Existen múltiples modos de medir la productividad, siendo quizá la más frecuente recurrir al PIB per capita, lo que a su vez se extrapola a la calidad de vida. Aunque esto inadecuadamente, ya que no tiene en cuenta la distribución del PIB en la población ni la influencia de otros factores políticos y sociales en la calidad de vida.
Además, la evaluación del PIB per capita presenta ciertos inconvenientes, ya que la población total varía, pudiendo influir sobre la relación del número de trabajadores con respecto a la población total. Siendo lo realmente importante la población ocupada, que dependerá de la población en edad de trabajar, que se denomina población en edad activa (población entre 16-64 años), de la tasa de actividad (población en edad activa incorporada al mercado de trabajo), y de la población ocupada entre la población activa.
Todos estos factores afectan a la evolución del PIB per capita, motivos por los que sería más fiable la evaluación a través de la productividad laboral, que a su vez puede contemplarse como la producción por trabajador o como la producción por hora trabajada.
La productividad por trabajador viene determinada por el número de horas trabajadas, que es una medida del esfuerzo, y por la productividad por hora trabajada. Esta última captura en mayor medida los cambios de productividad resultado de los avances tecnológicos y los incrementos en la eficiencia de procesos que la productividad por trabajador. Factores que también se recogen en otro modo de medir la productividad, denominado la “Productividad Total de los Factores” (PTF), parámetro al que se le presta gran importancia a la hora de evaluar la evolución de la productividad.
La Productividad Total de los Factores (PTF) se define como la forma de valorar el crecimiento independientemente del incremento de los inputs (trabajo y capital), midiendo el grado de eficiencia con que el capital y trabajo son usados en el proceso de producción, al mismo tiempo que recoge las innovaciones, y la influencia de la calidad de las instituciones y las habilidades de la fuerza de trabajo.
La productividad es un elemento esencial en la competitividad de los países, por lo que merece la pena llevar a cabo un análisis de la evolución de la misma en España. En la figura siguiente se muestra la evolución de los incrementos de productividad en nuestro país entre 1971 y 2012.
Figura.- Evolución de la productividad en España medida como evolución del PIB per capita y evolución de los factores condicionantes de esa productividad: número de horas trabajadas y productividad por hora de trabajo. Datos de la OCDE . Datos de PIB per capita y productividad por hora de trabajo en precios constantes en dólares del año 2005 en paridad de poder adquisitivo.
La gráfica permite apreciar como entre 1975 y 1985 el incremento del PIB per capita estuvo condicionado por los incrementos de productividad por hora de trabajo mientras que el número total de horas trabajadas se hundía. A partir de ese momento, los incrementos de productividad por hora trabajada se redujeron hasta el año 2012, año en que presentó un ligero repunte, pero en cualquier caso sin llegar a los niveles previos a 1985.
Es importante apreciar en la gráfica como, a partir de 1985 y hasta 2012, los incrementos de PIB per capita se aproximan de forma significativa a los incrementos del número de horas trabajadas (coeficiente de correlación de 0,885-figura siguiente), mientras que el incremento del PIB por hora trabajada, que recoge en mayor medida la incorporación de la tecnología e innovación, sigue un curso independiente, presentando una media de incremento anual entre 1997 y 2007 del 0,43%, mientras que el número de horas trabajadas totales se incrementaba un 3,38% y el PIB per capita un 2,62%.
Figura.- Estudio de correlación entre el incremento anual del número de horas trabajadas y el incremento del PIB per capita en España entre los años 1985 y 2012. Elaboración propia a partir de datos de la OCDE
Dados estos datos, es interesante comparar la evolución de la productividad española con la alemana. Para ello, podemos partir de una gráfica semejante a la elaborada para España al inicio del post (figura siguiente).
Figura.- Evolución de la productividad en Alemania medida como evolución del PIB per capita y evolución de los factores condicionantes de esa productividad: número de horas trabajadas y productividad por hora de trabajo. Datos de la OCDE . Datos de PIB per capita y productividad por hora de trabajo en precios constantes en dólares del año 2005 en paridad de poder adquisitivo.
En la figura precedente referente a Alemania, se puede apreciar cierto paralelismo entre el incremento del PIB per capita y el PIB por hora trabajada, al contrario de lo que ocurría en España, donde este paralelismo se aprecia con el número de horas trabajadas.
A pesar de ello, en Alemania también se aprecia, de forma semejante a España, una buena correlación entre el incremento del PIB per capita y el número de horas de trabajo (0,858-figura siguiente) y con la producción por hora de trabajo (0,78), no ocurriendo esto último en España.
Siguiendo con las comparaciones, en el periodo 1997-2007, el PIB per capita alemán se incrementó menos que el español, un 1,64% en media anual, mientras que el número de horas de trabajo se reducía ligeramente (-0,06%) mientras que en España aumentaba ( 3,38%) y la productividad por hora trabajada se incrementaba un 1,75% (en España 0,43%).
Esta evolución contribuyó a que en dicho periodo de tiempo, el PIB per capita alemán en paridad de poder adquisitivo se haya incrementado un 52% mientras que el español lo hizo en un 80,57%. Pese a lo cual, en 2012, el PIB per capita alemán era todavía un 35,25% superior al español.
Figura.- Estudio de correlación entre el incremento anual del número de horas trabajadas y el incremento del PIB per capita en Alemania entre los años 1985 y 2012. Elaboración propia a partir de datos de la OCDE
La diferencia entre España y Alemania, a pesar del elevado grado de correlación entre incremento de PIB per capita y número de horas de trabajo, radica en las elasticidades. Si en Alemania un incremento del 1% del PIB requiere incrementar el número de horas de trabajo un 0,53%, en España requiere un incremento del 1,17%. De lo que se deduce que los incrementos de productividad alemanes están condicionados por los incrementos de productividad por hora de trabajo, una medida de la innovación y eficiencia, y en España, por el sudor de sus trabajadores.
Sin embargo, en España y en teoría, podríamos considerarnos satisfechos, ya que con la tasa de paro actual (18,63% en 4T 2016 ), parece que siempre podremos crecer incrementando el número de horas trabajadas,¡¡¡ todo un logro ¡¡¡¡. Aunque eso, siempre que los desempleados reúnan las habilidades necesarias para cubrir los puestos de empleo ofertados, lo que en principio podría ser poco complicado como consecuencia de la reducida demanda de “cerebros” y el elevado nivel de sobrecualificación que presenta España, lo que por otra parte es un indicador de la ineficiencia en la asignación de recursos.
Sin embargo, incluso esto, según in informe de LA CAIXA , podría entrañar ciertas dificultades, ya que siendo importante que la formación se adecúe a las habilidades que requiere el puesto de trabajo; la afirmación sobre el elevado grado de sobrecualificación española también requiere su matización, ya que un importante porcentaje de los adultos con estudios superiores presenta una bajo nivel en el test de habilidades profesionales, poniendo de relieve las deficiencias del sistema educativo, donde parece que importa más un título que la formación que debería llevar aparejada.
RESUMEN Y CONCLUSIONES
El análisis de productividad española nos lleva a concluir que los incrementos de productividad en este país son mucho más dependientes del factor trabajo que de las innovaciones tecnológicas y la eficiencia.
Esta es la peor forma de incrementar la productividad, ya que se basa en la utilización del factor trabajo como motor del incremento de la calidad de vida, y tanto el trabajo como el capital presentan limitaciones en cuanto a su disponibilidad, siendo más deseable que los incrementos de productividad descansen en mejoras de la PTF, que define mejor el futuro de la calidad de vida en los países.
Sin embargo, también hay que reconocer que la situación española es consecuencia de muchos factores, entre los que destaca la política económica llevada a cabo durante muchas legislatura, que ha creado un entorno económico poco propicio para un crecimiento de calidad.
Entre los factores que condicionan el entorno económico se encuentran el tamaño empresarial, las rigideces administrativas, la inseguridad jurídica, la regulación laboral, o la menor inversión en I+D y sus decepcionantes resultados, como ya he comentado en otra ocasión.
En cualquier caso, debemos recordar que los incrementos de productividad son esenciales para mejorar la competitividad del país, sin olvidar que dichos incrementos deben ser mayores que la de los países con los que competimos, ya que los incrementos de productividad se deben valorar de forma relativa, en el sentido de que si los países competidores mejoran su productividad en mayor grado que la nuestra, en realidad estamos perdiendo competitividad.