Pues la realidad es que la confianza empieza a ser el comodín total para todas las locuras que se nos ocurran ya que tiene grandes ventajas. Por un lado es un dato muy subjetivo y desde luego alterable. Incluso los datos que nos dan de la confianza no son más que una ecuación en la que metemos las respuestas de un buen número de gente a un buen número de respuestas.
Un micrófono abierto ha jugado una mala pasada, (o quizás no tan mala pasada) a Rajoy, cuando lo han pillado en una conversación en la que confiesa que la reforma laboral le va a costar una huelga.
Como cada vez que se nos ocurre una tontería para intentar solucionar el problema del mercado financiero, primero tenemos que desactivar lo que es el humo y la inconsistencia de los datos.
El economista publica un análisis sobre el informe del Banco de España sobre el esfuerzo de los españoles para comprar una casa a lo largo de 2011, que demuestra un hecho que sorprende un poco al analista, periodista o becario que escribe el artículo.
Acabo de cambiar toda la programación y sustituido un post por otro. Esto lo hago con relativa frecuencia, cuando encuentro alguna noticia o análisis que me saca de mis casillas. En este caso ha sido que apareció Niño Becerra y me ha sacado de quicio con un análisis simplemente demencial en un post llamado “Crecimiento, paro, consumo, renta”
A vueltas con las enseñanzas que podemos extraer del caso Garzón, es especialmente relevante el caso de Santander, que directa o indirectamente nos lleva a una situación en la que podemos ver unos cuantos cruces de caminos, cuando menos simpáticos.
Es de todos sabido que la justicia en España adolece de muy graves problemas. El otro día publicaba un post en el que comentaba que la idea de Gallardón, (al igual que las anteriores reformas o retoques del partido socialista), son un auténtico despropósito, ya que lo que buscan es que los ciudadanos acudan lo menos posible a la justicia.
Hay cierto discurso en torno construido con el objetivo de que la opinión pública se sienta culpable de todo lo que obtiene del estado. El resumen es la recurrente frase de que “Hay que acostumbrarse a que papa estado no nos saque las castañas del fuego” o similares.
Hoy hemos conocido las intenciones del partido popular para arreglar el tema de la justicia. En realidad, estamos (otra vez) ante exactamente el mismo escenario en que nos encontrábamos con el anterior gobierno, descartando por tanto el cambio de escenario.
Al estar cerca del límite de las subidas, podemos comprobar perfectamente las luchas entre los distintos grupos que se están beneficiando de este negocio, (¡y se están beneficiando mucho!). Normalmente el acento se está poniendo en las primas de las energías renovables.
Si ayer comentaba que la Unión Europea sigue haciendo exactamente lo mismo que ha originado la crisis; debemos entender que en el caso de los Estados Unidos y en particular la reserva federal sigue exactamente igual en un esquema que ya empieza a ser esquizofrénico.
En mayo de 2010, la unión europea, lanzó su primera solución definitiva de esta crisis. Se trataba de la creación de un fondo entre la unión europea y el FMI de 750.000 millones de euros, a la vez que el banco central europeo empezaba a comprar bonos de países con problemas.
Este blog previsiblemente va a alcanzar el millón de páginas vistas en este mes. Dado que tras un minucioso estudio he llegado a la conclusión de que me sale de los mismísimos que el valor de cada página por visita asciende a 10 euros; he de decir que he perdido la nada desdeñable cifra de 10.000.000 de euros.
El otro día a cuenta del post sobre los límites en efectivo, surgió un comentario acerca de la eliminación del dinero físico como medio de pago para evitar el fraude. Lo primero que tenemos que tener claro es que plantear como solución la eliminación del dinero físico como lucha para evitar el fraude es similar a eliminar los coches para luchar contra los accidentes.
Y por fin tocan las propuestas para acabar con el fraude fiscal. En el fondo no es tan difícil, ya que se trata en síntesis de exactamente lo mismo que podemos encontrarnos cuando pretendemos acabar con cualquier actividad delictiva. Si tenemos claro el esquema fundamental de lo que se pretende realizar las ideas surgirán casi de forma espontánea.