Staging ::: VER CORREOS
Acceder

Economía de la "Leyenda Negra"

Acerca de las inconsistencias económicas de la Leyenda Negra
                                       FERNANDO ESTEVE MORA

Más o menos, con cierto interés, he ido siguiendo un poco estos años el debate acerca de la "Leyenda Negra" antiespañola que suscitó el libro Imperiofobia y Leyenda Negra de Maria Elvira Roca Barea. El libro me pareció muy correcto, y sus tesis principales enteramente demostrables y demostradas: (1) que la "Leyenda Negra" nos un invento, que fue un fenómeno construido y real ; (2) que nada mejor para entenderla (en términos modernos) que como una típica operación de desinformación en el marco de un enfrentamiento geoestratégico ente España y el resto de potencias europeas de la época (siglos XVI-XVIII) a los que se sumó la nueva potencia imperial, los EE.UU.,  a partir del siglo XIX;  y, finalmente, (3) que sigue produciendo efectos, es decir, que aunque ya no se agreguen nuevos elementos denigradores de lo español a la misma, sigue pesando en  el imaginario colectivo  de muchos países en lo que respecta a la idea peyorativa que de España y los españoles tienen mayoritariamente sus habitantes y así la pervivencia de la Leyenda Negra es uno de los factores explicativos de las dificultades que experimenta hoy España como país y sus empresas en las relaciones internacionales (recuérdense, por ejemplo,  los impertinentes desatinos  de AMLO pidiendo que el Estado español pida perdón,  o los problemas de las multinacionales españolas en casi todos los países "latinoamericanos", a cuenta del pasado genocida  de los españoles  de antes, "pecado" que que como una maldición bíblica pesaría todavía en el debe de los  españoles o de la España de ahora).

Las críticas a la obra de doña Elvira, que se aparecieron en la prensa más que en revistas especializadas de Historia a cuenta de que la obra de la señora Roca era de "divulgación",  me parecieron sencillamente desencaminadas  por "clasistas" y acientíficas. Entre las primeras, las más vulgares y rastreras consistían en criticar un libro de su ambición acudiendo a cuestiones "formales",  no metodológicas, ya se sabe la presencia de erratas  en algunas  citas y en algunas fechas (corregidas en sucesivas ediciones) y demás cuestiones "externas" de poca relevancia para las tesis centrales de la obra. En el fondo, este tipo de descalificaciones tiene para mí un componente claramente  "clasista" pues manifiesta a las claras el "desprecio" del mundo universitario, académico, por una "parvenu", una profesora de literatura de Bachillerato, que, encima,  se ha "forrado" con su obra. Y sí, estoy seguro que también ha habido en las críticas a la señora Roca Barea mucha envidia económica a cuenta de su fenomenal éxito editorial.

El otro tipo de criticas, aquellas que apuntaban al contenido, cuestionaban el fondo de las tesis acerca de la Leyenda Negra de la señora Roca Barea con nulo éxito en mi opinión. Y es que, aunque pretendían ser de tipo científico, realmente eran de tipo político. Defender el papel  relativamente más o mucho más benévolo del imperialismo español en América y Filipinas que el de los imperialismos inglés, francés, belga, holandés y yanqui, supone en nuestro desventurado país el ser considerado, si no profranquista, si al menos un derechista radical, cosa que ningún demócrata de calidad puede permitirse. Dicho de otra manera, se criticó la obra de doña Elvira acudiendo a una crítica ad hominem, por ser quien era, por ser políticamente de derechas.

Para estos críticos "políticos" del tratamiento relativamente favorable hacia el  imperialismo español, la Leyenda Negra, caso de que siquiera se admita su existencia que muchos historiadores "académicos" lo niegan,  fue históricamente un asunto menor y cuya importancia, hoy día, sería totalmente desdeñable. Y no sólo eso, sino que la realidad que denunciaría la Leyenda Negra era, despojada de exageraciones, fundamentalmente cierta. Es decir, que la llamada "conquista" de las Américas conllevó un genocidio no sólo cultural sino -en sentido estricto- étnico  asociado al comportamiento agresivo y criminal de los españoles de la época.

Pues bien, respecto a lo primero, hay que señalar que es falso de solemnidad que la "lenegroyenda" sea cosa del pasado y se  comprueba fácilmente leyendo cualquier libro de historia general de la época escrito por autores anglosajones, nórdicos y centroeuropeos. La "Leyenda Negra" sobre España no sólo existió, sino que vive  y goza todavía de excelente salud al menos en la literatura histórica, por no decir en la prensa y en el imaginario colectivo de nuestros estimados socios del mundo occidental. Básicamente, los "españoles" en general somos fanáticos, intolerantes, violentos y  crueles de nacimiento, y sólo tras grandes esfuerzos educativos podemos ocultar o mejor dicho, reprimir en nuestro comportamiento, lo que "nos pide el cuerpo", esa "marca de Caín".

Pondré un ejemplo concreto, pero hay muchos, mchos más. Hace nada acabo de terminar un excelente libro, The End of the Megamachine. A brief history of a failing civilization, de 2020, escrito por un alemán, Fabian Scheidler. Es un libro excelente, repito,  que  usaré como referencia principal, si bien quiero acentuar que lo que diga "contra él" lo podría decir contra cualquier libro no español de historia siempre que en él  aparezca el tema de la "Conquista" española de las Américas (por cierto, ¿por qué a los españoles que fueron por entonces a buscarse la vida por allí se les llama siempre "conquistadores", y a los que que fueron desde Portugal,  Inglaterra, Francia u Holanda a las Indias Occidentales u Orientales a hacer exactamente lo mismo, o sea, invadir otras tierras habitadas por otras gentes, y que para "instalarse" en ellas recurrieron también a la violencia se les describe sin embargo como "colonizadores"? El uso de uno u otro término es obvio que NO es neutral. Una conquista es una invasión brutal, en tanto que una colonización no llega a ser siquiera invasión, como mucho suena a invasión pacífica. Esta elección terminológica es  un ejemplo más de la influencia actual de la Leyenda Negra)

De salida hay que reconocer que el libro de Scheidler , que en sólo 350 páginas ofrece una historia crítica de nuestra "decadente y fallida" civilización, ha recibido merecidos elogios de gente tan puesta en esto como el gran Noam Chomsky o Jean Ziegler entre muchos otros a quienes les parece toda una proeza intelectual ofrecer una tan buena descripción y explicación de los avatares de nuestra destructiva y hoy ya casi destruida  civilización en tan breves páginas.

Pues bien, Scheidler, teniendo tan escasas páginas para su gigantesca tarea de interpretar  la historia de la humanidad desde sus albores hasta hoy mismo,  no tiene sin embargo el menor empacho en dedicar nada menos que CINCO de esas escasísimas   a la conquista española de las Américas  bajo el siguiente epígrafe:   "Liberando el Monstruo" (de nuevo, obsérvese la elección de términos). Que quién es el Monstruo....pues muy sencillo: el "monstruo" son los Españoles de los siglos XVI y siguientes (el gentilicio lo escribe con mayúscula). Tras citar integra y textualmente la descripción que hace el padre Bartolomé de las Casas en su Brevísima Relación de la Destrucción de las Indias de las atrocidades cometidas por un grupo de soldados españoles contra un grupo de prisioneros indios , Fabian Scheidler dice textualmente:

 "El extremo sadismo en estas descripciones exige una explicación. ¿Cómo pudieron los Españoles comportarse tan monstruosamente, y no tan sólo ocasionalmente, sino sistemáticamente?"

Ahí la tenemos en esta GRAN PREGUNTA , a la que llamaré a partir de ahora la pregunta de Scheidler, toda  la Leyenda Negra condesada, en su mismísima esencia, vivita y coleando en 2020 como en sus mejores tiempos. Porque no, no es que aquellos soldados españoles concretos se comportaran abusivamente en aquella concreta situación descrita por fray Bartolomé. Eran algo más, eran  sádicos avant la lettre. O sea, eran unos enfermos mentales aquejados de la peor de las perversiones sexuales. Y lo eran además porque eran españoles. En efecto,  Scheidler no se para en llamar sádicos a ese o esos grupos de soldados españoles, sino que extiende su comportamiento monstruoso a TODOS los españoles de la época.

Y es que, para Fabian Scheidler, un autor comprometido políticamente, y como luego explica, la razón para ese comportamiento sádico y monstruosamente cruel de los españoles es de índole "cultural", racial por un lado y religioso por otro, nacional en último término. ¡Oh! La vieja, viejísima "historia" de siempre: la Reconquista, la Inquisición, la Intolerancia,  y demás características casi congénitas de "lo español" que nos han hecho crueles, sádicos, fanáticos e intolerantes de nacimiento, por ser quien somos, esencialmente.

Los españoles (salvo quizás los catalanes, ya que mucho más adelante en su obra Scheidler cita el Homenaje a Cataluña de Orwell) seríamos así de nacimiento "españoles". Sería ése nuestro pecado original, por el que deberíamos -claro está- de pedir perdón y rogar la absolución de los López Obrador o cualesquiera otros dictadorcillos "latinoamericanos" de turno con cara de tener algún antecesor amerindio. Lo único que hace Scheidler es echar algo de la culpa por las atrocidades cometidas por los españoles al capitalismo en la medida que fueron los banqueros genoveses, alemanes  y holandeses los que posibilitaron, financiándolo, que ese monstruo sádico pudiese salir de la Península Ibérica (miento, sólo de España, porque no sé muy bien por qué Portugal siempre se ha librado de leyendas negras, pese a su violentísima historia colonial. ¿Será por su tradicional alianza con Gran Bretaña?) y se extendiese por el mundo en el siglo XVI y concretamente por esaa Américas habitadas en algunas zonas por buenísimos salvajes rousseaunianos y en otras por avanzadísimas culturas desarrolladas en extensos imperios (1)

El caso es que he de reconocer que, durante mucho tiempo, acepté este tipo de "explicaciones". Como tantos otros, acepté la Leyenda Negra como Historia,  de modo que ante la pregunta de Scheidler,  mi respuesta pasaba por aceptarla como una pregunta digna de ser pensada y, eso sí,  devolvérsela a mi interlocutor (normalmente un ciudadano latinoamericano de izquierdas) en forma de doble respuesta:

a) Por un lado, citando al gran historiador de las cruzadas  R.C. Smail que dice lo siguiente: "La interpretación de los acontecimientos de una época a la luz de los supuestos y prejuicios de otra nunca puede producir una Historia satisfactoria" (Crusading Warfare, p.19). Juzgar  los actos de los "conquistadores" españoles con otros criterios distintos a los de su época, una época en que todos quienes participaban en ellas asumían como normales y valoraban como correctas las indecibles atrocidades cometidas por todos los bandos en las guerras que enfrentaban a  católicos,  musulmanes, herejes,  luteranos, anabaptistas, etc, es decir, juzgar la invasión española de las Américas  con los criterios asociados al Derecho Internacional que los mismos españoles (con figuras como De las Casas, Francisco de Vitoria o Melchor Cano)  construyeron tras ella, (antes por tanto de Hugo Grocio), tras el choque intelectual  que supuso el tropezarse con los nativos americanos es absurdo (¿eran o no seres humanos con derechos?) carece de sentido jurídico y moral, y por ende, histórico.  La Declaración de ls Derechos del Hombre y del Ciudadano , la ONU y el Tribunal de la Haya estaban todavía a siglos vista de los "conquistadores".

Por contra, y paradójicamente,  las atrocidades cometidas por los "colonos" ingleses, alemanes, franceses, holandeses, belgas y japoneses, los invasores de los países en donde se generó la Leyenda Negra, sí que tiene sentido moral, jurídico e histórico, pues sus invasiones sucedieron después,   después  de que ya existiera el Derecho Internacional  y  después de Locke, Hume, Kant y  Hegel y de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, cuando ya era aceptado intelectual, jurídica y moralmente que tales comportamientos atroces, antes normales,  eran  deleznables y condenables por atentar a las leyes morales y a las leyes jurídicas. (Es curioso a este respecto constatar que en la media página que Scheidler dedica a las atrocidades nazis, no aparece siquiera la palabra Holocausto, y la "culpa" del genocidio nazi no es de los "Alemanes" sino de la Megamáquina capitalista y la "comida de coco" que padeció el pueblo alemán que lo estaba pasando muy mal en mitad de una crisis económica. ¿Doble rasero?)

b) Por otro lado, mi respuesta era más agresiva y venía en los siguientes términos: "Sí, la verdad es que tienes razón. Está claro que TUS ancestros, eran unos auténticos sádicos. ¿Vayas atrocidades que hicieron! Menos mal que los MÍOS se quedaron en España. Porque fueron tus tatatatarabuelos no los míos quienes cometieron todas esas tropelías. Y fue una pena que no se fueran todos los españoles con genes sádicos pues así no hubiéramos tenido que padecer a gentes como Franco, Queipo de LLano o Millán Astray". Y es que, si acaso tiene sentido pedir perdón por las atrocidades del pasado lejano -que NO lo tiene- acudiendo a ese terrible mito judeocristiano  de la trasmisión del pecado por vía genética, debería ser el señor López Obrador y demás criollos quienes lo hiciesen pues fueron sus progenitores quienes hicieron esos desmanes. No los españoles que se quedaron en  España de los que procedemos los españoles de hoy en día en su mayoría.

Pero esa era mi forma de enfrentarme a las tonterías de la Leyenda Negra de antes. Y es que, desde hace tiempo, la pregunta de Scheidler ya no me parece siquiera una pregunta no sólo digna de ser contestada sino de ser siquiera planteada. Aceptarla como tal es, más bien un ejemplo de la tesis de doña Elvira Roca, pues una pregunta típica de una agenda de manipulación y desinformación. Es decir, la pregunta en sí no es neutral sino que presupone la respuesta. Es un ejercicio de manipulación. Y lo es porque no es una pregunta científica. Lo que me lleva a añadir que  lo que me extraña es que todavía haya por ahí erudos profesores de Historia, que se les llene la boca con la palabra ciencia que consientan en planteársela.

Quizás para entender lo que quiero decir, nada mejor que acudir al propio Scheidler quien nos ofrece, aún sin queriéndolo, una pista. Y es cuando afirma que el comportamiento monstruoso de los "Españoles" no lo fue así sólo ocasionalmente sino sistemáticamente. Porque  eso, ¿cómo lo sabe? Porque acudir como demostración a la información suministrada por el padre De las Casas es un disparate científico, pues -como es natural- De las Casas no hace ninguna estadística acerca de la frecuencia de los hechos atroces que narra. Y por supuesto no hay ninguna comprobación objetiva ni siquiera de esos hechos concretos. Dicho de otra manera, las descripciones de De las Casas y de otros autores NUNCA pueden ser usadas CIENTÍFICAMENTE como soporte de ninguna hipótesis  acerca del comportamiento sádico de los "Españoles", aunque sean ciertas, sencillamente porque hacerlo no es metodológicamente adecuado. Es equiparable a aceptar que tiene sentido preguntarse, tras saber de  algunos pacientes de cancer que se han curado tras beber agua de Lourdes, el por qué no se les da de beber agua de Lourdes a todos los enfermos como tratamiento oncológico. Un absurdo. Y esto  pasa con TODAS las demás descripciones de hechos atroces aislados.

Los psicólogos y los economistas del comportamiento hablan del "sesgo de disponibilidad" para referirse a la heurística o "atajo" que utiliza nuestra mente para INCORRECTAMENTE deducir que un acontecimiento tiene una elevada probabilidad de ocurrencia por lo disponible que sea para nuestra memoria. Pensamos, y pensamos mal, que los asesinatos machistas son los asesinatos más frecuentes o incluso que lo son más que los suicidios. No, lo que ocurre es que son tan visibles gracias a los medios de comunicación que, equivocadamente, nos parecen más probables.

Y, claro está, sucede cuando uno lee las insoportables torturas descritas por De las Casas que se les quedan grabadas para siempre en su cerebro y nuestra mente las asocia de modo "natural" e incorrecto -repito- a cualquier referencia a la "conquista" española. Es normal. Pero como cualquier científico serio sabe, las reglas para proceder a las generalizaciones son muy claras. Y no, no se puede generalizar como se ha hecho a partir de las descripciones de aquellos bienintencionados y beneméritos sacerdotes que acompañaban a las tropas españolas en su invasión de las Américas.  Que lo hayan hecho, que hayan dado por valida la "pregunta de Scheidler",  tantísimas generaciones de historiadores y lo sigan haciendo sólo muestra una cosa: que son de letras y nunca han estudiado ni un a pequeña introducción a la Estadística. Así de simple.

(Lo de la inconsistencia de los números de la Leyenda Negra clama al cielo de la Aritmética elemental. Por ejemplo, se repite una y otra vez, siguiendo la estimación hecha por Eduardo Galeano en su obra Las venas abiertas de América Latina, (lo hace, por ejemplo, Scheidler), que en la mina de Cerro Rico de Potosí murieron 8.000.000 de trabajadores "forzosos" -el  sistema impositivo de la mita en que los impuestos se pagan trabajando. Pues bien, dado que según la wikipedia, el número de trabajadores reclutados forzosamente para trabajar en esa mina ascendía a 13500 anualmente que -obviamente no trabajaban todos los días en la mina pues no había sitio sino que lo hacían por turnos de 4000 cada tres semanas. Y, entonces,  aun suponiendo una absurda tasa de mortalidad entre ellos del 100%, hubieran sido necesarios más de 588 años de explotación ininterrumpida al 100% para "matar" a tanto muerto de la Leyenda Negra (o sea, que todavía hoy en 2021 deberían estar trabajando y muriendo todos los trabajadores para demostrar la Leyenda Negra. Pero la cosa es más chusca porque si se hace caso a que, según la entrada Potosí en Google se lee que entre 1545 y 1625 (el periodo en que la mina estuvo a pleno rendimiento, antes de que se agotasen sus filones) se estima que murieron 15000 mineros, o sea, 187,5 anuales, la mortalidad no fue ni en los mejores tiempos de la mina del 75% como he leído que dice por ahí algún famoso historiador anumérico, sino del 1,4% anual. Alta sin duda para los parámetros actuales, pero no aberrante en términos históricos)

En suma, que NINGUNO de los espantosos casos descritos por la literatura acerca de las torturas cometidas por los colonos/conquistadores/invasores españoles en América puede científicamente ser usado como base empírica para ninguna generalización acerca de su sadismo pues no cumple con los requisitos metodológicos exigidos.

Ahora bien, si no es posible una justificación directa de la corrección científica de la pregunta de marras, cabe quiźas una justificación indirecta. Es un hecho que la población nativa americana sufrió un catástrofe demográfica tras la invasión española. Si bien su medida no está nada clara pues no hay información cuantitativa acertada de cuál era la población originaria. Las cifras que se barajan son tan discrepantes que impiden cualquier idea sensata de ese colapso demográfico.

Pero haberlo, sin duda lo hubo. Y, entonces, ¿no sería la magnitud de esas cifras, de ese colapso demográfico, prueba indirecta evidente de lo generalizado y de lo sistemático como apunta Scheidler y todos los negrolegendarios que fue el comportamiento monstruosamente sádico de los "Españoles"? Pues bien, cierto es de salida que hubo atrocidades, y muchas sin la menor duda. Pero, ¿cuántas? ¿en qué medida fué la perpetración de atrocidades una política generalizada y sistemática practicada por los "Españoles"?

Pues sabemos que NO pudieron ser ni generalizadas ni sistemáticas a menos que se incorporen en la argumentación algunos supuestos adicionales inverosímiles. Y es que acudir al observado descenso de la población no es obviamente ninguna prueba científica de un  supuesto genocidio por asesinato. No me detendré en ello, sólo apuntaré que la mayoría de historiadores da por hecho que la expansión imperial de Occidente en América, Asia y África fue también una "expansión biológica" pues en el intercambio de patógenos entre las poblaciones europeas y las indígenas en todos los continentes, salieron ganando los europeos. Sí, hubo genocidio en América pero no por asesinato o sadismo sino por el virus de la viruela (entre otros patógenos para los que los amerindios no tenían defensas).

Fabian Scheidler sabe de ello. Y se ve obligado a aceptarlo, pero a regañadientes. Dice textualmente:

"El argumento más popular es el de que la mayoría de la población indígena murió inintencionadamente a causa de las enfermedades importadas. Incluso si esto fuera cierto para el 90% de la población (para lo cual no hay pruebas) quedarían todavía varios millones de personas que fueron asesinadas deliberadamente o que se las hizo trabajar hasta morir".

Esta es la última línea de defensa de quienes apoyan la veracidad de la Leyenda Negra directa o indirectamente (incluidos los pretendidos académicos críticos con doña Elvira Roca Barea). Pero es una línea de defensa argumental  con más agujeros que un queso gruyere y  con la consistencia de la mantequilla a 100ºC, o sea, una solemne tontería que revela a las claras un desconocimiento total y absoluto de la Economía más elemental.

Y es que, a diferencia de lo que sucedió con otras colonizaciones posteriores, los colonizadores españoles, ya sea para la explotaciones agrarias o mineras, necesitaban como factor de producción insustituible de abundante mano de obra pues quedaban lejos los avances técnicos ahorradores de trabajo que vinieron tas la revolución industrial. Pues bien, si como fruto de las enfermedades la mano de obra indígena experimentó un colapso demográfico, ¿qué lógica habría de acentuarlo cargándose a la gente   por sadismo o maltratándola? ¿En qué cabeza cabe que alguien se "cargue" sus propios medios de vida o de acumulación de riqueza?

Es sorprendente que Scheidler no se dé cuenta de que su argumento no lo es tal y no refleja sino su sesgo antiespañol porque unas pocas páginas antes, y a cuenta del colapso demográfico que sufrió Europa tras la peste negra, reconoce lo que se sabe desde hace tiempo y es que como consecuencia de la disminución en la oferta de trabajadores a consecuencia de la peste, su situación económica mejoró en el siglo y medio posterior.

Dicho de otra manera, el "argumento" negrolegendario de la matanza sistemática de amerindios es insostenible y exige necesariamente de un inadmisible supuesto  adicional, el de que los "españoles" eran sistemáticamente, además de sádicos,  irracionales económicante hablando, idiotas como "empresarios"  a un extremo completamente absurdo. En suma, que sostener la pertinencia y realidad de la Leyenda Negra exige, paradójica y obligadamente, sostener una actitud racista hacia los españoles considerándolos una "raza" inferior intelectualmente al resto

Un ejemplo de la incapacidad intelectual de Scheidler por su sesgo  en este asunto nos lo ofrece su "explicación" del comportamiento de Colón y los suyos en su segundo viaje. Dado que en Haiti no había oro suficiente para cumplir con las exigencias de Colón, los nativos (los Arawaks) huían a las montañas para no ser penalizados por no cumplirlas. Pues bien, nos cuenta Schiedler que los españoles organizaban "cacerías" para cogerlos. Uno podría pensar que para ponerles a buscar oro o hacer algo "productivo" para los españoles. Sería lo lógico, ¿no?. Pues no. Scheidler nos díce que lo hacían  "para colgarlos o quemarlos vivos", y le cito textualmente.

Pero, ¿qué ganaban con ello?, Herr Scheidler.  ¿Qué sentido tiene organizar costosas expediciones para capturar gente pero en vez de ponerla luego a trabajar como mano de obra cargársela quemándola viva? ¿Cómo puede usted creerse semejantes paparruchas? Un absurdo. Pero la cosa sigue, pues -nos cuenta Scheidler- una vez que los "españoles" reconocieron que no había oro en Haiti, pusieron a los indígenas a trabajar en las plantaciones como esclavos. Pero, de nuevo, y de nuevo la única explicación posible es que los plantadores eran tontos, en vez de tratar de conservar ese escaso "capital humano" a su disposición, entonces  -en opinión de Scheidler- debe ser que siguiendo unos instintos sádicos invencibles, el caso es que los maltrataban hasta la muerte, es decir,  depreciaron ese capital que era suyo (eran SUS esclavos) intencionadamente, aunque con ello acabaran con su propia riqueza. Pero, ¿qué "sacaban" con ello?,  pues ¿qué valor podrían tener unas plantaciones sin trabajadores que las trabajasen?  En suma. Un absurdo total.  Scheidler se contradice aquí una vez más pues antes nos ha recalcado  que lo que movíó a los "españoles"  en toda la "conquista" era verdaderamente no la evangelización, sino la codicia, la búsqueda de la riqueza. Y resulta obvio, económicamente, que para apropiarse de una riqueza ya existente, el castigo, incluso la tortura, puede quizás ser un medio eficaz para que quien la posee o sabe dónde está escondida, la entregue o revele su escondite, pero cuando de lo que se trata es de producir o generar riqueza, la tortura o el maltrato a quien la produce es un comportamiento absurdo.

Que los "Españoles" no eran obviamente idiotas o irracionales económicamente hablando lo dice a las claras un autor de la época, crítico con el padre De las Casas, don Bernardo Vargas Machuca, cuando tras señalar que la administración de la justicia en las Indias en nada difería a lo que se hacía en Europa, indica que "a nadie le interesaba más que al español la conservación con vida del indio (y no su aniquilación, porque " sin ellos la tierra no da frutos" (Pedro Insua, 1492.España contra sus fantasmas, p.258).

Pero hay un problema adicional. Y es el de la razón por la que los pueblos indígenas toleraron esos maltratos si tan sistemáticos y generalizados lo eran. Desde muy temprano, desde la peor época de los maltratos, la priera, la antillana,  los "conquistadores" saben que si se les trata mal, "los indios" no son masoquistas y para no complacer a los sádicos españoles "huyen del trato de los españoles y se asilvestran (se dispersan y refugian en los montes" como apunta Marcelo Gullo en su Madre Patria (p.170).

Que las sierras y selvas de América Central y del Sur ofrecen refugio para quienes quieran huir de la represión y el maltrato de las autoridades o del poder era u sigue siendo algo obvio. Aún en el siglo XX y en el XXI con todos los medios tecnológicos a su disposición los estados americanos han tendo que hacer frente a un sinnúmero de movimientos rebeldes y guerrilleros (montoneros, castristas, cheguevaristas, las Farc, los zapatistas, etc.) a los que difícilmente han vencido pues han encontrado en selvas y sierras santuarios militarmente seguros. Y la pregunta es obvia, ¿cómo la débil administración española de la época tanto en medios como en personal podría haber impedido que se asilvestraran no unos cuantos, sino masas de indígenas maltratados (2)? 

En efecto, a menos que se suponga una inexplicable docilidad extrema de esas poblaciones (¿fruto quizás de un gen de servilismo?) no se puede entender que una población sometida a un maltrato continuado, generalizado y brutal no se fuese a territorios, a zonas alejadas de las ciudades, no controlados por sus opresores, por lo que sólo cabe concluir que ese maltrato no fue continuado, generalizado y tan brutal.

De nuevo es este un argumento economicista, un argumento coste-beneficio, viene a decir algo tan elemental que existiendo la opción de la salida (o sea, la opción de irse) como diría Albert O.Hirschman, uno aguanta en su trabajo  los maltratos y desprecios de un jefe sólo si recibe una compensación adecuada. Dicho de otra manera, los costes laborales de los jefes maltratadores son más elevados que los de los más agradables y considerados, por lo que tienden a desaparecer, no por razones morales, sino económicas (sus costes son más altos y se  quedan sin buenos trabajadores).

Es sorprendente que esto, la necesidad imperiosa de una política eficiente de recursos humanos, fue ya reconocida desde el mismo principio. Así la Real Orden de 20 de diciembre de una fecha tan temprana de la "conquista" como 1503 dirigida a  los administradores de ls tierras conquistadas se  dice expresamente:

"A causa de la mucha libertad que tienen los indios huyen y no trabajan. Por lo tanto, mandé que los apremiéis a trabajar para que el reino y los españoles se enriquezcan, y los indios se conviertan al cristianismo. Se les pagará un jornal diario que por vos fuera tasado, lo cual hagan y cumplan como personas libres, como lo son, y no como siervos, y haced que sean bien tratados los indios"(3)

Proteger/cuidar de una población trabajadora menguante a consecuencia de las enfermedades y de la violencia, una población que tiene relativamente fácil la opción de la "salida": el abandonar sus trabajos ("a causa de la mucha libertad que tienen" hay que entenderlo en estos términos) y "buscarse la vida"  en otros lugares es, sin duda, la política laboral más eficiente. Lo cual, obviamente, no significa que en todo lugar y siempre se cumpliese la norma legal de buen trato, pero es genéricamente reconocido que las Leyes de Indias  trataron de desarrollar la primera legislación "laboral", una legislación protectora de los indios por explícitas razones morales, si bien en el fondo -y como muestra el párrafo precedente de la Real Orden, guiada por una clara lógica económica.

La "Leyenda Negra", finalmente, se enfrenta a un problema adicional, cual es el de que cómo tan pocos españoles pudieron efectuar la "conquista". Cuando uno sabe de las magras fuerzas con las que contaban Cortés o Pizarro no puede menos que concluir que algo raro hay en todo eso de la "conquista" pues -de salida-  debería haber sido un fracaso militar . Acudir, para explicar el que no lo fuera,  a la efectividad de los arcabuces del siglo XVI o a la presencia de algunos caballos es sencillamente una estupidez militar. Las armas de fuego de la época no eran ni los rifles de repetición ni las ametralladoras Maxim que, como dijera Hilaire Belloc irónicamente en un conocido poema explicaban la superioridad moral de los ingleses frente a los zulúes y demás "salvajes" de finales del siglo XIX que los británicos seguían "civilizanado". Las armas de fuego de la infantería  en el siglo XVI hacían más ruido que daño (como reconoce fray Bartolomé de las Casas). Y cabe pensar que los indios dejaran de sorprenderse al poco de oir esos disparos, a menos que se suponga adicionalmente que eran como esos perritos que se asustan con los fuegos artificiales (De las Casas, sin embargo, parece sugerir que este era el caso, que el miedo de los amerindios al retumbar de las armas de fuego era permanente no se sabe porqué). Y en cuanto a los efectos psicológicos sobre la moral de combate de la presencia de unos pocos caballos pues cabe dudar de que fueran ni muy profundos ni duraderos en el tiempo. Si los elefantes no lo fueron en las guerras púnicas, dudo que lo fueran los caballos, a menos que se suponga de nuevo adicionalmente que aztecas, mexicas, incas y demás fuesen congénitamente cobardes y estúpidos. En suma, que  sostener la verdad de la Leyenda Negra exige también paradójica y obligadamente, tener una actitud racista, no sólo hacia los españoles, sino también hacia los amerindios.

La única "explicación" a la extremada facilidad de la "invasión" española de las Américas la encuentro en que en ella sucedió algo muy similar a lo que aconteció en la "conquista" musulmana de la Hispania visigótica en el siglo VIII. Y es que la población amerindia, igual que lo hizo la población indígena hispanorromana, se dejó sencillamente conquistar. ¿Por qué? Pues ahí aparece como explicación las tesis de la Economía de la Violencia de la mano de gente como Frederik Lane y  Mancur Olson para quienes,  a lo largo de la Historia, se comprueba una y otra vez que  quienes han ocupado el aparato de los Estados son -al menos, al principio- unos "bandidos sedentarios" que venden "protección" a sus "súbditos", o sea, que -al menos inicialmente- son como una mafia policial y militar que se autodefine como legítima. Como tales vendedores u oferentes de unos bienes deseados por la población (protección respecto al exterior y paz, orden justicia en el  interior), el "precio" de venta dependerá del tipo de mercado en que operen y de las necesidades de la población de esos bienes. Si son los únicos que "venden" esa protección, si son monopolios, el "precio" que cobren (en forma de tributos e impuestos) será más elevado (5).

Pues bien, sin duda, tanto en el Perú como en Méjico, las aristocracias o mafias incas y aztecas vendían bastante o muy caros (incluyendo en el "precio" que cobraban a sus súbditos los sacrificios humanos generalizados) sus "servicios" de  protección, como lo hacía la mafia visigótica en la Península siglos antes, pues nunca se tuvieron que enfrentar a ninguna competencia de otros "proveedores" . Y no es nada extraño que cuando aparecieron unos competidores (los conquistadores musulmanes en Hispania y los conquistadores españoles en América) muchos decidiesen probar con esos "otros" oferentes pues peor en principio no les podía ir (6).  Era lo económicamente racional antes de que la peste del nacionalismo hiciera su entrada en Europa en el siglo XIX y de ahí se extendiese por todo el mundo.  ¡Ah! Y, por cierto, he sabido gracias a la obra de Marcelo Gullo que los nativos americanos se opusieron a sus "libertadores" criollos como Bolivar y Sanmartín en las "guerras de independencia" hasta el extremo de formar voluntariamente parte de las tropas españolas (¿será que, conociéndolos,  intuían ya  lo que les esperaba cuando los criollos tonasen el poder?)

En suma, que, paradójicamente, es decir, reconociendo la verdad del argumento negrolegendario de que los españoles de a pie fueron y se establecieron en las Américas fundamentalmente para hacerse ricos por encima de cualesquiera otros objetivos evangelizadores o civilizatorios o vanidosos o de búsqueda de la gloria personal, la persecución de ese objetivo económico socava totalmente el argumento de la generalidad y sistematicidad de las atrocidades contra los indios. Por la sencilla razón de que ello era antieconómico.

Y, de nuevo, ¿significa ello que no se dieron abusos y atrocidades? NO. Ni mucho menos. Pero ni como política general y tolerada por la Administración del Imperio ni como comportamiento extendido entre los "Españoles". Citaré a este respecto a López de Gómara (capellán de Hernán Cortés) quien tras reconocer los miles de víctimas de esas atrocidades afirma:

 "El mal que hay en ello es haber hecho trabajar demasiadamente a los indios en las minas, en las pesquerías de perlas y en las cargas. Oso decir sobre esto que todos cuantos han hecho morir indios así, que han sido muchos, casi todos han acabado mal" (4)

Y, obviamente, acabar mal para uno de esos encomenderos es no satisfacer sus objetivos de riqueza y prestigio social. Nada extraño dado que esos encomenderos maltratadores eran malos empresarios, malos gestores de un factor de producción relativamente escaso y esencial

Creo que tener en cuenta esta perspectiva economicista de la "conquista" cimenta de modo sustancial los argumentos de los críticos contra los negrolegendarios de todo tipo. Al margen de la fortaleza de los argumentos de autores como Roca Barea, Marcelo Gullo o Pedro Insua que descansan en aspectos geopolíticos, civilizatorios o filosófico-teológicos (¿qué fue conceptualmente el imperio español a diferencia de los demás salvo el romano?¿acaso hay  otro imperio que hiciera menos tropelías, o fundara más ciudades, universidades u hospitales, o promoviera el mestizaje?  No es necesario meterse en tales piscinas intelectuales, a menos que uno se divierta con ello, lo cual es perfectamente aceptable (a mí, particularmente, me gusta mucho bañarme en esas piscinas).

Pero, en términos de efectividad, la Economía, de modo más sencillo y directo, pone las cosas en su lugar. Y es muy sencillo, los indios de Norteamérica no les servían para  nada salvo como esclavos a los "colonos ingleses del XVII,  y de nada a los industriales norteamericanos del siglo XIX,  y además ocupaban unas tierras de valor económico agrícola, minero y ganadero,  por lo que deshacerse de ellos era lo más beneficioso económicamente para el capitalismo y los capitalistas de la época, y en consecuencia así lo hicieron consciente y voluntariamente.

Y esto, no es una exageración y no sólo lo digo yo o gentes como Roca Barea, Gullo o Insua entre otros. Transcribo aquí la opinión de un antropólogo norteamericano, el muy renombrado   Jack Weatherford que aparece en su magnífica obra, Indian Givers. How the indians of the Americas transformed the world (1988). Weatherford señala  que

"Loa Padres Peregrinos ...no estaban menos motivados por la codicia que los conquistadores Españoles, y no parecían más motivados religiosamente que los conquistadores Españoles, quienes llevaban a gala el llevar sacerdotes y establecer iglesias en cada comunidad, en contraste con las sucesivas olas de Puritanos ingleses quienes en su ansia de  beneficios monetarios rápidamente se deshicieron de todos los nativos vendiendo muchos como esclavos sin preocuparse lo más mínimo en extenderles el derecho a convertirse en Cristianos antes  de ser vendidos o asesinados"(p.32)

Y lo más increíble es que lo hicieron sin cuestionarse la moralidad de su comportamiento en la época, sino que lo justificaron como inevitable proceso civilizatorio. Y, posteriormente, ya en el siglo XX  crearon, incluso, un género "artístico" (las películas del Oeste) que vendieron por todo el mundo, para justificar moralmente ese genocidio intencionado, voluntario, a la vez que ampliaban y extendían la Leyenda Negra contra España. ¡Señor! ¡Qué eficiencia en la producción de manipulación! Los norteamericanos, y en general, los anglosajones son insuperables en este oficio de engañar y hacerse pasar por adalides de la moral, como hoy mismo con la política informativa sobre la guerra de Ucrania se está comprobando.

Por contra, los indios de Méjico o de Perú eran muy útiles en los procesos de producción altamente intensivos en factor trabajo, en mano de obra, del siglo XVI y siguientes, por lo que exterminarlos no sólo era  moralmente condenable sino que era lo más tonto que podrían hacer los adelantados capitalistas españoles de la época. Era lo lógico, lo racional económicamente hablando, el conservarlos, el mantenerlos tratándolos bien,   para evitar su desaparición enfrentados como lo estaban al genocidio biológico, a la catástrofe demográfica causada por las nuevas (para ellos) enfermedades infecciosas. Y de ahí las Leyes de Indias y demás regulaciones para que los encomenderos no tratasen, individualmente,  de aprovecharse de la situación pues su comportamiento explotador  tenía efectos externos negativos sobre la capacidad de tener mano de obra disponible para todos los demás. Y es que la alternativa, es decir, el importar esclavos africanos a la que tuvieron que recurrir los capitalistas en Cuba y otras islas antillanas donde las epidemias y el maltrato diezmaron a la población aborigen ( y por supuesto los colonos ingleses en norteamérica y los portugueses en Brasil) era obviamente mucho más cara. 

No será el anterior un argumento muy "bonito" en términos morales. No dice que los españoles de la época fuesen  más o menos "buenos" con arreglo a nuestra moral de hoy en día. Lo que dice es que no era de su interés el ser "malos" ni con arreglo a su moral ni con arreglo a la nuestra. Para mí me sobra y me basta para no estar acomplejado por la Leyenda Negra y para despreciar como lerdos mentales a quienes todavía se dejan influir por ella.
     
===============================================================
 (1) El delirio  de la Leyenda Negra ha llegado a extremos delirantes. Hace unos pocos años, investigadores en genética holandeses lograron que se les subvencionara un proyecto "científico" tendente a verificar las tropelías y vejaciones (violaciones) cometidas contra las mujeres de los Países Bajos por los soldados de los Tercios españoles en las guerras del XVI, que es un artículo de fe de la educación en las escuelas de Holanda. Se trataba de rastrear la presencia de rasgos genéticos típicos de la Península Ibérica en Holanda, pues era de esperar que como fruto de esas violaciones nacieran niños y niñas con esos marcadores genéticos, que se habrían trasladado hasta hoy, marcadores de los que carecería la población danesa o alemana  cuyas mujeres no habrían sufrido esa violencia sexual española.  Pues bien, mira por donde, la población holandesa no se distinguía singularmente de las de su entorno por la presencia de esos rasgos genéticos "africanos". Pero dio lo mismo, se argumentó entonces ADICIONALMENTE que debió suceder que las holandesas violadas o  fueron luego asesinadas o quedaron traumatizadas y perdieron sus hijos por lo que la prueba de esas violaciones no pudo realmente pasar a las generaciones posteriores, pero violaciones generalizadas las hubo como todo holandés sabe desde la escuela.
Quiero dejar sin embargo claro que no estoy "contra· De las Casas. No tengo los suficientes conocimientos teológico para pronunciarme  acerca de si ganó o no en laControversia de Valladolid que le enfrentó a Ginés de Sepúlveda. Pedro Insua se posiciona a favor de este último con un montón de argumentaciones teológico-filosóficas. Yo, tras leer el libro de Immanuel Wallerstein, Universalismo Europeo. El discurso del poder (2006), no lo tendría tan claro. En cualquier caso, da lo mismo. El problema no son las tesis acerca del derecho internacional de De las Casas, sino sus conclusiones acerca de la generalidad de las atrocidades cometidas por los españoles causantes de la "destrucción de las Indias"

(2) hay aquí que resaltar que la misma noción o concepto del campo de concentración, tuvo que esperar a la invención  del alambre de espino en el siglo XIX, y a la "brillante"  idea que tuvieron los ingleses poco tiempo después en sus guerras en sudáfrica de que podría servir no sólo para controlar el ganado sino también a masas de seres humanos (véanse los libros Alambre de púas. Una ecología de la modernidad de Reviel Netz y  Historia política del alambre de espino de Olivier Razac para darse cuenta de las dificultades para controlar a grandes poblaciones por parte del poder antes de ese "invento")

(3) citado en Marcelo Gullo Osmodeo, Madre Patria. Desmontando la Leyenda Negra desde Bartolomé de las Casas hasta el separatismo catalán (2021),pag.170

(4) citado en Pedro Insua, 1492. España contra sus fantasmas (2018), pag.223

(5)Las revoluciones democráticas que suceden en esas sociedades más adelante en sus respectivas históricas son entendibles y explicables no a consecuencia de cambios en las mentes de los "súbditos" que quieran hacerse "ciudadanos" sino como la manera de rebajar  ese "precio" que cobran quienes se encargan de la gestión de la violencia.

(6) Que el "precio" exigido por lla gestión de la violencia por los conquistadores españoles era más bajo que el que cobraban las élites aztecas e incas es lo esperable. además, dado que los "conquistadores" no gozaban de las ventajas de un poder de persuasión (en forma de religión y costumbres establecidas "desde siempre") del que sí gozaban por contra esas élites indígenas, que hacía más "tolerable" las exacciones a las que sometían a sus poblaciones. Que al final el precio que estas pagaron en términos de catástrofe demográfica fuese  más elevado, como así ocurrió, nadie  podía saberlo de antemano pues nadie sabía de la existencia y de los efectos sobre la salud de  sus cuerpos del virus de la viruela y demás microbios que los nuevos oferentes de protección y seguridad traían con ellos.




4
¿Te ha gustado mi artículo?
Si quieres saber más y estar al día de mis reflexiones, suscríbete a mi blog y sé el primero en recibir las nuevas publicaciones en tu correo electrónico
  1. Top 100
    #4
    28/04/23 18:54
    Mi enhorabuena. Has publicado un súper artículo. 
  2. #3
    26/04/23 01:46
    Excelente artículo. Sólo dos comentarios. La idea del western como pura propaganda no es justa. Hay una exaltación nacional, como la han tenido todos los países, pero los hay enormemente críticos. Por mencionar uno del más reconocido director, John Ford recomendaría "Dos cabalgan juntos". Una reflexión sobre la imposibilidad de afrontar con "buenismo" el choque entre dos culturas. Y por seguir con el tema cinematográfico recordaría "La kermesse heroica" una divertida película en la que las mujeres holandesas, hartas de sus maridos, están deseando la llegada de los tercios españoles para acostarse con ellos.  
  3. en respuesta a Fernan2
    -
    #2
    21/04/23 19:16
    Casi nadie tiene espíritu crítico. Menos aun son los que se toman la molestia de informarse un poco de lo que está hablando. 
    Pero alegremente emiten juicios de una época cuyos valores eran totalmente distintos. Ideas como igualdad, derechos humanos, etc no formaban parte de esos valores.
    En la época de esta historia, si le pegabas una paliza a tu hijo (o tu mujer) y les matabas... pues te arrepentias, te confesabas y punto. No te metían en la cárcel ni nada de eso... Blasfemar o criticar al rey era una falta mucho mayor.

  4. Top 25
    #1
    21/04/23 08:34
    Tremendo el artículo! Me encanta cuando no se aceptan las cosas sólo porque todos lo dicen, y se examinan con espíritu crítico