Después del agitado día de ayer, desarrollo aquí varias ideas que se me ocurren, la mayoría de las cuales pueden estar erradas, pero que creo que pueden servir para debatir.
La pandemia en absoluto ha terminado. Y, por ello, las correcciones en bolsa de las próximas fechas, si las hubiera, o la de ahora si fuera la definitiva, irán asociadas ineludiblemente a una posible evolución negativa del coronavirus. Que en estos tiempos bolsa-covid tienen una correlación total es difícil de poner en duda
En ese caso, en una evolución negativa del asunto, lo primero que se desploma, y con tremenda fuerza, es el petróleo, tal y como vimos ayer. Ahora mismo petróleo, energía, materias primas y cíclicas, como no podía ser de otra manera, se van al infierno al mínimo indicio de una vuelta atrás en la evolución del coronavirus. Y los mercados están nerviosos, muy nerviosos, porque se está cuestionando incluso volver a una casilla cercana a la de salida, con lo que eso conlleva a nivel social, económico y político.
Nuestras carteras (Cobas y sobre todo Azvalor) excuso decir por qué están compuestas y qué niveles de elasticidad respecto al petróleo tienen. Alguien, de hecho, había establecido hace muchas páginas una correlación muy cercana a uno entre el VL de Cobas y un ETF del petróleo. Basta, en todo caso, con observar el mercado. Si la situación sanitaria suscita dudas y el petróleo sigue corrigiendo, nosotros vamos a sufrir más que nadie.
En tal circunstancia, la de volver a caer bastante, ¿nos beneficiaríamos posteriormente de una recuperación vertiginosa? En este momento soy más escéptico. Si volvemos a caer y acuden de nuevo los BBCC al rescate, las herramientas serán, previsiblemente, de nuevo las mismas. Luego, olvidémonos -y es algo que desde ayer ya se da por hecho en foros anglos- de las retiradas masivas de estímulos y de subidas de tipos por una buena temporada. Seguiremos, pues, con un entorno monetario y macroeconómico favorable a las empresas que lo llevan haciendo excelentemente con tipos bajos, es decir, las de los últimos tiempos.
¿Qué pasaría, pues, con nuestros fondos en tal entorno? Con tipos bajos ya hemos visto cómo hemos funcionado. No obstante, podríamos volver a despegar, como este último año, en la primera fase de recuperación, ante las perspectivas de inflación, pero seríamos un remedo de la Reina Roja en el cuento de Alicia, que para quedarnos donde estamos tenemos que correr, por lo menos, dos veces más rápido. Si, en un meneo fuerte de los mercados asociado a la nueva cepa, nos vamos, por ejemplo, a 65-70 de VL podemos imaginar qué revalorizaciones posteriores necesitaríamos para simplemente volver a levantar cabeza. Insoportable, en todo caso.
El guion se está torciendo, quizá definitivamente. Nuevas correcciones darían punto de entrada a los magos del timing o a gente neófita en bolsa o a otros que, insensatos, roten y vengan de hacer buenas plusvalías en growth estos últimos tiempos, pero destrozarían a los que llevamos cerca de un lustro en estos lares. Un cien por cien de eventual revalorización posterior, para quienes de los veteranos estuvieran dentro para verlo, dejaría, en el mejor de los casos, un 3-5% anualizado después de todas las circunstancias habidas y por haber. Insostenible.
¿Cabe esperar a una recuperación económica post-covid con inflación y subida de tipos, en la que las empresas de nuestros fondos se vena beneficiadas? Excuso decir que nadie es adivino, pero yo no lo veo tan claro. Si hubiera un segundo arreón, el destrozo a todos los niveles sería tan grande que la única respuesta monetaria posible sería la patada a seguir. ¿Hasta qué y cuándo? Nadie sabe, por supuesto, pero la ortodoxia monetaria, que ya venia tocada post-2009, ha saltado definitivamente por los aires. Podrá terminar con quitas masivas, con cambios esenciales en el sistema monetario, con un nuevo Breton Woods, con unos nuevos Keynes y White o lo que sólo Dios sepa, pero creo que es indiscutible la escasa probabilidad de volver de manera sostenible a unos tipos del 5%. Economistas, quemen sus manuales de macro y de teoría monetaria, que aquello de casi nada vale ya.
¿Es probable el tan manido escenario post crisis de inicio de siglo, con índices y tecnológicas cayendo y sectores value -como si eso significara algo-, al que tanto se agarran, como inasible promesa de futuro, nuestros gestores value? Difícilmente. El mundo ha cambiado demasiado, aunque suene a obviedad, tanto a nivel político como social y tecnológico. El mundo de 2030, para bien o mal según cada uno, será esencialmente distinto a este, y tal cambio pasa por perturbaciones de índole económica y tecnológica que hacen casi ridículo apoyarse en un precedente histórico de aquel mundo, tan ajeno en casi todo al que ahora es y mañana será.
¿Qué hacer, pues? No lo sé, naturalmente, pero la realidad, tozuda e insensible a halagos o embelecos, es siempre ajena a nuestros deseos, mal racionalizados en una suerte de voliciones trocadas en razonamientos precarios. Y, fría e implacable como nadie, la realidad nos recuerda cada día que sí, que casi seguramente nos hemos equivocado y que seguiremos haciéndolo aún más grave y ridículamente si confiamos al futuro y a las promesas ajenas la porfía en no haberlo hecho.