Hace apenas unos minutos que han cerrado las bolsas europeas la semana, y lo han hecho con significativas subidas, que además a algunas de ellas las han colocado por encima de resistencias (que fueron soportes en las caídas anteriores).
Es curioso que hace apenas unas semanas parecía que se acababa el mundo y estábamos ante un nuevo crash bursátil.
Poco relevante para el público, pero sintomática para mí fue la mañana del 25 de febrero cuando desayunaba mirando un informativo por televisión; en su conexión con la Bolsa de Madrid, la reportera explicó que "las bolsas europeas cayeron mucho ayer, y esta mañana la bolsa china se ha desplomado más de un 3%"(tal vez no son las palabras exactas pero sí muy parecidas).
Supongo que vendía mejor la noticia así, pero curiosamente se olvidó de decir que las bolsas europeas, cerrando en negativo, lo hicieron muy lejos de sus mínimos diarios, que las bolsas americanas se giraron al cierre de las nuestras y acabaron en verde, que la bolsa china abierta para el inversor internacional (el Hang Seng) había bajado poco más del 1%, y que la japonesa había subido casi un 1,50%.
Los motivos pueden ser varios: que en la redacción cundiera el pánico y por eso solo vieran noticias negativas, que incluso sea intencionado, o que se trate de una simple casualidad anecdótica, pero lo que es cierto es que las bolsas han subido fuertemente desde los mínimos de 2015; y también desde el cierre del día anterior a la noticia que yo vi por televisión.
Fuente: Visual Chart y elaboración propia
Un factor que se mira para determinar si hay o no lo hay es la volatilidad, de hecho en algunos círculos se le llama el "índice del miedo". Al contrario de lo que muchos pueden pensar este indicador nos previene de subidas bursátiles:
Comparativa DAX (arriba) con VDAX (abajo). Fuente Visual Chart y elaboración propia
En el anterior gráfico se puede observar como en cada retroceso del índice bursátil coincide con puntos máximos en el índice de volatilidad que precede a subidas más o menos prolongadas de la bolsa.
Podemos recurrir también a encuestas de sentimiento de inversor minorista, a flujos de salidas de fondos, a ratios call/put y en todos los casos, veríamos cómo en los momentos de máximo pánico se producen compras fuertes de renta variable.
Con esto no quiero decir que el inversor deba aguantar crasches bursátiles, pero sí algún chaparrón, especialmente si invierte para el largo plazo, de forma bien diversificada geográfica y sectorialmente para evitar desvanecimientos de activos puntuales.
Además de los indicadores de miedo que se deben tomar de forma inversa y que funcionan bien (también cuando hay euforia) hay tres aspectos a considerar para valorar la salud del mercado:
La tendencia del mercado a largo plazo sigue siendo alcista en muchos índices (especialmente los americanos) y también, pero más discutible, en los europeos con alguna excepción como nuestro propio Ibex; el inversor a largo plazo que invierte por ruidos sin perder tendencias pero sí algún soporte relevante debe estar muy atento para volver a entrar en cuanto los recupere (por ejemplo el 3.000/3.030 en EuroStoxx).
Los datos macroeconómicos, a pesar de los titulares catastrofistas no han variado, al menos a mal: la desaceleración de China estaba más que prevista, la crisis en Brasil también, el petróleo barato es bueno y la subida de tipos en Estados Unidos también.
Los resultados empresariales en esta ola de resultados están sorprendiendo positivamente, por lo tanto las valoraciones fundamentales de las casas de análisis también pueden hacerlo.
Viendo estos tres puntos, es normal que no haya miedo, a pesar de que hace pocos días sí lo había, y debe ser lo que realmente mire un ahorrador (junto con su estrategia de inversión que dependerá del horizonte temporal entre otras cosas) y no dejarse influenciar por comentarios más o menos interesados.
Luis García Langa
@luisgarcialanga
Analista Financiero