Últimamente se ha producido un debate acerca de lo elevado del precio de la electricidad en España, atribuyéndose a distintos motivos, como la escasez de agua en los embalses, ya que las reservas totales de agua con aprovechamiento hidroeléctrico se situaban en diciembre de 2016 al 39,9% de capacidad, un 6,8% menos que un año antes; la escasez de viento, el incremento del precio del petróleo, o los intercambios con Francia, culpando ciertos sectores al gobierno o a las eléctricas del elevado precio al que ha llegado el KWh.
Pero la realidad es más compleja, y aunque los factores mencionados anteriormente pueden influir en el precio, también influyen otros factores de forma importante. Entre ellos la estructura del precio, ya que del orden del 40% supone los costes de generación, mientras que el 60% restante está formado por costes fijos y regulados, que son independientes de las condiciones meteorológicas o precio de los combustibles.
Las energías que primero entran en el sistema son las más baratas, y a medida que la demanda aumenta se van incorporando tecnologías más caras. Lo cual es importante porque el sistema español es marginalista, de tal forma que se retribuye a todos los generadores de electricidad con el precio máximo casado en las subastas, independientemente del precio al que haya ofertado la electricidad cada uno de ellos, lo que indudablemente encarece la factura de la luz.
Pero como hemos indicado, es importante reflejar que los costes fijos contribuyen en mayor medida que los de generación al coste final del KWh. Y entre estos, cabe destacar los impuestos (impuesto a la electricidad e IVA) y otros costes, entre los que se incluyen las primas atribuibles a las energías renovables.
España ha dado prioridad al incremento de capacidad instalada de generación renovable, de tal forma que en el año 2016, este tipo de tecnologías no gestionables (eólica, fotovoltaica y termosolar), constituían el 29,56% de la potencia instalada peninsular, y la hidráulica el 20,33%. De tal forma, que en conjunto suponen casi la mitad de la potencia instalada (49,89%), lo que quiere decir que casi la mitad de la capacidad de generación peninsular depende de las condiciones meteorológicas o de la pluviosidad, de tal forma que cuando ambas condiciones son adversas se compromete la mitad de la capacidad de generación.
Y de hecho, este impulso verde se ha visto reflejado en que España sea uno de los países en que una mayor proporción de generación es de origen renovable, considerablemente superior a la media de la UE-28 (figura siguiente).
Figura.- Porcentaje de generación eléctrica a partir de energías renovables. Datos correspondientes al año 2014, EUROSTAT
Pero esta estructura de generación implica que la capacidad instalada debe ser considerablemente superior a la máxima demandada. Y de hecho, el máximo de potencia instantánea peninsular utilizado en el año 2016, según el avance para dicho año de REE fue de 40.489 MW de potencia, generando 40.144 MWh el dia 6 de septiembre. Siendo la potencia instalada peninsular en dicho año de 100.088 MW, lo que quiere decir que en el momento de máxima demanda se ha llegado a utilizar únicamente el 40,45% de la potencia total instalada. Es decir, la capacidad instalada utilizada de forma instantánea en cada momento es mínima con respecto a la capacidad instalada total. Pero ello implica que hay que amortizar la totalidad de capacidad instalada, lo que supone un incremento de costes. Siendo todavía más penoso el hecho de que, a pesar del exceso de capacidad instalada, un 2,9% de la demanda ha tenido que ser cubierta el año pasado mediante importaciones de electricidad.
En algunos casos se ha argumentado que los precios elevados son consecuencia de la manipulación del mercado por las grandes empresas, que constituyen un oligopolio y tienen el suficiente poder de mercado para establecer el precio final, argumentando que la oferta marginal se produce con tecnologías más caras para elevar la remuneración de toda la electricidad ofertada, dando lugar a beneficios desorbitados de miles de millones de euros.
En este caso, habría que hacer hincapié en que el régimen marginalista del mercado, teórico origen de los elevados beneficios, no depende de las eléctricas, sino de la regulación y por tanto de los políticos. Aunque claro, aquí tendría un espacio las habladurías populares que asocian las puertas giratorias de los políticos con un trato favorable al sector.
Comprobar este tipo de manipulación del mercado parece complicado, pero independientemente de que ello sea cierto o no, la realidad es que estas empresas, según los datos publicados en la bolsa de Madrid correspondientes a 2015, presentan unos beneficios netos que oscilan entre 2.421,6 mill euros de Iberdrola, 1.086 de ENDESA o los 1.502 de Gas Natural.
Estos son importes considerables, pero la evaluación de los beneficios de una sociedad no debe realizarse en función de los millones de beneficio, sino en términos de rentabilidad, ya que obviamente no es lo mismo ganar 10 mill con 100 mill de capital que con 1.000 millones. De tal forma que, considerando para simplificar los precios de cierre de las acciones en 2015, se puede apreciar que la rentabilidad neta por acción para estas tres empresas oscila entre el 5,5% y 7,9%, que sin ser desdeñables, suponen simplemente un rendimiento razonable e incluso algo escaso.
Pero además, en esta valoración, debemos tener en cuenta que en algunos casos, como Iberdrola, parte de sus ingresos y beneficios proceden del extranjero, no pudiendo atribuir dichos beneficios por tanto a la explotación del negocio en España. Como ejemplo, concretamente esta empresa, en el año 2015, solo generó el 41% de su electricidad en España.
Pero existe además otro factor que penaliza a las grandes eléctricas, que es la generación a través de ciclos combinados de gas. Ya que debido a la elevada penetración de energías renovables, se ve desplazada la generación a partir de esta tecnología, no haciendo rentable la generación mediante esta tecnología, como se demuestra a partir de su reducido factor de carga (generación con respecto a su generación máxima). Por ejemplo, Iberdrola tenía instalados en 2015 en el mundo 12.762 MW de potencia de ciclos combinados, que generaron 46.746 GWh de electricidad, mientras que en España tenía instalados 5.695 MW, que produjeron en ese año solo 2.288 GWh.
En una situación de mercado estas centrales cerrarían, pero en España, deben recibir la autorización administrativa para esto o para hibernar, situación que se produce raramente generando pérdidas a partir de este tipo de centrales. De lo que se deduce que aunque exista poder de mercado, la regulación existente perjudica en otros aspectos a las empresas de generación.
Independientemente del mayor o menor lucro de las empresas de generación, un hecho bastante contrastable es que el precio de la electricidad en España se encuentra entre los mayores de la UE-28, existiendo distintas teorías sobre cuáles son las causas de esta situación, diferenciándose dos grupos principales, aquellos que indican que las energías renovables son una bendición y aquellos que culpan a estas tecnologías de la penosa situación actual, encontrándose las claves de las discrepancias fundamentalmente, no en los datos, sino en su interpretación.
Los defensores de las energías verdes dicen que las renovables ahorran dinero al sistema y el déficit es sobre todo debido a la sobreremuneración de la nuclear e hidráulica (windfall profits), que beneficia a las grandes empresas, ya que podría interpretarse que la generación a partir de estas tecnologías se beneficia de mayores precios al estar sus costes amortizados. Aunque en cualquier caso, para sus cálculos no tienen en cuenta que mayores beneficios implican mayores impuestos reduciendo el teórico beneficio de los windfall profits.
Los defensores de las energías renovables defienden que estas presentan costes variables de generación mínimos, y su oferta reduce el precio medio de generación, al desplazar la curva de oferta hacia la derecha (figura siguiente). Lo que sin dejar de ser cierto, supone una interpretación sesgada de las situación cuando no contemplan como coste de este tipo de tecnologías las primas que perciben.
Figura.- Estudio del Impacto Macroeconómico de las Energías Renovables en España 2015. APPA.
Además, para justificar en mayor medida su defensa, suman los ahorros producidos por la reducción de importaciones de combustibles fósiles, lo cual, además de discutible, como comentaré posteriormente, es que la mayoría de estas importaciones son petróleo y sus derivados, y el petróleo, en la España peninsular no se utiliza para generar electricidad y en la España extrapeninsular su uso es residual.
Según la Asociación de Empresas de Energías Renovables (APPA), el ahorro estimado para el año 2015 proporcionado por las energías renovables en el mercado de electricidad ha sido de 16,9 euros/MWh. Sin embargo, los datos de REE correspondientes a generación eólica, fotovoltaica y termosolar en dicho año asciende a 62.008 GWh, de tal forma que una simple multiplicación nos indica un ahorro de 1.047 mill euros, cuando la APPA lo estima en 4.180 millones.
En cuanto a la importación de combustibles fósiles, es cuando menos curiosa su imputación, ya que si no se utiliza para generación por su desplazamiento por las renovables y su ahorro se contabiliza en las subastas de electricidad, no se importaría (en teoría, salvo contratos take or pay), con lo cual su imputación como ahorro por este concepto implicaría contabilizarlo por duplicado.
Pero además, según los datos de DATACOMEX, las importaciones de gas natural en el año 2015 ascendieron a 7.841,9 mill de euros, equivalentes a 364.172 GWh. Y según los datos de La Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petrolíferos (CORES), de estos, solo el 16,77% fueron utilizados en generación de electricidad, lo que equivale a 1.315 mill de euros, pero APPA los contabiliza en 2.353 mill de euros.
APPA, con sus datos, llega a la conclusión de que las energías renovables ahorran dinero al sistema (figura siguiente),lo que es bastante dudoso, pero aunque así sea, deberíamos considerar que el déficit de tarifa no se ha generado únicamente por las primas a las renovables, y entre otros costes que han contribuido a incrementarla se encuentran los pagos por capacidad y por interrumpibilidad. Estos no se imputan a las energías verdes, pero si deberían atribuirse, al menos parcialmente, tal como veremos a continuación.
Figura.- Estudio del Impacto Macroeconómico de las Energías Renovables en España 2015. APPA.
Pero estas afirmaciones requieren cierta explicación. Los pagos por capacidad se suelen atribuir a las tecnologías que los perciben, fundamentalmente ciclos combinados, y son pagos que se realizan por disponibilidad para ofertar electricidad. Y los pagos por interrumpibilidad se llevan a cabo a las grandes empresas para reducir su consumo, de forma análoga a los pagos por capacidad, cuando la oferta, fundamentalmente energías renovables, no puede satisfacer la demanda.
En principio, estos pagos no tendrían porque atribuirse a las energías renovables. Lo que ocurre, es que inicialmente, cuando las renovables eran muy caras, tenían preferencia de despacho, de tal forma que en condiciones de mercado, las energías renovables no entrarían en primer lugar en el sistema y por tanto no serían necesarios los pagos por capacidad.
Y en cuanto a los segundos, ocurre algo semejante, ya que las energías renovables se caracterizan por su no gestionabilidad, de tal forma que cuanta mayor capacidad instalada renovable existe, mayor variabilidad de generación se produce. Y como los otros sistemas de generación térmica son lentos en entrar en el sistema, son necesarias alternativas que respondan más rápido a la demanda, como la interrumpibilidad. Indudablemente este es un tema complejo que he intentado resumir, aunque el interesado en profundizar en el mismo puede encontrar más información aquí.
Pero una vez justificada la atribución de estos costes a las energías renovables, sino totalmente, al menos parcialmente. Estos, con las propias primas (figura siguiente), han contribuido a la generación de un déficit de tarifa que genera unos gastos financieros que también se deben atribuir parcialmente a las energías renovables.
Figura.- Primas a las energías renovables.- Estudio del Impacto Macroeconómico de las Energías Renovables en España 2015. APPA.
En el sistema, debido a no trasladar todos los costes del mismo al consumidor, se ha ido generando una deuda que se ha denominado déficit de tarifa, este, a finales de 2016 suponía unos 28.000 mill de euros, pero este importe no es el verdadero importe al que han hecho frente los consumidores, ya que habría que sumar los importes ya satisfechos para liquidar dicho déficit, de tal forma, que según APPA, entre los años 2005 y 2015 el déficit de tarifa generado ha supuesto un importe total de 36.401 mill de euros.
Figura.- Evolución del déficit de tarifa. Estudio del Impacto Macroeconómico de las Energías Renovables en España 2015. APPA.
Sin embargo, estas conclusiones sobre costes, no excluyen que las energías renovables sean el futuro, ya actualmente sus costes son muy reducidos, incluso menores que la generación a partir de combustibles. Pero presentan el inconveniente de su no gestionabilidad y por tanto su no adaptación a la demanda, siendo necesarias tecnologías de respaldo alternativas para cuando las condiciones meteorológicas no son apropiadas. Por tanto, las energías fósiles siguen siendo necesarias y no son un capricho, por lo menos mientras no se desarrollen sistemas de acumulación de energía masivos, baratos y fiables.
Resumen y conclusiones
La información sobre el funcionamiento del mercado eléctrico en España frecuentemente se ve distorsionada por motivos ideológicos o intereses particulares, que a partir de datos objetivos, mediante interpretaciones sesgadas, se pretende inclinar la opinión pública en un sentido u otro.
Los defensores de las energías renovables defienden sus virtudes medioambientales, que son indudables, y un presumible ahorro de costes. En este aspecto, las cosas no están tan claras, ya que a este tipo de energías se le deben atribuir muchos costes además de las primas a la generación, como son, por lo menos parcialmente, los pagos por capacidad, pagos por interrumpibilidad y gastos financieros asociadas al déficit de tarifa.
A pesar de ello, es necesario reconocer que las energías renovables abaratan el coste medio de la generación. Sin embargo, pretender una generación renovable 100% en estos momentos es una utopía, ya que la generación mediante estas tecnologías es no gestionable, no se puede adaptar a la demanda, y por ello es necesario disponer de otras tecnologías de respaldo para satisfacer esta cuando la oferta renovable es escasa, siendo las tecnologías alternativas las que utilizan combustibles fósiles.
Por este motivo, en estos momentos, la utilización del argumento del coste para pretender una generación 100% renovable es una insensatez, demostrando ignorancia o la insana intención de engañar a la población, ya que las energías fósiles, actualmente, son necesarias, nos guste o no.
Ello no quiere decir que las energías verdes no supongan el futuro y haya que fomentarlas, pero sensatamente, hasta el momento en que el desarrollo tecnológico permita disponer de sistemas de almacenamiento masivo de energía, baratos y fiables.
En cualquier caso, es habitual demonizar a las empresas eléctricas atribuyendo a las mismas excesivos beneficios en forma de miles de millones de euros, cuando el beneficio se debe valorar en función de rentabilidad, y en ese caso, las cosas dejan de ser tan llamativas.
Indudablemente el sistema energético español adolece de graves problemas, como su exceso de capacidad y defectuosa estructura de generación, con un elevado peso de energías renovables y un excesivo coste heredado de decisiones políticas que fomentaron de forma temprana tecnologías excesivamente inmaduras y a un coste desproporcionado.
Lectura recomendada: El Balance Neto y el Futuro del Sistema Eléctrico.