Campox2
29/05/25 07:42
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El juego de los brokers: Una historia de venganza y trampa en el mundo del trading
Era jueves.Cielo bajo, gris metálico.El tipo de día en que Luxemburgo parece el escenario perfecto para una transacción encubierta.O una traición elegante.Niklas Döring entraba cada mañana a las 8:42 en el edificio Parc Central 21, zona de Kirchberg. Siempre el mismo traje. Siempre sin maletín. Auriculares. Café en mano. Reloj sin marca visible.Luis lo llamó "el tipo que se entrena para pasar desapercibido".Instalaron una microcámara en la recepción del parking.Marcos obtuvo la autorización extraoficial de un contacto en fiscalía luxemburguesa. Gabriel viajó hasta allí con una misión clara: observar, escuchar, no intervenir.Pasaron cuatro días.Döring no salía a comer.Pedidos internos.Las cámaras solo lo captaban en tres momentos:entrada, café a media mañana, salida puntual a las 18:02.El viernes, una novedad.Salió antes de tiempo.Sin móvil.Sin reloj.Solo una carpeta azul.Se dirigió caminando al centro.Café Konrad, Rue du Nord. Una elección curiosa: discreto, pero frecuentado por diplomáticos y periodistas.Gabriel lo siguió.Sin contacto visual.Solo espera.Döring pidió espresso doble.Se sentó al fondo.Sacó la carpeta.Papeles. Gráficos.Y un sobre con el logo de una antigua consultora alemana ya disuelta.Gabriel decidió arriesgar.—¿Señor Döring?Niklas lo miró.Como si ya lo esperara.Pero no dijo nada.—Solo quiero entender.No busco escándalos. Ni venganza.Busco al que está arriba.Usted... usted opera, ¿verdad? Pero no manda.Una pausa.Döring bebió el café.Dejó la taza en silencio.—¿Usted cree que yo decido algo?Yo... administro el caos. Para eso me pagan.Gabriel no se movió.—Pero usted sabe quién manda.Döring lo miró, esta vez sin disimulo.Una mirada seca, quirúrgica.—Usted no entiende.Esto no es una organización.Es una arquitectura. Y los arquitectos... no figuran en los planos.Tomó un sorbo de café.Guardó los papeles en la carpeta azul con parsimonia.—Le daré un consejo, por cortesía, no por simpatía.No siga tirando del hilo. No está hecho para esto. Los que lo están... no hacen preguntas en cafeterías.Gabriel lo sostuvo con la mirada.—¿Es una amenaza?Döring sonrió apenas.Un gesto hueco.—Es una advertencia.Hay gente a la que no se busca. Ni con órdenes judiciales. Ni con ideales. Porque no están al final del camino. Están por encima del camino.Se puso de pie, dejó el dinero en la mesa. Y justo antes de alejarse, dijo en voz baja:—Si insiste…Empiece por una fundación. En Viena. Pero no vaya solo. Y no espere salir con todas las respuestas.Y se fue.Así, Gabriel se quedó con el eco de esas últimas palabras. No una pista. Una grieta. Y al otro lado, algo que ya lo estaba observando.Continuará....