Los aranceles de Donald Trump arreglarán un sistema que está roto
Tendremos que abordar el aluvión de armas no arancelarias utilizadas para estrangular las exportaciones estadounidenses.
El autor es asesor principal de Comercio y Manufactura del presidente Trump
El sistema de comercio internacional está roto y la doctrina de aranceles recíprocos de Donald Trump lo reparará. Esta reestructuración hará que tanto la economía estadounidense como la mundial sean más resilientes y prósperas, al recuperar la equidad y el equilibrio en un sistema que había sido manipulado en contra de Estados Unidos.
Durante décadas, según la normativa sesgada de la Organización Mundial del Comercio, Estados Unidos se enfrentó sistemáticamente a aranceles más altos por parte de sus principales socios comerciales y a barreras no arancelarias mucho más punitivas. Como resultado, nos enfrentábamos a una emergencia nacional que amenazaba tanto a nuestra prosperidad económica como a nuestra seguridad nacional.
En el centro de esta crisis se encuentra un déficit comercial de bienes que se ha disparado a más de un billón de dólares anuales. Los modelos económicos de libre comercio según los cuales los desequilibrios comerciales crónicos acabarán eliminándose mediante ajustes de precios y tipos de cambio son completamente erráticos.
Los déficits comerciales acumulados de Estados Unidos en bienes desde 1976 —año en que comenzaron los déficits crónicos— hasta 2024 han transferido más de 20 billones de dólares de la riqueza estadounidense a manos extranjeras. Esto representa más del 60 % del PIB de EEUU en 2024. Intereses extranjeros se han apropiado de enormes extensiones de tierras agrícolas, viviendas, empresas tecnológicas e incluso parte de nuestro suministro de alimentos.
Un factor fundamental de este comercio unilateral es la regla del "país más favorecido" (NMF) de la OMC, que exige a los países miembros aplicar el arancel más bajo que ofrezcan a cualquier país a todos los miembros de la OMC. Los socios comerciales de Estados Unidos pueden mantener aranceles altos y uniformes en todos los ámbitos, sin ningún incentivo para negociar condiciones más justas con Estados Unidos.
Desde 1979, año en que los empleos del sector manufacturero alcanzaron su máximo en EEUU y la Ronda de Tokio del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio marcó el comienzo de importantes reducciones arancelarias impulsadas por la NMF, EEUU ha perdido 6,8 millones de empleos en el sector manufacturero. Desde que China se incorporó a la OMC en 2001, la media de los ingresos semanales reales en Estados Unidos se ha estancado , con un incremento de poco más del 10 % durante todo el período.
Ahora mismo, el arancel medio de NMF en EEUU asciende a solo el 3,3 %. El de China es el doble, del 7,5 %. Tailandia y Vietnam rondan el 10 % e India se sitúa en un 17 %. Esta diferencia se extiende al sector automovilístico: la UE cobra un arancel cuatro veces superior al de Estados Unidos, del 10 %, para los turismos, mientras que el arancel base de importación de China para los vehículos de pasajeros asciende al 25 %.
Peor aún es la cantidad de armas no arancelarias que utilizan los países extranjeros para estrangular las exportaciones estadounidenses, aumentar injustamente sus envíos a EEUU y bloquear sus propios mercados. Entre estas herramientas se encuentran la manipulación de divisas, las distorsiones del impuesto al valor agregado, el dumping, los subsidios a la exportación, las empresas estatales, el robo de propiedad intelectual, las normas discriminatorias sobre productos, las cuotas, las prohibiciones, los regímenes de licencias opacos, los procedimientos aduaneros engorrosos, los mandatos de localización de datos y, cada vez más, el uso de la "guerra legal" en lugares como la UE para atacar a las grandes empresas tecnológicas de EEUU. Además, muchos competidores extranjeros operan desde talleres clandestinos y paraísos de contaminación que dañan moral y ambientalmente el panorama global desde Asia y África hasta América Latina.
Los aranceles de Donald Trump arreglarán un sistema que está roto | Financial Times (expansion.com)