Ni cristalitos, ni fontanería, ni robos, ni leches. Lo más gordo que puede ocurrirle a un hogar es un incendio.
El fuego, el humo, el calor, el hollín, las presiones que generan las explosiones de humo o gas y la acción de los bomberos son capaces de generar la pérdida total de los bienes acumulados en cualquier hogar y, con ello, suponer la destrucción o inviabilidad de la construcción en su conjunto además de causar graves daños a los bienes de terceros (vecinos, inmueble, vehículos, redes,...) a lo que se puede sumar la eventual existencia de daños personales; incluso muertes.
Este cuadro que dibujo no es virtual. Sucede y tiene consecuencias terribles.
La NFPA tiene calculado que por cada millón de habitantes, 14,2 morirán anualmente en un incendio ocurrido en el hogar. En la franja de niños de 0 a 9 años el ratio de fallecidos es de 43 por millón de niños de esa edad, mientras que los ancianos de más de 75 años perderán a 96,5 personas por cada millón de habitantes. En España cada día se produce una horquilla de entre 50 y 90 incendios en viviendas que genera unos 300 fallecidos y 2.700 heridos anuales de media. Los daños materiales suponen algo más del 1% del PIB y, según el Instituto Europeo del Cobre cerca del 50% de nuestros hogares (unos 75 millones de viviendas construidas antes de 1980) tienen un riesgo de incendio desproporcionado.
El 43% de los incendios se origina en el sálón, el 30% en dormitorios y solo el 19% en cocinas. Sin embargo en las cocinas solo fallece el 9% de las personas afectadas por un incendio mientras que en los dormitorios lo hace el 39%.
Seguimos en nuestros hogares sin tener un extintor a mano. Seguimos sin instalar detectores de humo que solo precisan un tornillo y una pila de 9 voltios para darnos tranquilidad mientras dormimos. Un detector de humo en Leroy Merlin cuesta unos 25 € y puede salvarnos la vida ¿por qué no los instalamos? He de confesaros que yo tengo instalado uno en cada habitación, otro en la cocina, otro en el despacho y otro en la sala. Hace poco detectaron una sartén ardiendo por un despiste y el daño se limitó al mueble de la campana, el extractor y algo de pintura ¿qué habría pasado si no hubiéramos tenido este dispositivo? Prefiero que haya quedado en el campo de la incógnita...
Por tanto, mi primer consejo consiste en proponeros que gastéis la increible y horrorosa suma de 100 a 200 € e instaléis detectores de humo. De entrada, si lo seguís, este consejo me convierte automáticamente en uno de vuestros mejores amigos. ¿No hay quien se gasta varios cientos más en poner una alarma de robo por si le "limpian" el plasma y el video? ¡Pues a poner prioridades! En Escandinavia, por ejemplo, son obligatorios. También nos protegen en cualquier hotel ¿por qué no en casa?
Ahora que ya tenemos claro que un incendio nos deja con una mano delante y otra detrás, tenemos que pensar ¿y al cabo de un minuto qué?
¡Necesitaremos un seguro que funcione! No todos lo harán, desgraciadamente. Solo los que estén bien diseñados, se adapten a nuestro estilo de vida (el café para todos es un claro enemigo de la diversidad) y, además, sean gestionados profesionalmente.
Por tanto lo primero que nos debemos plantear cuando hablamos de asegurar una vivienda, nuestro hogar, es que el seguro deberá ser capaz de resolver eficientemente una pérdida total tanto de contenido como de nuestra edificación y deberá ser capaz de encajar sobradamente los posibles daños que causemos a terceros. Pero también deberá ser capaz de cubrir correctamente una pérdida parcial pues, por ejemplo, una amiga mía asegurada en Linea Directa por Bankinter no cobró el contenido de su casa porque el total de los daños era inferior al 85% del valor asegurado: solo le pagaron unos pocos equipos electrónicos que se indemnizan aparte por un total de 1.100 € y perdió más de 30.000 € que no le pagaron. También tenemos que hacer una seria reflexión acerca de un detalle muy importante: si el seguro se queda corto, el resto tenemos que ponerlo nosotros... ¡si hay!
Y para resolver ese problema deberemos ser capaces de entender que precisaremos un seguro que conozca la realidad de nuestro patrimonio y para ello deberemos dejar la comodidad aparcada durante un rato. Los comodones, en seguros, llevan las de perder ¡siempre!
Para contratar nuestro seguro deberemos ser capaces de:
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Comprender que lo que tenemos que proteger es algo valioso y que no tenemos capacidad financiera ni económica de reponer sin la ayuda de una herramienta que aporte dinero en grandes cantidades y suficiente, sin suponer endeudamiento, si se presenta el siniestro.
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Comprender que dicha herramienta es el seguro.
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Comprender que quien conoce el seguro y, por tanto, es capaz de aportar el conocimiento técnico, legal y (especialmente) práctico es el profesional del seguro (agente o corredor) y que este profesional debe ser tan escrupulosamente seleccionado como el médico que elegiríamos para intervenirnos quirúrgicamente. No hay lugar para aprendices, primos, cuñados ni empleados de banca sin formación. ¡Con esto no se juega!
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Comprender que no existen "botones mágicos". No hay un "botón mágico" que nos diga cuanto vale lo que tenemos en casa. Simplemente porque cada casa, cada armario, cada contenido de congelador... ¡es distinto! Nunca, jamás aceptéis que un tipo dedicado al seguro os diga lo que vale cuanto tenéis en casa: ¡no tiene ni puta idea!
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Comprender que deberéis dedicar una tarde a valorar vuestro contenido. Tomaréis una libreta, un lápiz y goma y recorreréis habitación tras habitación, abriendo los armarios y contando cuantos pantalones y su valor promedio, cuantas blusas y su valor promedio... la ropa de cama, las lámparas, cortinas, zapatos, ropa interior, colchones, libros, DVD, videojuegos,... ¡TODO! Iréis a la cocina y calcularéis cuanto vale vuestro stock de artículos de droguería, la vajilla, la cubertería, vuestra batería de cocina, la despensa, lo que tenéis refrigerado y en congeladores. Insisto ¡TODO! Un incendio no perdona nada. Y ese TODO tiene una traducción muy sencilla: es lo que os aporta calidad de vida y un seguro sirve para mantener ese estilo de vida tras un siniestro. No os engáñéis y haced las cosas bien, tomaos este consejo en serio, calculad el resultado y cuando tengáis ese valor tomad vuestro seguro actual y contrastad la realidad con lo que "imaginábais" que era esa realidad. Si el resultado es que os quedábais cortos echad cuenta de lo que ibais a perder. Si os pasábais cuatro pueblos ¿para qué pagar de más?
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Comprender que nuestra casa no tiene que asegurarse por el valor de compra: comprar esa casa si está en primera línea del mar, frente a la playa, tiene un valor y si está en un barrio trabajador tiene otro muy distinto. Pero si los materiales son idénticos el coste de reconstrucción será el mismo en ambos casos. Por tanto, si tenemos una hipoteca de 200.000 y un seguro de 200.000 empezad a pensar que "algo huele a podrido en Dinamarca" (eso es de Hamlet, por si alguien no conoce la cita).
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Comprender que nuestra casa no tiene que asegurarse por el valor de reposición que aparece en nuestra tasación (de haberla). Dicho coste de reposición se define como el valor de la vivienda descontado el valor del suelo. ¿Y qué tiene eso que ver con una reconstrucción? ¡Nada!
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Comprender que nuestra casa, el edificio o continente, deberá ser valorado de acuerdo con la suma de los siguientes gastos necesarios para RECONSTRUIR: tasa de bomberos (cobran...), demoler todo lo afectado por el incendio, desescombrar todo ello así como el contenido afectado, darle tratamiento en un vertedero capacitado para gestionar materiales contaminados (los procedentes de incendio, hormigones y maderas lo son y si hay uralita, sintasol o aislantes con amianto aún peor), obtener permisos, licencias, nombrar arquitecto, aparejador, constructor, contratar seguro de responsabilidad civil como promotor, el decenal de daños y el todo riesgo de construcción, la OCT y, finalmente, proceder a ejecutar la totalidad de la obra. Pero, además, mientras tanto, mientras dure la reconstrucción, tendremos que vivir en algún lado ¿verdad? Pues debemos contar con dinero suficiente aportado por el asegurador destinado a alquilar una vivienda; los valores que aparecen en la tasación tampoco contemplan esa necesidad porque al banco ni le preocupa que vivas bajo un puente o de gorra en casa de tus padres ¿Sabías esto, amigo lector? Muchos de esos costes REALES y NECESARIOS no te vienen en la tasación y, por ello, la mayoría de las viviendas hipotecadas en España cuyo seguro ha sido gestionado por un banco o por "aficionados" simplemente están mal hechos y funcionarán mal en caso de siniestro ¿cómo lo ves? A mí me causa pavor porque sé que detras de eso hay familias con sus hijos... y, en estos momentos, sería aún peor el drama que les afectaría. Que afectará estadísticamente a 1.500 hogares españoles este año.
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Comprender que uno debe leerse las instrucciones de todo lo que compra; también del seguro. Si uno mira el librito que viene con su seguro (es obligatorio legalmente entregarlo) al principio está un capítulo denominado "DEFINICIONES" que nunca nadie lee. En esas definiciones hay una que suele denominarse "SUMA ASEGURADA" seguida de una explicación: la compañía aseguradora de turno NUNCA PAGARÁ UN CÉNTIMO MÁS de la cantidad que se haya asegurado POR LA SUMA DE TODOS LOS CONCEPTOS. Así que, por favor, haced los deberes, tomaos el asunto en serio y sumadlo ¡TODO! . Merece el esfuerzo de una tarde.
Para el próximo artículo dejo los detalles en la valoración de los bienes. Si tenéis un momento, pasaos por el artículo
http://www.rankia.com/blog/seguros/2008/11/criterios-de-valoracin.html donde comento las distintas fórmulas para valorar que se aceptan en seguros y sus posibles consecuencias en caso de siniestro. Con ese material entenderé que existe fundamento suficiente para atacar la valoración sin repetir artículo en el Blog.
Saludos cordiales,
NB: artículo revisado el 8/7/2013 por inclusión de caso real no cobertura de daños al contenido por no alcanzar el mínimo del 85% de la suma asegurada en Linea Directa.