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                                       FERNANDO ESTEVE MORA

Hace un tiempo ( en 2022) dediqué una entrada (https://www.rankia.com/blog/oikonomia/5440439-votando-tus-enemigos-busqueda-explicaciones-porque-abajo-votan-mal) a dar cuenta del fenómeno, cada vez más corriente, de que tendencialmente las gentes de las clases económicamente más bajas votasen a partidos conservadores o de derechas. Algo en sí paradójico, dado que la persecución de sus intereses económicos y sociales les deberían llevar a votar a los partidos de izquierdas que se caracterizan por tratar de llevar adelante políticas económicas y sociales más igualitarias y protectoras.

Lo que hoy haré en esta entrada es traer aquí los resultados de un estudio del que he tenido noticia hace poco y que refuerza una de las explicaciones que aduje en aquella entrada a ese paradójico fenómeno político.

El estudio lleva por titulo Hierarchy, Dominance, and Deliberation:
Egalitarian Values Require Mental Effort
y es de  Laura Van Berkel, Christian S Crandall, Scott Eidelman, y  John C Blanchar y fue publicado en  2015 en la revista   Personality and Social Psychology Bulletin.
  
Para dar cuenta del mismo, merece la pena ponerse en situación pues uno no puede sino maravillarse del ingenio de estos investigadores a la hora de "testar" su hipótesis. Y la situación nos lleva a una noche del verano de 2012 en que un grupo de investigadores encabezado por Laura Van Berkel, una estudiante de posgrado de Psicología, se encontraba a la salida de un bar en en Lawrence, Kansas. Su objetivo era investigar cómo el consumo de alcohol afectaba a la actitud o la posición de la gente acerca de la igualdad. El método era muy simple: cuando alguien salía del bar, independientemente de su "estado", los investigadores le hacían una serie de preguntas a la vez que  medían su nivel de alcohol en sangre. (Por ejemplo, se pedía a los parroquianos  que calificaran, en una escala de nueve puntos, la importancia del “control o dominio sobre las personas o los recursos” como un “principio rector en su vida”). La hipótesis que trataban de confirmar los investigadores era la de que se necesita cierto esfuerzo mental para "superar" el pensamiento jerárquico, y de que, como resultado, las personas borrachas, experimentarían más problemas a la hora de  pensar de manera igualitaria.

Me imagino, por experiencia personal, de las dificultades de los investigadores para conseguir que los parroquianos se aviniesen a participar en el estudio. Pero el caso es que los investigadores consiguieron que ciento siete clientes aceptasen ser entrevistados fuera del bar, y encontraron que de esos 107, los que estaban técnicamente borrachos daban sistemáticamente respuestas más conservadoras, mientras que los sobrios daban respuestas más progresistas. a las cuestiones que implicaban tomar posiciones acerca de la igualdad.   

Durante los años siguientes, Van Berkel y su equipo realizaron cinco experimentos más, explorando la relación entre el esfuerzo mental y el apoyo a la jerarquía/desigualdad. En cada caso, encontraron que los problemas de tipo cognitivo, como estar estresado o distraído con otras cosas, hacían que las personas fueran más propensas a favorecer/aceptar la jerarquía o la desigualdad. Incluso fomentar el “pensamiento con poco esfuerzo” (por ejemplo, obligando a los encuestados a pensar rápidamente) hizo que las personas fueran más respetuosas con quienes estaban a cargo ocupando las posiciones más elevadas. 

La investigación de Van Berkel es parte de un esfuerzo mayor por comprender cómo encaja la jerarquía en nuestra vida mental. Sus hallazgos sugieren que, en muchas situaciones, el pensamiento jerárquico es el predeterminado; el que "de salida" nos sale espontáneamente cuando no tenemos el tiempo, la energía, la inclinación o la capacidad para pensar detenidamente, recurrimos a la noción de que debemos honrar a quienes tienen más poder y prestigio. Es decir, que la idea/hipótesis  de Van Berkel es que la aceptación de la jerarquía formaría parte de lo que Daniel Kahneman, el psicólogo merecedor del  Premio Nobel de Economía por sus estudios en Economía del Comportamiento, ha denominado Sistema I de pensamiento. Sería una de esas heurísticas o sesgos mentales que orientan nuestras decisiones y comportamientos cuando no actuamos reflexivamente, es decir cuando no usamos del Sistema II de pensamiento.(Más sobre esta distinción aquí: https://www.rankia.com/blog/oikonomia/3019076-irracionalidad-nuestros-lideres)

Habría una justificación/explicación evolutiva de esta hipótesis. La especie humana compartiría con "sus" especies cercanas (chimpancés, bonobos, gorilas y otros monos antropoides) una tendencia a aceptar los grupos sociales jerarquizados, (como se sigue de la lectura de La política de los chimpancés, ese magnífico libro del recientemente fallecido Frans De Waal) pero lo que nos separaría de estos primos más o menos cercanos o lejanos es la tendencia opuesta: la búsqueda o persecución de la igualdad  social, tendencia que habría surgido a la vez que la racionalidad. Es decir, que lo que nos "sale" espontáneamente, instintivamente, irracionalmente,  cuando borrachos, es lo que compartimos con los monos antropoides,  o sea,  la tolerancia de la desigualdad y la persecución de los puestos jerárquicos superiores. Y de ahí las respuestas autoritarias de los beodos en el experimento de Van Berkel. Ya se sabe, como dice el adagio latino "in vino veritas", que borrachos cierto que somos sinceros, pero sinceros eso sí respecto a esa parte de nuestra naturaleza común con los  chimpancés, bonobos y gorilas. Pero lo que nos separa de ellos, lo que nos hace humanos, específicamente, lo que nos exige ser racionales, es la lucha contra la desigualdad. Lo que ocurre es que ser sincero con esa otra parte de nuestra naturaleza, la que implica usar del Sistema II de pensamiento, es costoso.

Y, como ya señalé, lo que  dos "economistas del comportamiento", Sendhil  Mullainathan y Eldar Shafir, han demostrado en su libro,  Scarcity: The True Cost of Not Having Enough , es que la escasez, el no tener lo suficiente, no sólo consiste en no poder acceder a bienes económicos, o sea, en ser pobre, sino que en nuestros tiempos significa también que tampoco se tiene el tiempo y los recursos para informarse y tomar decisiones racionales. Es decir, para usar el Sistema II de pensamiento. Sencillamente. si uno no tiene dinero para sobrevivir, ha de dedicar todo su tiempo y todos sus recursos a "buscarse la vida", por lo que no es nada extraño que tome decisiones en política usando el Sistema I de pensamiento que, ahora Van Berkel y sus colegas han mostrado tiene un sesgo claro hacia la aceptación, defensa y mantenimiento del statu quo, de la jerarquía existente y de la concomitante desigualdad. En consecuencia, no sería nada extraño que las posiciones políticas conservadoras y antiigualitarias tengan tanta (e inesperada) audiencia entre los que sufren esa desigualdad. 

Y un último punto. Resulta evidente que no sólo los pobres experimentan un estrés cognitivo asociado a tener que dedicar todo su tiempo y sus recursos mentales a buscarse la vida. Se me ocurre que hay otro grupo poblacional que, a lo que parece,  también ha ido alterando su patrón electoral en las últimas décadas. Me refiero a los jóvenes. Antes era un lugar común el creer que los jóvenes en su mayoría, y por el mero hecho de serlo, tendían a defender las posturas políticas más radicales por rebeldes, antijerárquicas, progresistas...La realidad parece estar desmintiendo esa noción. Hoy, más bien, los jóvenes, se están alejando rápidamente de todo lo que les "huele" al progresismo de otros tiempos. Sí, a lo que parece seguirían siendo radicales, como les tocaría por ser jóvenes,  pero radicalmente conservadores, antiprogresistas, antiigualitarios.

Y, entonces, ¿podría la hipótesis de Van Berkel ser aquí  también de utilidad para explicar esta "deriva" política de los jóvenes? Es decir, ¿estarían los jóvenes sometidos a una estrés cognitivo, diferente al que supone la pobreza, que les hiciese decantarse cada vez más por las posiciones projerárquicas? Quizás. Al menos mi contacto cotidiano con estudiantes en edad de votar me lleva a pensar que tanto las preocupaciones por el futuro laboral como las presiones para llevar una vida y estar al día en una "sociedad del espectáculo" tan cambiante, omnipresente y llena de alternativas y diversiones (demasiadas redes sociales ¿quizás?) como la actual, suponen un claro estrés cognitivo que deja poco tiempo y recursos mentales para dedicarlo a pensar en asuntos políticos. 


 





   
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  1. Top 100
    #1
    04/05/24 13:13
    ...y despues estamos los cinicos.....gran articulo...hay mucho detras del sentido de.proteccion...cuando alguien esta en debilidad se pliega...ergo....las fortalezas deben de hacer de la erguidez...del propio amor...la baza de la no servidumbre...es sencillo...si entras en el juego de dinero...entras en el juego del poder.....y es alli donde se pierde...un abrazo.