Pues vamos con el prometido “striptease” de la cartera. Pero primero trataré de ser pedagógico pensando en los más novatos. En fin, ahora sin eufemismos: ¡VA LADRILLO!
Objetivo de la Cartera.-
Me hallo, por edad, en una fase avanzada de mi carrera inversora en las que las nuevas aportaciones ya no son demasiado significativas… El objetivo, por tanto, no es tanto ya el crecimiento como la protección del capital.
Filosofía Inversora.-
1) Gestión Activa.
Durante tiempo fue feligrés (casi “fanboy”) de los “values” patrios. Con esa experiencia en los hombros y tras algunas lecturas relevantes en la mochila (Bogle y Taleb), mi conclusión es que invertir en un fondo de gestión activa es un simple “acto de fe” que, sin embargo, solemos tratar de racionalizar (disfrazar de racionalidad) a posteriori. De hecho, creo que es esa necesidad de racionalizar a posteriori nuestras frágiles convicciones inversoras, uno de los principales motivos que nos impulsa a husmear en foros como éste.
Piensen en esta pregunta: ¿Conoce alguien un método que permita elegir consistentemente a los gestores que van a batir al mercado durante los próximos años (incluyendo un cierto largo plazo)?... La respuesta es NO (punto). Simplemente, no existe “ELDORADO” por mucho que lo deseemos.
¿En qué solemos basar, entonces, nuestra fe en la gestión activa la mayoría de los mortales? Fundamentalmente, en una mezcla de análisis de los rendimientos pasados del gestor más una dosis de nuestra intuición particular. Pero, recordemos,.. hasta la CNMV insiste en repetirnos siempre que puede que “rendimientos pasados no garantizan resultados futuros”… Es simplemente un sesgo de nuestra mente creer que el futuro se va a parecer necesariamente al pasado, al igual que también suele ser bastante sesgado el aporte idiosincrático que introduce nuestra propia intuición en estos asuntos.
Pero, digo más, incluso unos rendimientos destacados durante muchos años NO garantizan necesariamente un talento especial en ningún gestor. La cuestión relevante aquí es que el rendimiento de un fondo depende de muchas otras variables que NO son el talento inversor del gestor y que estas variables exógenas pueden estar actuando injustamente, tanto en su favor como en su perjuicio, durante periodos muy largos y confundir nuestro juicio. Así, unas veces el gestor parecerá mucho más torpe de lo que realmente es (por ejemplo, quizás los “value” actualmente frente a los “growth”) y otras veces justo al revés, parecerá erróneamente un nuevo Buffet (por ejemplo, los que se vieron beneficiados por la ventaja del factor “value” frente a otros factores en periodos significativos de décadas pasadas). Recuerden que uno de los principales libros de Taleb se titula justamente “Engañados por el Azar”… Pues eso.
En resumen, mi conclusión es que un cliente de fondos de gestión activa es simplemente un “hombre de fe”. Si tiene mucha fe, invierte en pocos fondos y si tiene poca fe, el miedo le impulsará a diversificar más e invertirá en un amplio abanico de fondos de gestión activa. Yo, a estas alturas, soy un descreído de la gestión activa en general (aunque, como verán, este hecho todavía no está reflejado del todo en mi cartera).
Pero hay 2 variables importantes que SÍ puede controlar un inversor en fondos de gestión activa:
a) Las comisiones.
En los países con mayor cultura financiera, los fondos de gestión activa presentan comisiones y gastos mucho más comedidos que en el solar patrio (aquí son habitualmente “depredatorias”). Y es que, en esos países, la gestión indexada los tiene cada vez más arrinconados, con razón, y no tienen más remedio que ajustarse el cinturón al máximo, al menos ante inversores minoristas informados. Por ello, actualmente considero que para mí toda comisión de gestión por encima del 1% es un abuso. A lo sumo admito, y a regañadientes, las de 1,25%.
b) El tamaño del capital bajo gestión.
Junto a los bajos costes es la otra gran variable que da a la gestión activa alguna opción de superar a la indexación. El incremento exponencial del capital bajo gestión es inevitable en los fondos con éxito y es, también, la garantía de su declive. Si el fondo no “cierra” hay que salir por patas antes de que el tamaño del capital bajo gestión entorpezca en exceso el rendimiento. Además, el éxito del fondo suele llevar aparejados otros posibles factores que son predictores potenciales de un declive del rendimiento: el gestor se hace mayor, se hace rico, acumula problemas familiares y de otro tipo… y, por tanto, es factible que disminuya su motivación (son humanos).
2) Gestión Indexada.
Valoro muy positivamente la gestión pasiva (indexación diversificada al mundo y con entradas también muy diversificadas, a poder ser periódicas, en el tiempo). La indexación ha demostrado empíricamente tener muchas mejores garantías de éxito a largo plazo que la gestión activa promedio (su éxito es que garantiza que obtendremos, al menos, el segundo puesto en la carrera, lo que NO es poco). Pero la valoro también, y muy especialmente, por seguir un proceso inteligente basado en tres principios bastante sólidos (nada de “gestión tonta” como dicen los “listos”):
a) El futuro de cualquier acción bursátil es esencialmente incierto
b) A largo plazo, la economía global crece y la indexación diversificada al mundo recoge ese crecimiento con costes extremadamente eficientes.
c) La indexación es una estrategia convexa: lo que no funciona o deja de funcionar se abandona asumiendo el correspondiente coste parcial pero, a cambio, NUNCA se pierde uno el potente beneficio que generan los grandes valores ganadores de cada época (dicho de otra manera, la indexación no tienen nunca “5 hijos que no utilizan Facebook… ninguno”). La indexación hace que uno evite los múltiples ERRORES DE OMISIÓN de la gestión activa (y esto es mucho más importante de lo que parece en el resultado a largo plazo, sobre todo si el gestor activo de turno le añade, además, una buena dosis de ERRORES DIRECTOS -trampas de valor- y remata la faena con unas comisiones nada despreciables).
Un “pero”, no obstante, a la gestión indexada. Como la eficiencia de los mercados se expresa en el largo plazo y no necesariamente siempre en el corto, se corre el riesgo de participar en burbujas y, también, en mercados exageradamente bajistas. Me parece que, actualmente, llevamos varios años de mercado cada vez más “burbujeante” y, claro, en estas condiciones me parece poco sensato hacer un “all in” a la gestión indexada, por muy interiorizada que tenga uno ya, por fin, justo ahora que no toca, su filosofía. Pero, si fuera joven y estuviera empezando a construir una cartera a muy largo plazo con aportaciones periódicas, no me lo pensaría.
En resumen, felicidades a los que lleven años participando de la sensatez, la racionalidad y la simplicidad de un buen plan de indexación. Ese será el autobús de una parte relevante de mi cartera en el futuro (doy mi palabra aquí) pero esperaré con paciencia a que se den unas circunstancias mínimamente propicias.
3) Otras estrategias de gestión (La Cartera Permanente)
Unos índices de RV cada vez más “burbujeantes”, unidos a las ya habituales políticas de “represión financiera” más la reciente inflación, han hecho que me movilice en el último año y medio en busca de estrategias alternativas de inversión que me encajaran. Y en éstas me topé con la Cartera Permanente de Harry Browne, abrazándola tras el correspondiente estudio (aunque el estudio NO ha acabado,... también es “permanente”).
Supongo que muchos habréis oído hablar de ella en los últimos tiempos, al menos de pasada (de hecho han salido dos fondos siguiendo esta estrategia en el último año y pico: Icaria Capital Cartera Permanente y Kronos)… Harry Browne era un inteligente y peculiar ciudadano estadounidense (llegó a presentarse a la Presidencia USA por el partido libertario) que tras hacer fortuna especulando con el oro y la plata durante la convulsa década de los 70” del siglo pasado, llegó a la conclusión de que se había hecho rico de “chiripa” (una reflexión de lo más inteligente, ...lo habitual es pensar que uno es muy “listo”) y se centró en desarrollar una estrategia focalizada en proteger en el futuro su patrimonio frente a casi cualquier circunstancia de mercado. No explico aquí la filosofía en detalle porque sería muy largo. El que tenga interés que pregunte y le doy enlaces si quiere profundizar.
El caso es que la estrategia de la Cartera Permanente ha dado empíricamente muy buenos resultados (una razonable rentabilidad con una volatilidad muchísimo más baja que la RV) en los últimos casi 50 años. Sin embargo, tengo claro que los “backtest” los carga el diablo y desconfío absolutamente de sacar conclusiones precipitadas exclusivamente de datos pasados satisfactorios. Volvamos a recordar: “rendimientos pasados, no garantizan resultados futuros”... Sin embargo, SÍ me seduce la, digamos, “lógica macroeconómica” que subyace al planteamiento de la Cartera Permanente. Sería algo así como (simplificando mucho)… si tengo inversiones proporcionales en cuatro tipos de activos distintos muy descorrelacionados (Renta Variable, Renta Fija máxima calidad y largo plazo, Oro y Liquidez) que responden diferencialmente y con bastante contundencia a las cuatro situaciones básicas del mercado (Crecimiento con inflación, Crecimiento con deflación, Recesión con inflación y Recesión con deflación), siempre es posible compensar el deterioro de algún/os de esos activos en cada situación de mercado con el incremento de valor que asume casi inevitablemente algún/os otro/s de esos activos (por ejemplo, en la estanflación de los 70” sufrió mucho la renta variable y los bonos pero se disparó el oro y la liquidez, por su parte, permitió comprar los activos que habían caído a precios ridículos). Porque, además, un concepto clave en la Cartera Permanente son sus correspondientes reglas de rebalanceo… y no me extiendo más, que sería muy largo y, además, no pretendo convenceros de nada.
Vayan al servicio, y en unos minutos, les enseño ya mis “carnes morenas” (lo que de verdad les interesa) sin mas rollos teóricos.
Saludos