El plan de la SEPI para Talgo: como darle una bandeja de pasteles a un diabéticoLa inversión estatal asume riesgos elevados y paga una prima por una compañía sin plan industrial, con pérdidas crecientes y sin garantías de transformación operativa ni generación de valor sostenibleEso es exactamente lo que está ocurriendo con Talgo. El Consejo de Ministros ha aprobado la entrada de la SEPI en el capital de la empresa, con una inversión pública de 75 millones de euros: 45 millones en una ampliación de capital y 30 millones más en forma de deuda convertible en acciones a ocho años, con un tipo de interés del 10,21 %. Esta operación se completa con una refinanciación bancaria de 650 millones, una línea de circulante de 120 millones y una nueva línea de avales por 500 millones más. En total, una avalancha de deuda y compromisos financieros. Pero esto no es un plan de transformación. Es una bandeja de pasteles para una empresa que ya tiene el azúcar disparado. Una empresa que no genera caja, que acumula pérdidas, que no ha presentado un plan estratégico industrial y que sigue atrapada en el mismo modelo que la ha llevado hasta aquí.Analicé en detalle la situación financiera de Talgo en mi último artículo. Pero ahora, con los nuevos datos sobre la entrada de la SEPI, es necesario ir un paso más allá. Quiero abordar dos preguntas clave: ¿cuánto vale realmente Talgo y a qué precio la está comprando el Estado? Y la segunda, aún más importante: ¿puede sostenerse la recuperación de Talgo sobre una avalancha de deuda sin un cambio real en su modelo de negocio? ¿Qué es el valor financiero de una empresa?Cuando un inversor decide valorar una empresa se enfrenta a responder una pregunta fundamental: ¿cuánto vale esta compañía en función de lo que será capaz de generar en el futuro? La clave no está en el pasado, sino en la capacidad de generar flujos de caja sostenibles, rentables y predecibles... ¡en el futuro! Y ese futuro está lleno de riesgo e incertidumbre. De ahí que, para valorar una empresa, en esencia, antes tienes que comprender y valorar muy bien su riesgo. Las tripas del riesgo: lo que hay debajo del capóEl riesgo no es una cifra en una hoja de Excel: es la suma de todas las fragilidades que conviven dentro de una empresa. En Talgo, ese riesgo se manifiesta por todos los frentes. En lo tecnológico, porque su producto es singular pero rígido, y un fallo de entrega —como el caso Avril— puede costar millones. En el mercado, porque depende de pocos clientes públicos, lo que la deja expuesta a decisiones políticas y sin red de seguridad. En su modelo de negocio, porque factura tarde, necesita mucho circulante y cada euro que vende le cuesta demasiado. En lo financiero, porque arrastra una deuda desproporcionada para su tamaño y ni siquiera genera caja para sostenerla. Y en la gestión, porque no hay hoja de ruta, ni estrategia pública, ni señales claras de que alguien esté liderando el cambio que la compañía necesita. Así es como se construye el verdadero riesgo: cuando fallan la tecnología, el modelo, el dinero y el timón a la vez.La ecuación de valor: rentabilidad del capital y riesgoEl valor financiero de una empresa depende de cuánto gana por cada euro que invierte (su ROIC, retorno sobre capital invertido), cuánto puede crecer(su reinversión y su margen de mejora) y a qué riesgo lo hace (el coste de capital, o WACC). Si una empresa gana más de lo que cuesta su capital, crea valor. Si no, lo destruye. Por eso, cuando hablamos de que una empresa como Talgo necesita una inyección de dinero público o una refinanciación masiva, la pregunta clave no es cuánta deuda puede soportar, sino si tiene un modelo capaz de generar retornos superiores a su coste financiero. Sin eso, cualquier rescate puede ser un pozo sin fondo (como decía en mi primer artículo).Cuando estos riesgos se acumulan en una sola empresaQue la rentabilidad exigida por quien pone dinero en Talgo —ya sean bancos o accionistas— aumenta, porque la empresa tiene muchos riesgos y pocas certezas. Y eso hace que el valor real de la compañía, sobre todo por su valor temporal, caiga. ¿Qué es el valor temporal? Es, básicamente, cuánto vale hoy una empresa si calculamos los beneficios que puede generar en el futuro, ajustados por los riesgos que asume para lograrlos. No depende del pasado (de lo que has hecho hasta hoy) ni de la fama de la marca. Depende de si realmente esa empresa es capaz de generar caja (liquidez), crecer de forma rentable y sostenerlo en el tiempo. Si no lo consigue, su valor cae. Y cada euro que alguien invierte en ella necesita una buena razón, o no invertirá.Lo sorprendente es que la SEPI está haciendo lo contrario de lo que haría cualquier inversor con criterio financiero: entrar en el capital de Talgo pagando un 40 % más de lo que vale en Bolsa. Y lo hace justo cuando la empresa atraviesa su peor momento. Un inversor profesional, ante tantos riesgos —problemas técnicos, retrasos, pérdidas, deuda elevada y sin un plan industrial claro—, pediría más rentabilidad a cambio de su dinero. Y eso se traduce en una regla básica: si el riesgo es alto, el precio de entrada debe ser lo más bajo posible. El precio que va a pagar la SEPI solo tendría sentido si Talgo fuera una empresa en buena forma, con márgenes saludables, caja positiva y un modelo probado. Pero hoy Talgo no está en esa situación. No hay control del riesgo. Y tampoco hay justificación clara para ese precio. Por eso, entender las "tripas del riesgo" —como lo haría cualquier analista de valor serio— es clave para no confundir inversión con rescate. Y el caso Talgo, por ahora, tiene más de lo segundo que de lo primero.¿Cuánto vale Talgo… y cuánto está pagando la SEPI?Si una empresa es el reflejo de su capacidad de generar valor financiero, entonces Talgo en la actualidad es, con claridad, una empresa que no lo está generando. En 2024, cerró el ejercicio con pérdidas récord de 107,9 millones de euros, deuda neta (descontada la tesorería) superior a los 400 millones y un flujo de caja operativo negativo por tercer año consecutivo. A pesar de haber facturado más de 669 millones, no consiguió transformar esa actividad en rentabilidad ni en liquidez. Cada euro que entra se queda atrapado en el stock, en clientes que no pagan a tiempo o en sobrecostes no recuperables. Y, sin embargo, el Estado —a través de la SEPI— ha decidido entrar en su capital valorando la empresa en más de 525 millones de euros, al pagar 4,25 € por acción, cuando el mercado la cotiza entorno a 3 € y cuando su situación financiera y operativa está bajo mínimos. Es decir, la SEPI no solo está asumiendo un riesgo elevado, sino que paga una prima por hacerlo. Desde una lógica de inversión, esa decisión es difícil de justificar. Desde una lógica de rescate político, se explica mejor. Pero los rescates, como bien sabemos, deben estar orientados a generar valor futuro (temporal). Y ahí es donde el caso Talgo cojea.actuales. ¿Qué tendría que hacer Talgo para parecerse a CAF?Imaginemos por un momento que Talgo funcionara con la misma eficiencia que CAF, su gran comparable nacional. No haría falta que duplicara su tamaño ni que conquistara nuevos mercados. Bastaría con hacer lo mismo, pero mejor. Con los ingresos actuales, Talgo tendría que alcanzar al menos 68 millones de euros en EBITDA, lo que supondría convertir un 10 % de sus ventas en beneficio operativo real. Y está lejos de eso: su EBITDA ajustado apenas se sostiene y, con sanciones, es negativo. También tendría que generar más de 40 millones de euros en flujo de caja libre, es decir, que, por cada euro vendido, al menos cinco céntimos deben acabar en la caja, limpios de polvo y paja. Pero lo que ocurre es justo lo contrario: Talgo quema caja. Y donde debería haber un beneficio neto de al menos 16 millones al año —si se midiera con los estándares de CAF—, hay pérdidas de más de 100 millones. Y aunque sumes todos los beneficios de los últimos 6 años, estos son negativos por más de 50 millones. La distancia entre ambas empresas no está en lo que venden, sino en cómo lo hacen. Y ahí es donde Talgo sigue atrapada. En resumen, Talgo tendría que cambiar de ritmo, de motor y de dirección, porque ahora mismo está muy lejos de generar el valor que justificaría la entrada de la SEPI (al menos a ese precio...) Pero Talgo no solo no genera la caja que justificaría su valoración: tampoco ha presentado un plan estratégico creíble que explique cómo pretende hacerlo. Y eso debería ser lo mínimo exigible en una operación financiada con dinero público. No existe, que conozca, una hoja de ruta pública que detalle cómo va areducir su dependencia del circulante, mejorar sus márgenes o diversificar su cartera de clientes. La entrada de la SEPI no ha venido acompañada de un plan industrial, ni de objetivos operativos claros, ni de reformas estructurales. Solo de más deuda, más avales y más tiempo. Y en todo este proceso, los accionistas minoritarios —que también tienen derecho a saber hacia dónde va la empresa— han sido ignorados por completo.https://blogs.elconfidencial.com/mercados/mentes-inquietas/2025-07-31/talgo-sepi-deuda-riesgo-rescate-1hms_4183254/