Hoy en día, el término globalización lleva implícito una mayor libertad de movimientos de bienes, capital, personas e información, caracterizándose el proceso por un impulso al crecimiento económico y una reducción de la desigualdad entre países acompañado de un incremento de la desigualdad dentro de los países. Entorno que ha fomentado cierta inquietud social que se ha visto plasmada en algunos países en inestabilidad política a través del surgimiento de partidos populistas que pretenden conducir el descontento social.
Esta situación era predecible, ya que en principio, la globalización produce crecimiento económico a partir de la transmisión del conocimiento, la innovación y la competencia. Sin embargo, el proceso no está exento de potenciales efectos negativos. Estos se derivan del incremento de la desigualdad y su solución requiere una respuesta política que garantice el estado de bienestar, incluyendo sanidad y educación, y facilite la reinserción de los trabajadores desplazados a través de políticas activas de empleo efectivas.
El incremento de la desigualdad es un hecho constatable en las economías occidentales a través de distintos indicadores, siendo el más común el índice de Gini. La justificación habitual al incremento de la desigualdad se busca en la evolución salarial, siendo esta atribuida a la deslocalización empresarial o las importaciones procedentes de países en vías de desarrollo con costes laborales inferiores. Sin excluir estas causas, parece ser que el hecho descansa en mayor medida en los avances tecnológicos y la automatización de la economía, que desplaza el factor trabajo por el capital explicando el hecho de que las rentas reduzcan su contribución al PIB en favor del capital.
A la evolución salarial han contribuido también los cambios en la oferta de trabajo. El número de trabajadores de la economía se incrementó de forma significativa en las últimas décadas como consecuencia de dos hechos: la incorporación de un volumen importante de trabajadores a la economía global y la evolución demográfica.
El incremento de la oferta de trabajo fue resultado de la incorporación en 2001 de China a la Organización Mundial de Comercio (OMC) y la caída del muro de Berlín, asociado este último a la caída de los regímenes económicos de planificación central característico de los países de Europa Oriental. Lo que ha dado lugar al incremento de la oferta de trabajo global. En este sentido, se ha estimado que la población activa China y de Europa Oriental pasó de 820 millones en 1990 a 1.120 millones en 2014, mientras que la población activa de los países industrializados pasó de 685 millones en 1990 a 763 millones en 2014.
Al mismo tiempo, el incremento de la oferta de trabajo ha dado lugar simultáneamente, en los países desarrollados, a un menor poder de negociación sindical que repercutía en los salarios y en la desigualdad. Sin embargo, en este proceso, no todos los trabajadores han sido perjudicados en la misma medida, ya que los sectores más expuestos a la competencia exterior y que incorporaban menor valor añadido se han visto más afectados.
Podríamos decir por tanto, que una externalidad negativa del proceso de automatización es su efecto sobre el empleo y los salarios, lo que podría justificar una intervención política sobre la estructura impositiva, o como se ha sugerido un impuesto sobre la robotización (impuesto pigouviano) para financiar una posible renta básica universal. Propuestas todas ellas que sugieren un intenso debate entre defensores y detractores.
Pero mirando hacia atrás en la historia, podemos apreciar como los efectos sociales del desarrollo tecnológico sobre el empleo no son nuevos, ya que en la primera revolución industrial, el desplazamiento del empleo por las nuevas máquinas impulsaron movimientos sociales como la de los luditas, definidos como aquellos que se oponen al avance tecnológico. La cuestión es que el desarrollo tecnológico en épocas pasadas se vio acompañado en sus fases iniciales de destrucción de empleo, pero a largo plazo se ha creado más empleo del destruido, siendo el problema el periodo de adaptación de una situación a otra y que keynes ya definió como desempleo tecnológico. En la actualidad el dilema se encuentra en si en esta ocasión ocurrirá como en épocas anteriores.
Pero además del efecto cuantitativo sobre el empleo debido al desplazamiento provocado por la automatización, se ha observado en paralelo un cambio cualitativo que profundiza en la división salarial existente entre los trabajadores de ingresos medios y bajos y aquellos con remuneración elevada y mayor formación, constituyendo ambos cambios la denominada “polarización salarial”, que también contribuye a la desigualdad social.
La distinta remuneración salarial no es el único factor que ha contribuido al incremento de desigualdad, ya que otro elemento importante a considerar es la tasa de desempleo. En general, las economías avanzadas presentan una tasa de paro ligeramente superior a la de 2007. Sin embargo, esta media no evita que existan variaciones importantes de esta tasa entre países, observándose incrementos importantes en unos mientras que otros han alcanzado niveles de desempleo estructurales.
Hay que distinguir por tanto dos tipos de países en función de sus tasas de desempleo, aquellos con tasas de desempleo elevadas, en que el desempleo puede explicar el 50% de la evolución salarial; y los países con tasas de desempleo inferiores a las previas a la Gran Recesión, en las que el lento crecimiento de la productividad puede explicar hasta el 66% de la evolución de los salarios.
En cualquier caso, el empleo se ha visto acompañado de una reducción del número de horas trabajadas por trabajador, hecho que no es nuevo y que se viene apreciando desde antes de la Gran Recesión a medida que se incrementaba la productividad. Aunque en este momento, también es reflejo de la débil demanda de trabajo y el incremento del número de contratos a tiempo parcial, consecuencia a su vez de la débil demanda de bienes y servicios. En el empleo a tiempo parcial se distingue aquellos trabajadores que desean este tipo de jornada laboral de aquellos que desearían trabajar más horas, incluyéndose estos últimos en el término de subempleo. El trabajo a tiempo parcial involuntario se ha elevado en más del 75% de las economías desarrolladas siendo especialmente notable en determinados países del área euro cuyas tasas de desempleo se incrementaron en mayor medida, como Italia, España, Grecia, Irlanda, Francia y Portugal (figura siguiente).
Figura.- Recent wage dynamics in advanced economies : drivers and implications
Al mismo tiempo, el crecimiento de los salarios nominales en base a la remuneración por hora permanece inferior a los niveles pre-recesión, especialmente en aquellas economías en las que las tasas de desempleo se han reducido en mayor medida (figura siguiente), sugiriendo un ajuste vía salarios en mayor medida que vía empleo.
Figura.- IMF Recent wage dynamics in advanced economies : drivers and implications
Otro aspecto a considerar relacionado con la tendencia salarial es la inflación, ya que la evolución salarial es uno de los principales factores, conjuntamente con la evolución del precio de las materias primas, que condiciona su evolución. Siendo previsible por tanto que la inflación permanezca en niveles reducidos a menos que se produzca un incremento salarial mayor que el incremento de productividad de forma sostenida.
RESUMEN Y CONCLUSIONES
La globalización es un proceso que ha dado lugar a cambios significativos en la economía mundial, de crecimiento económico y comercial. Sin embargo, esta proceso no se ha encontrado exento de efectos sobre la desigualdad, reduciéndola entre países pero incrementándola dentro de ellos.
Entre las causas responsables de dicho incremento se encuentran el incremento de oferta de trabajo, la deslocalización empresarial y el desarrollo tecnológico y la automatización, que han influido sobre la cantidad y tipo de empleo ofertado y su remuneración (polarización salarial).
Este proceso se ha acompañado de la reducción del número de horas trabajadas por trabajador y del incremento del empleo a tiempo parcial, mucha parte del cual es involuntario (subempleo) pero que reduce las tasas de desempleo.
El desempleo a tiempo parcial involuntario ha presentado mayor incidencia en los países con elevadas tasas de desempleo. Al mismo tiempo que en estos países se ha atribuido el incremento de desigualdad al nivel de desempleo, mientras que en los países con reducidas tasas se ha atribuido a los reducidos incrementos de productividad.
Simultáneamente, la evolución salarial es un factor que incide sobre la inflación, de tal forma que la persistencia de las tendencias observadas hace prever que la inflación permanecerá contenida mientras no cambie el entorno laboral.
Con referencia a España, se puede apreciar como es uno de los países con mayor tasa de desempleo y mayor incremento de empleo a tiempo parcial involuntario, incidiendo ambos factores sobre la desigualdad. Por tanto, para solucionar el problema, se hace necesario un cambio de política económica que incida en una transformación hacia una economía que aporte mayor valor añadido y por tanto presente una competitividad de mayor calidad.