros sectores estadounidenses afectados por los aranceles chinos incluirían la venta minorista, automóviles y agrícola. En el caso de la venta minorista, la preocupación radica en que los aranceles provocarían un incremento de precio que reduciría las ventas de bienes básicos como ropa y electrónica. Mientras que en los casos de los sectores de la electrónica y el automóvil, el daño podría producirse no tanto por las importaciones, dado que las empresas han desplazado parte de la producción a China, sino más bien por la presión interna a la que pueden estar sometidas estas empresas en el país.
El otro lado de la balanza en esta guerra comercial vendría dada por los aranceles estadounidenses, que como ya he comentado al principio, perjudicarían en mayor medida a China. Sin embargo, dada la interconexión global de las cadenas de producción, Trump se enfrenta a los daños colaterales sobre otros socios comerciales que exportan a China. De hecho se considera que 1/3 de las exportaciones chinas se corresponden con valor añadido generado en otros países (figura siguiente).
Figura.- Procedencia del valor añadido de las exportaciones chinas. Get Ready for the Unintended Consequences of Trumps Trade War
Sin embargo, una guerra comercial no tiene porqué limitarse a la imposición bidireccional de aranceles. De hecho, se han propuesto distintas medidas mediante las cuales China podría responder a la imposición de aranceles por U.S. Entre ellos la devaluación del yuan, la venta de deuda u otro tipo de activos estadounidenses, o compensar a los exportadores chinos con subsidios que equilibren los aranceles estadounidenses. Sin embargo, estas medidas podrían dañar las ambiciones chinas de convertirse en la principal potencia financiera mundial y de impulsar el yuan como divisa de reserva.
La posibilidad de devaluar el yuan para contrarestar el efecto de los aranceles estadounidenses y evitar su efecto sobre las exportaciones probablemente sería una medida equivocada, ya que experiencias relativamente recientes han mostrado como la inestabilidad cambiaria afecta a los mercados, como la relativamente reciente inestabilidad provocada en los mercados como resultado de la devaluación del 2% del yuan en agosto de 2015. Inestabilidad que han tratado de evitar las autoridades chinas los últimos años. Cuando además, este hecho apoyaría las tesis de Trump acusando a China de manipulador de su divisa, al mismo tiempo que incrementaría la carga financiera de las empresas endeudadas en el exterior y minaría los esfuerzos de China de apoyar la internacionalización de su divisa al provocar desconfianza sobre posibles intervenciones futuras en el mercado.
Del mismo modo, las represalias chinas a través de ventas en los mercados bursátiles podrían extenderse, dada la correlación existente entre mercados, y perjudicar también a China y a otros países emergentes con los que China quiere tener buenas relaciones con el objeto de ampliar el poder geopolítico global del país. Y en el caso del mercado de deuda, si China redujese sus reservas en dólares, podría dar lugar al incremento de tipos de interés de forma global, efecto no deseado por China ni por otros países emergentes. Al mismo tiempo que la venta de deuda norteamericana y la posible compra de otras divisas como el euro o el yen devaluaría las divisas emergentes frente a estas otras divisas; siendo el resultado final de la elevación de tipos y devaluación del dólar incierto.
Y en cuanto a la posible compensación a los exportadores chinos por los aranceles estadounidenses, provocaría que las tensiones comerciales derivasen en un tema fiscal, pudiendo U.S. llevar a cabo el mismo tipo de medidas. De tal forma que el impacto sobre el comercio bilateral se reduciría, con menores efectos sobre los mercados financieros.
RESUMEN Y CONCLUSIONES
Es bastante evidente que las guerras comerciales son nocivas económicamente y que la espital de represalias, si se materializan, reducirán el comercio mundial y afectarán al empleo, innovación y crecimiento económico, siendo el ejemplo más claro, evidente y recordado el ocurrido en la década de 1930, en que el comercio se redujo a la mitad y provocó desempleo en masa y pobreza. El presidente Xi Jinping es consciente de ello, y en su comparencencia en el fórum Boao ha prometido avanzar en muchos de los aspectos requeridos por la administración Trump, como la apertura de los sectores financiero y del automóvil, incrementar las importaciones y reforzar los derechos de propiedad intelectual. Medidas que en principio parecen diseñadas para reducir la presión comercial de Trump, pero que en realidad forman parte de las reformas estructurales y estratégicas del país.
China teóricamente defiende el libre comercio, pero su retórica no se ve acompañada de hechos, siendo frecuentes las medidas proteccionistas. En cualquier caso, y si las medidas anunciadas se convierten en realidad y se detiene una guerra comercial, es poco probable que los problemas que enfrentan a las dos grandes potencias, se solucionen rápidamente.
Además, el país se enfrenta a la carencia de credibilidad después de años de promesas sobre liberalización comercial incumplidas, asociadas a un control más centralizado de la economía, existencia de barreras de mercado y ayudas a las empresas públicas. Motivo por el que la administración Trump está esperando hechos más que palabras, siendo estos hechos difíciles de materializarse en el corto plazo, por lo que se puede generar incertidumbre y un periodo de inestabilidad económica que repercuta en los mercados.
En cualquier caso, y a nivel comercial, no debemos olvidar tampoco que China tiene una baza escondida de gran importancia, que es el cuasi monopolio que tiene sobre el mercado de cobalto , esencial para la fabricación de baterías; y el control de una parte importante del mercado de tierras raras .
Sin despreciar tampoco el hecho de que los intentos estadounidenses por frenar el desarrollo chino solo incidirán en un mayor interés del gobierno chino en alcanzar la independencia tecnológica y dominar la industria de alta tecnología, que incluye la inteligencia artificial y tecnologías de la información.
Siendo este hecho importante porque estas serán las industrias clave del futuro, permeabilizando su desarrollo al conjunto de sectores de la economía, lo que condicionará la competitividad del país y el crecimiento económico, lo que, según Stiglitz, si debería constituir una preocupación para las economías occidentales .