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                                        FERNANDO ESTEVE MORA

¿Le viene bien una guerra, una guerra guerra , como la de Ucranía,  no una guerra económica, a la "economía" de las economías que están en guerra? Es esta una vieja y complicada pregunta que desencadena inevitablemente una cascada de reacciones emocionales. De modo genérico puede decirse que quienes son críticos con el actual sistema económico, o sea son más o menos "anticapitalistas", suelen apuntar a que el capitalismo, a que los capitalistas, pueden necesitar y por ello mismo beneficiarse directa o indirectamente de las guerras, por lo que, en la medida de que el comportamiento económico general se juzgue o se evalúe fundamentalmente según les vaya a los capitalistas y a sus empresas y por ende también a sus trabajadores, la conclusión estaría para ellos servida: las guerras les pueden venir muy bien.

A esta tesis se la conoce como "keynesianismo militar" y viene a decir que una economía de mercado puede a consecuencia de una crisis financiera de las que tan propensa a padecer  es, hallarse en una profunda recesión económica con elevados niveles de desempleo y cierre de empresas. Salir de esa situación depresiva no es factible acudiendo a las típicas  políticas monetarias expansivas  (a través de los efectos de las bajadas en los tipos de interés) sino que requiere de fuertes estímulos fiscales rápidos y directos. El problema es que su magnitud pudiera afectar a la esencia del sistema. Es decir, puede cuestionar la propiedad privada, por lo que resultarían políticamente inasumibles àra la clase de los propietarios del capital. Una forma de estímulo ecola Posibilidad y Conveniencia de la Paznómico que aumenta la demanda de todas las empresas de una economía así como reduce de manera instantánea el desempleo sin cuestionar en absoluto la esencia del sistema es la preparación y participación en una guerra.

No conozco mejor exposición de  esa congruencia funcional entre la economía capitalista y las guerras que el Informe de Iron Mountain. Sobre la Posibilidad y Conveniencia de la Paz (que se puede descargar gratis aquÍ: https://lukranaxem.files.wordpress.com/2009/10/el-informe-de-iron-mountain.pdf ), un "panfleto" cuyo título ya lo dice todo y que apareció en forma anónima en 1967, pero del que más adelante se conoció el nombre de  su autor: Leonard Lewin (si bien existen dudas sobre su real autoría). Lo que sí parece que está claro es la participación de un economista de la talla de John Kenneth Galbraith en su redacción, y quizás por eso es tan "bueno", o sea, tan bien estructurado y consistente, en la tradición de los mejores panfletos y manifiestos del siglo XVIII. Es corto, está muy bien escrito y merece y mucho una lectura.

Para los marxistas hay razones adicionales que abundan en esa complementariedad funcional entre el capitalismo y las guerras. Se trataría de las explicaciones a las guerras imperialistas que Rosa Luxemburgo y Vladimir Lenin expusieron a principios del siglo XX, y a las que me referí en un post anterior (  https://www.rankia.com/blog/oikonomia/5356922-guerra-por-siberia-interpretacion-actual-ucrania-economia-marxista)

Dejando a los críticos, pasemos ahora a  los más o menos enamorados del sistema capitalista, nada malo como una guerra puede surgir de su funcionamiento. Las guerras, eso es obvio,  las hacen los gobiernos de los estados, y como pasa con casi cualquier otra intervención ṕública es mala para la economía. El sistema capitalista, en la medida que se apoya en una economía de libre mercado, favorece el chalaneo el intercambio, no el uso de la violencia.

Cierto que, como ya señalara Adam Smith en su Riqueza de las Naciones, puede que un gobierno llegue a estar tan dominado o controlado por las empresas de algún sector económico que tenga interés en una guerra como para que ese gobierno la busque. En tiempos de Smith, ersn las empresas que gestionaban la colonización (por ejemplo, las Compañías de Indias) las que hacían la guerra y metían a los países en guerras por las colonias. Hoy, en la misma línea, hablamos de los intereses particulares de las empresas del complejo militar-energético-industrial dirigidos a enfervorizar a los gobiernos de sus países en alguna "causa justa" (la LIBERTAD, la DEMOCRACIA) para que aumenten sus gastos en defensa,  aumentando así sus cifras de negocios y beneficios.

Pero, de nuevo, si uno se fija un momento resulta evidente para los defensores del sistema, que tal comportamiento "agresivo" no es esencial al capitalismo, refleja más bien  el "peligro" del Estado que la lógica de las economías de mercado capitalistas.

No puedo dejar pasar aquí una figura discordante. Es la de Tyler Cowen, un economista liberal y defensor del sistema capitalista,  miembro relevante de la Escuela Austriaca, que tuvo a bien publicar en 2014 en el New York Times un artículo 

("The Lack of Major Wars May Be Hurting Economic Growth")

en que sostenía desde un planteamiento enteramente procapitalista y absolutamente antikeynesiano que las guerras podían en algunas ocasiones ser necesarias para la economía capitalista de libre mercado.

Tal cosa  sucedería porque la perspectiva de una guerra, le "pondría las pilas" a los estados, es decir, les obligaría a focalizar sus actuaciones dejando de dedicarse a cuestiones redistributivas (quitando renta a unos grupos para dársela a otros) o a favorecer a grupos de presión e intereses parciales con sus regulaciones abusivas de los mercados, a dedicarse por fin a lo que debería dedicarse y es velar por el interés colectivo persiguiendo la eficiencia en la gestión de los recursos. Textualmente, decía  Cowen, la posibilidad de una guerra, "focaliza la atención de los gobiernos hacia la toma de decisiones correcta -ya sea la de invertir en ciencia o ya sea simplemente liberalizar la economía. Una focalización así acaba mejorando las perspectivas a largo plazo de una nación". En apoyo de la tesis de Cowen se suele aducir de los conocidos por todos "efectos derrame" (spillover) de los avances de la tecnología militar sobre la economía civil que van desde el GPS, Internet hasta  la energía nuclear.

Es decir que para Tyler Cowen, la perspectiva de una guerra es un revulsivo que "despierta" a los gobiernos de su proverbial ineficiencia. El argumento de Cowen complementaría así al de otro gran economista también liberal, Mancur Olson, quien sostenía que las guerras acababan beneficiando en el largo plazo a los países que las perdían pues las derrotas traían con ellas normalmente la descomposición del los viejos sistemas y estructuras anquilosadas que hasta entonces "organizaban" a los países ahora derrotados, y con ellos la desaparición de los grupos de interés establecidos  (lo que él denominaba "coaliciones distributivas") cuyo comportamiento egoísta "gripaba" el progreso económico general.

Pues bien, si a mí se me plantea la preguntita de marras mi bien meditada respuesta  sólo puede ser una. La respuesta, en mi opinión, es que...depende.

Depende, en primer lugar, y como recalca Cowen, si se habla de las repercusiones sobre la economía de la "guerra" en sí  o de la "preparación de la guerra". Resulta aquí sorprendente que tanto la izquierda" económica (los keynesianos, para entendernos) como la "derecha" (los neoliberales como Tyler Cowen) coincidan en que la preparación para la guerra (incluida la "carrera de armamentos") es buena para una economía con problemas de desempleo en el corto plazo o de crecimiento en el largo plazo. 

Las cosas, en principio, son claramente diferentes si de lo que se trata es de las repercusiones de la guerra en si. En la medida que la guerra supone la destrucción de recursos de capital y de "mano de obra", debería estar más que claro que la guerra es un desastre (también) económico para los países que la mantienen.

Por supuesto, y como siempre pasa en Economía, hay voces discrepantes. Está, como se ha dicho, la de Mancur Olson, quien explicaba como la guerra y la derrota de Alemania y Japón, les vinieron "bien" en el largo plazo a esos dos países en la medida que ello les obligó a desprenderse de sus anquilosadas estructuras, en tanto que la victoria militar no le sentó nada bien a la Gran Bretaña, pues reforzó su decadencia por inmovilismo y enfrentamientos distributivos.

Por otro lado, y como siempre, está la perspectiva marxista. Un elemento clave en la explicación de la Economía Marxista de la dinámica del sistema capitalista es la llamada "Ley" de la Tendencia Descendente de la Tasa de Ganancia que, en pocas palabras, viene a decir que la acumulación de capital, o sea, la creciente capitalización de ua economía en el curso del crecimiento económico tiene un efecto perverso, cual es que la tasa de ganancia o de beneficio tiende paulatinamente a decrecer lo cual disminuye el ritmo de inversión y el crecimiento.

Pues bien, para resolver ese problema sólo caben dos soluciones. La primera es reducir los salarios de modo que se recuperen las tasas de beneficio. La otra es, sencilla y simplemente, destrozar , eliminar capital, o sea, descapitalizar, de modo que la consiguiente "escasez" de capital vuelva a hacer a la inversión rentable. Una crisis económica (cierre de empresas) no es sino una descapitalización de la economía, o sea, la eliminación del capital menos rentable del existente en una economía. Una guerra tiene el mismo efecto: la eliminación física del capital viejo.   

Y para acabar está la cuestión del efecto de una guerra sobre los países que no participan en ella, que quedan al margen, Por supuesto que, para ellos, la guerra de los otros  puede ser muy beneficiosa no sólo porque las empresas de esos otros que están en guerra dejan de ser competidoras de las propias (aunque hay que contar -por otra parte- también con la "desviación de comercio" que supone las dificultades de comprar a los países en guerra)  sino también porque  las necesidades de la propia guerra como de la reconstrucción posterior suponen un incremento de las exportaciones de los países neutrales a los beligerantes. Ahora mismo, por ejemplo,  ya se prevé el increíble negocio que va a suponer la reconstrucción de lo que quede de Ucrania en Ucrania tras la guerra (cuestión diferente es la de que quiénes vamos a pagar esa reconstrucción)   
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  1. #1
    14/03/23 10:30
    Sin olvidar que la guerra acaba con la pobreza, bueno con los pobres, que acaban sus dias en el frente...