Contaba el argentino Feinmann la historia de aquel gaucho que exclamaba: “donde hay humo hay asado”, y corría detrás de una locomotora. Suele ocurrir. Los actos, decisiones y objetivos de los seres humanos se guían y deslizan sobre la visión que tenemos del mundo que habitamos. Pero hemos de estar atentos al relato que manejamos, no nos ocurra lo que al gaucho que perseguía la máquina.
Siguiendo con el relato de las tres posturas historiograficas que he exppuesto en el post anterior quisiera transladarlo ahora a las tres posturas politicas a que dichas interpretaciones conducen. Primero, el de las posiciones de los dos estados que tienen sometida a Euskalherria. Conforman la ideología general de ambos nacionalismos español y frances y, en este foro es el discurso dominante,asi que no creo que sea de mayor interés su exposicion.
El segundo corresponde al modelo autóctono. No se define directamente desde las instancias de poder, la monarquía o los estados español y francés, sino desde el PNV. Acepta la subordinación , pero con la adición de una peculiaridad, que es el “pacto” que la justifica. Garibay fue su primer exponente. Garibay era un “intelectual orgánico” al servicio de los Austrias españoles en el siglo XVI y construyó la ficción del “pacto foral”. Su versión moderna la conforman los “foralistas” que aceptaron la (mal) llamada ley Paccionada de 1841 en Navarra. Si aquellos barros trajeron estos lodos, ese es el origen de los actuales vendepatrias, tras el tamiz de Víctor Pradera.
La tercera posición se sitúa en la defensa del país. Tiene variantes, tres fundamentalmente, pero todas se refieren al país con pretensiones de sujeto político. Estas variantes son como los tres “paradigmas” que nos permiten un acercamiento a la realidad actual de Euskalherra y su proyección al futuro.
El primero es elrelato “foral” de Larramendi que es intenso y radical, dentro de lo que era posible en las concepciones políticas del siglo XVIII. Incluso afronta la posibilidad de configurar una “República de las Provincias Unidas del Pirineo”, una especie de traslado al Pirineo de las “Provincias Unidas de los Países Bajos“. El final del siglo XVIII y el XIX fueron testigos de los ataques directos al corazón del sistema que, dentro de la subordinación, había permitido la supervivencia del país. Y que llevó a las guerras carlistas de en las que la causa de la defensa foral se vio imbricada con intereses de otro tipo. Algunos espurios, como los dinásticos españoles o los religiosos; y otros reales, como el ataque a las propiedades comunales con el pretexto de la desamortización de “bienes de manos muertas”, sobre todo en manos de la Iglesia católica. La derrota en ambas guerras condujo a la desaparición del Antiguo Régimen.
En segundo lugar y más allá de Larramendi, con la idea de superar la subordinación que el “orden foral” representaba , y en línea con las tendencias de su época, Arana Goiri propuso un planteamiento nacional del caso vasco. Con su neologismo “Euzkadi” denominó a una nación que debería tener su lugar como Estado al mismo nivel que el resto de naciones del mundo.Sin ser nuevo, pues data de Arturo Campión y de Anacleto de Ortueta, se ha abierto paso otro relato: Se trata de Navarra como expresión política del pueblo vasco, independiente durante muchos siglos. Este enfoque no pretende retorno alguno a situaciones pasadas, de tipo medieval o monárquico como dicen quienes lo menosprecian, sino que hace hincapié en la naturaleza universal y de reconocimiento internacional de nuestro pueblo, a través de su existencia en un Estado real.
Esta es la tercera vision politica de euskalherria centrada en el Estado histórico de Navarra: sse trata trata de poner en valor la existencia real de un Estado vasco independiente, responsable a su vez de la nacionalización de Euskalherra. En este sentido la tesis sociolingüística de Koldo Zuazo del primer euskera unificado alrededor del reino de Pamplona hacia el siglo XI ofrece un modelo de interpretación que sirve para muchos otros fenómenos, y que deja en evidencia la inconsistencia de los argumentos linguisticos que los españolistas defienden en este foro.Esta tercera postura politica presenta una enorme virtualidad de cara al futuro. Navarra representa la independencia vasca y en ello es un factor de gran importancia para los retos actuales. En clave nacional, territorial, de sujeto político... Como es bien patente en el caso del Estado español, las naciones sometidas no tienen perspectivas de futuro dentro del mismo. La alternativa a plazo medio es independencia o desaparición. Silos dirigentes griegos se enfrentan hoy a la Troika y discuten sus intereses en Europa con un manifiesto protagonismo, de tú a tú, es porque Son sujeto de facto: Son Estado. Hoy, para ser sujeto político en el mundo, es imprescindible ser un Estado.
El valor de la perspectiva navarra es que se presenta con mayor altura y capacidad de explicación y comprensión de nuestra trayectoria histórica, por lo menos desde el siglo VIII y coincide con la que ofrece una mejor proyección de futuro. El resto de visiones son parciales y en el fondo contradictorias: es el caso del bizkaitarrismo, el navarrismo, guipuzcoanismo… Al final, localismo y paletismo.
No debemos olvidar que Gipuzkoa es una construcción política de Castilla para hacer frente a una Navarra que seguía siendo independiente tras haberle arrebatado su franja marítima. Castilla creó Gipuzkoa para combatir a la Navarra Oriental que permanecía y cerrar sus vías de salida al mar de Bizkaia. Fue un instrumento que favoreció la desunión y desvertebración de la nación navarra.
Asi que por mal que les pese a los españolistas de este foro, Navarra no solo es Euskalherria, sino que ademas es el Estado vasco historico a recuperar.Es el unico camino.