Lo de Japón es un tema recurrente y difícil de encajar con los parámetros tradicionales de análisis. La deuda es descomunal, supera con creces el 250% del PIB, y aún así el mercado la sigue financiando a tipos ridículos. La clave está en que el 90% de esa deuda está en manos domésticas, con el Banco de Japón jugando un papel central comprando prácticamente todo lo que emite el Tesoro.
El problema es que ese esquema solo funciona mientras la inflación esté controlada y la confianza en la moneda no se resquebraje. Lo que hemos visto en los últimos años es que el BoJ ha tenido que empezar a aflojar el control de la curva porque el yen se les caía a plomo. Si se desata una salida de capitales o la inflación repunta más de lo esperado, ahí sí que se complica de verdad la sostenibilidad.
Coincido contigo en que puede ser la espoleta a medio plazo. Si en algún momento Japón pierde el control de la narrativa, el efecto contagio en deuda soberana y divisas sería enorme. Ahora bien, llevan décadas desafiando las predicciones de colapso, y cada vez que parece que se asoma el abismo, encuentran la manera de prolongar el sistema.
En resumen, es un riesgo latente, pero no de ejecución inmediata. Más que un crash repentino, lo que parece probable es que sigamos viendo un lento desgaste que, llegado cierto punto, puede acabar siendo insostenible y actuar como detonante global.