Campox2
12/06/25 06:55
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El juego de los brokers: Una historia de venganza y trampa en el mundo del trading
Madrid. 23:47. El despacho de Marcos estaba en penumbra.Solo una lámpara y el zumbido del portátil. Gabriel hablaba por videollamada desde Viena. Luis desde Londres.En pantalla, una carpeta compartida con nombre cifrado: Aletheia_RM_final. —Resumen rápido —dijo Marcos—. ¿Qué tenemos? Luis marcó: —Uno: Documento de Knight & Temple validando que Rudolf Meinhardt fue el autor del plan financiero oculto de Nova Terra.Dos: Su firma, bajo seudónimo, en cinco movimientos hacia Seychelles.Tres: E-mails del contable Lacroix con instrucciones cifradas que confirman su poder de decisión real.Cuatro: Copia de los estatutos modificados que le permitían actuar sin figurar.Cinco: La foto. Sentado en la mesa. En el centro. Gabriel añadió: —Y seis: La pista del nombre clave: Aletheia Holdings. Ya la hemos cruzado con 31 transferencias. Se puede probar el circuito del dinero. Marcos cerró el portátil un segundo. —Esto bastaría para hundirlo… si no fuera por lo que representa. Luis frunció el ceño. —¿Te refieres a sus conexiones? —No. A su posición.Meinhardt no es solo un financiero.Es consejero externo de dos gobiernos, accionista oculto de un fondo soberano, y miembro del Club Atlantik. Gabriel no dudó: —Entonces hay que ir con todo. Pero bien armado.Necesitamos dos cosas más: Validación legal de toda la cadena documental.Un testimonio bajo juramento. De Lacroix.Luis asintió. —Y una estrategia de publicación controlada. Filtrar esto sin protegernos sería un suicidio. Zúrich.Villa Wiesenhof. 08:15. Rudolf Meinhardt servía café turco en una vajilla de porcelana antigua. Estaba solo con tres hombres. Uno de ellos, un exministro belga. Otro, un estratega de inteligencia reputado. El tercero, un abogado del bufete Von Berenberg. —Tenemos un problema —dijo Meinhardt, sin rodeos. El abogado deslizó una carpeta. —Están organizados. Han atado cabos. Y han conseguido un testigo. El exministro preguntó: —¿Tienen pruebas materiales? —Sí —respondió Meinhardt—. Y más de las que deberían. Hubo un silencio largo. Luego, el estratega habló: —Entonces solo hay dos caminos.Uno, cortar el flujo antes de que publique.Dos, desacreditar la fuente. Meinhardt bebió un sorbo y murmuró: —O tres: sentarme con ellos. —¿Qué? —el belga se tensó—. ¿Estás loco? —No.Si sé lo que saben, puedo negociar.Quizás incluso desviar.Siempre hay un precio para la verdad.El truco es saber quién lo pone… y quién lo paga. Continuará...