A cualquier aficionado a la bolsa que haya leído las obras clásicas de inversión (“El inversor inteligente” de Benjamin Graham, “Security Analysis” de Benjamin Graham y David L. Dood, “El pequeño libro que genera riqueza” de Pat Dorsey, “Acciones ordinarias y beneficios extraordinarios” de Philip A. Fisher, “El pequeño libro que aún vence al mercado” de Joel Greenblatt, etc…) le resultará muy familiar “la teoría del cóctel” de Peter Lynch. No se trata de un libro de inversión como los anteriores, sino una teoría sobre la percepción de los ciclos incluido en el libro “Un paso por delante de Wall Street”, la que quizá sea su obra más célebre. Al menos, para mí, se trata de uno de los mejores libros de inversión que he podido leer, y al que en numerosas ocasiones hago referencia en este blog. Contiene partes excepcionales de las que extraer valiosos consejos a poner en práctica a la hora de seleccionar acciones y entender el funcionamiento de los mercados. No en vano, Peter Lynch es uno de los gestores de fondos más exitosos de todos los tiempos, promediando un retorno anual del 29% en los 13 años que estuvo al frente del fondo Magellan (1977-1990)
La teoría del cóctel (“The Cocktail Theory”) trata, en primer lugar, sobre la dificultad de pronosticar el futuro incluso para los analistas profesionales y expertos del mundo de las finanzas, que hacen uso de complejos modelos matemáticos y estadísticos para predecir la evolución de la economía y los mercados. Por contra, él ideó un modelo mucho más rudimentario para tomarle el pulso al mercado y conocer en qué momento del ciclo se encontraba. Cuenta que, después de muchos años de acudir a eventos y fiestas en las que los asistentes, no necesariamente del mundo de las finanzas, se le acercaban para opinar sobre la bolsa, pudo desarrollar una teoría sobre el mercado en función de la actitud que presentaban las diez personas más cercanas a él en el cóctel:
- Comienzo de un mercado alcista: todos sabemos que un ciclo alcista comienza en el punto más bajo del ciclo bajista inmediatamente anterior, es decir, cuando el mercado lleva mucho tiempo en caída y nadie espera que vuelva a subir. Pues bien, cuando Peter Lynch acudía a una fiesta coincidente con el comienzo de un mercado alcista, los asistentes en raras ocasiones hablaban de bolsa, o, si alguna vez lo hacían, rápidamente cambiaban de tema hacia otros menos dolorosos como la política o deportes. Quizá aún estaban frescas las pérdidas sufridas en el periodo bajista anterior. Sobre esto, Peter Lynch deja una frase para enmarcar: “Cuando diez personas prefieren hablar de la placa con un dentista que de acciones con el gestor de un fondo de inversión bursátil, es probable que el mercado esté a punto de dar un salto”
- El mercado ha subido un 15% desde que comenzó el mercado alcista: los asistentes a la fiesta, después de que Peter Lynch les confesara a qué se dedicaba, permanecían un rato más hablando sobre acciones antes de irse a hablar de nuevo con el dentista, tal vez lo suficiente como para comentarle lo arriesgada que era la bolsa. “La conversación de la fiesta sigue girando más alrededor de la placa con el dentista que de las acciones”
- El mercado ha subido un 30% desde que comenzó el mercado alcista: una multitud de personas interesadas ignora al dentista y rodea a Peter Lynch durante toda la noche. Le piden recomendaciones en privado sobre las acciones que deben comprar. Todos los invitados han puesto dinero en una u otra emisión, y todos discuten los resultados obtenidos. “Incluso el dentista me pregunta qué acciones debería comprar”.
- El mercado ha llegado a su techo y la caída está cerca: a esta conclusión llega cuando, en la fiesta, la gente le rodea, pero no para pedirle consejo, sino para decirle al propio gestor de fondos qué acciones debe comprar. Incluso el dentista le recomienda tres o cuatro acciones, que varios días después comprueba en los periódicos que han aumentado su cotización. Esta fase se resume en la siguiente frase: “Cuando incluso los vecinos me dicen lo que debo comprar y deseo haber seguido su consejo, es un signo infalible de que el mercado ha llegado a su techo y que la caída está cerca”
Más allá de lo divertido de la teoría, se trata de un predicción de mercado que entronca directamente con uno de los pilares del éxito en la inversión: sea temeroso cuando los demás sean codiciosos, y viceversa, sea codicioso cuando los demás sean temerosos. A muchos les podrá sonar la frase anterior de boca de Warren Buffett, el mejor inversor de todos los tiempos (aprovecho para añadir sus cartas a los inversores de Berkshire Hathaway en la relación de obras clásicas de inversión que nombré en el primer párrafo). Las distintas fases de “la teoría del cóctel” nos permiten identificar con facilidad cuándo los demás están siendo temerosos, y cuándo codiciosos. Actuar de forma contraria, como bien indica Warren Buffett y Peter Lynch, puede llevarnos a conseguir rendimientos extraordinarios.
En todo momento existirán activos infravalorados y olvidados por el mercado en los que podamos invertir, pero si tuviéramos que predecir el momento de la economía en función de la teoría del cóctel, cada uno de nosotros lo podríamos tener más o menos sencillo simplemente con observar a nuestro alrededor. Hace años (alrededor de 2010-2012) recuerdo que llegó un momento en el que la mayoría de mis amigos y conocidos estaban desempleados, y cualquier persona con la que hablabas se había ido al extranjero a buscar trabajo, estaba pensando en irse o, al menos, tenía un hermano o amigo fuera. Las noticias hablaban de rescate, prima de riesgo, troika,... ¿Fue casualidad que en ese momento la cotización de la mayoría de acciones marcase mínimos? Recordemos: “ser codicioso cuando los demás sean temerosos”
Ahora pensemos en el momento actual. ¿Cuántos de nuestros amigos y conocidos están desempleados? ¿Cuántos se están yendo al extranjero porque aquí no encuentran trabajo (excluiremos de esta clasificación a aquellos que se van a trabajar a la NASA, a la sede de Google o a la universidad de Oxford)? En mi caso, ninguno. La mayoría están planeando la compra de una casa, de un coche, del próximo viaje,… Están pensando en cómo invertir/gastar el dinero, cuando hace unos años estaban pensando en cómo conseguirlo. ¿Casualidad que ya estemos ante uno de los ciclos alcistas más largos de la historia? ¿Casualidad que la fiebre inversora esté llevando a que ciertas compañías (sobre todo tecnológicas) coticen a múltiplos imposibles o a que el precio de la vivienda haya vuelto a niveles anteriores a la crisis de 2008? Si la teoría del cóctel no es errónea, el techo no debería quedar muy lejos de donde estamos, y es en este momento cuando deberíamos tener muy presente lo de “ser temeroso cuando todos los demás sean codiciosos”.
En un tiempo comprobaremos si Peter Lynch vuelve a tener razón.