La verdad es que me parece una falsa disyuntiva. Por un lado, porque no siempre puedes elegir y, por otro porque no creo que sean necesariamente vasos comunicantes.
Mi elección sería:
1. Ser capaz de gastar poco, lo justo y necesario para vivir/disfrutar sin ser esclavo de cosas supérfluas. Esto me parece fundamental, si no, estás condenado a arrastrate, a estar preso
2. Aprovechar, en la medida de lo posible, esos grados de libertad, para trabajar todo lo que haga falta en cosas que te aporten algo que valores (interés en el contenido, estímulo y vitalidad, relaciones sociales gratificantes, logros (para ti o para otros), dinero y estatus (si te gusta o te pone),....,lo que sea, pero pudiendo renunciar a parte de todo ello si notas que lo haces a la fuerza, sin que en sí mismo te apetezca o compense
Es decir, haría lo de la parte de los gastos sí o sí, como paso previo a poder, tal vez, tener la opción de elegir, ahora o más adelante, en la parte del trabajo.
Por lo que comentas, esa es tu situación: dominado el punto 1, puedes preguntarte qué hacer con el punto 2, ya que puedes permitirte cierta renuncia económica
En ese caso, antes de echar el freno, haría un ejercicio de sincera instrospección para ver si el trabajo intenso te aporta algo más que, en caso de perderlo, podrías echar de menos.
Esa parte me parece la más difícil.
Perdón porque me ha quedado un poco cebolleta la cosa. No sé decirlo mejor. Esto es un bar y creo que he bebido...