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Uno de los espectáculos más lamentables que tenemos en el panorama económico y empresarial es el del sector eléctrico. En este caso tenemos en un mismo sector la casi totalidad de los males de nuestro sistema económico. En primer lugar y en su lado más obvio tenemos un sector que en su día era de titularidad pública, (en virtud del carácter estratégico y de las economías de escala que nos encontramos). En este caso nos hemos encontrado con un proceso de privatización, (habitualmente se confunden con liberalización), y después nos hemos encontrado otra vez con un proceso de liberación de precios, (que habitualmente se confunde con liberalización del sector).

En definitiva, todos nos hemos encontrado con una situación en la que los precios se han multiplicado, y si hacemos caso a las declaraciones aquellas de que no pagamos el coste de la energía, resulta que los costes también. En resumen, estamos ante un sector en el que, como en tantos otros, estamos a la cabeza de Europa en lo que a precios se refiere; mientras nos venden que tienen pérdidas, lo cual se acaba de cuadrar en un increíble ejercicio de mentiras y abusos con la afirmación de que nuestras empresas son de las mejores.

Por supuesto, a nadie escapa que todo esto se explica con unos beneficios derivados de monopolios y del apoyo del gobierno para todo lo que se les ocurra, unido a unos costes inventados para justificar este apoyo. De esta forma, lo mismo se dan beneficios, que costes y se justifican unos precios absurdos que en un sector estratégico tienen la importancia que la palabra estratégico después de la palabra sector hace suponer.

El caso es que se ha llegado a un punto en el que lo de “la electricidad ha de subir en torno a un 20%”, empieza a ser difícil de digerir desde todos los puntos de vista; Tanto por la situación de los consumidores, como por la situación de las empresas, (la electricidad supone un coste importante para el tejido industrial), como ya por la situación de todos aquellos que se preocupen, (aunque sea mínimamente), por el morro en los asuntos de lo público.

Al estar cerca del límite de las subidas, podemos comprobar perfectamente las luchas entre los distintos grupos que se están beneficiando de este negocio, (¡y se están beneficiando mucho!). Normalmente el acento se está poniendo en las primas de las energías renovables. Evidentemente es difícil negar que sea completamente demencial un sistema en el que paguemos un sobrecoste impresionante por la energía renovable, para luego imponer un sistema de cuotas y limites a la producción, (al no poder pagar tanta energía como se produce). Tampoco se puede mantener un esquema que básicamente se trata de generar unos negocios reglados a cuenta de un consumidor obligado a pagar por un bien básico, que a su vez sirve para solucionar los problemas de las constructoras y otros caídos en desgracia.

Además es cierto que debemos recordar que los sistemas de cuotas, precios elevados protegidos por normativa y en definitiva el proteccionismo a ultranza de negocios privados, jamás ha beneficiado a los mercados, sino que ha beneficiado a los mercaderes, creando burbujas de todo tipo y color.

 

Pero es que asumiendo como cierto este argumento, tenemos que escuchar también lo que nos cuentan desde el sector de las renovables. En este sentido, me parece especialmente importante escuchar lo que nos dice el consejero delegado de Abengoa que a finales del año pasado se despachó a gusto, en “el economista”, según aparece en la página de Protermosolar:

El problema en torno a la termosolar no procede de su coste, sino del modelo energético. ¿Cuál es el modelo energético por el que queremos apostar? Todo lo demás es distraer la atención. Si queremos hablar de cómo reducir el coste del sistema eléctrico, llevamos años escuchando a gente que lo está diciendo muy clarito y muy alto: los windfall profits (beneficios sobrevenidos) de las hidráulicas y las nucleares.

Si alguien tiene de verdad un interés en aportar al conjunto de la sociedad, y lo tiene muy fácil porque es el que más hidráulicas y más nucleares tiene, pues que se fije en esas cosas. El cálculo es aproximadamente 21.000 millones de beneficios sobrevenidos en los últimos cinco años, de eso estamos hablando. No es un tema menor.

Está claro que en esta polémica con UNESA y principalmente con IBERDROLA, primero dice que lo suyo no es el problema, avanzando el esquema de marketing para crear la opinión pública en el sentido de “renovables si, nucleares no”; pero una vez ha lanzado lo suyo, se dedica a decir unas cuantas verdades, como las de los beneficios sobrevenidos que había explicado en un post algo antiguo al respecto.

Y sigue: “Lo entiendo por quién está detrás de Unesa y qué tiene que defender Unesa. Quiere hacernos pensar a todos que esto es muy complejo y no lo es. Está resuelto en un informe de la CNE de ocho páginas. Miramos el coste que la CNE dice que tienen esas energías, con todo el rigor del mundo, en un informe aprobado por su consejo en mayo de 2008: tres euros por megavatio/hora para la hidráulica, 18 euros para la nuclear.

Hay quien dice que con esos costes no se tiene en cuenta que no todos esos activos están amortizados: la memoria es corta, pero las hemerotecas son largas. Hay que recordar que había unos costos de transición a la competencia (CTCs) que las eléctricas pidieron para compensarles porque había plantas no amortizadas y se iba a entrar en un modelo de competencia. Se pagaron esos costes. Y por ello, todas las centrales anteriores a 1998 según la CNC -no según Abengoa- tienen sus costes amortizados. Luego cogemos otro dato: ¿cuánto se ha pagado? Vamos a la web de REE y consultamos los precios medios pagados por megavatio en los últimos cinco años

Para acabar con una pregunta clara; “ ¿cuál es el argumento para que la sociedad asuma el riesgo de ampliar la vida de una nuclear? Que es barata. Pero si resulta que vamos a pagar esa energía al precio de un ciclo combinado, pues a lo mejor merecería la pena pedir que se ponga un ciclo combinado, me va a costar lo mismo, pero no tengo el riesgo de una explosión nuclear. ¿Por qué me vende usted a mí que extendamos Garoña para que la energía sea barata y por otro lado me dice que se la pague a precio de ciclo combinado? No tiene sentido.”.

Lo curioso de los dos discursos que nos encontramos en esta peculiar lid tienen algunos aspectos en común. Nos están vendiendo los respectivos intereses usando cierta demagogia, (o argumentos muy comerciales para vender una opinión favorable a lo que le interesa) y luego están diciendo una serie de verdades sobre lo que los demás hacen. Pero lo malo es que cogiendo los dos discursos, nos encontramos con que los consumidores estamos pagando los desbarres tanto de unos como de otros, en un contexto en el que la competencia es simplemente inexistente. Y en todo caso, parece que todo se enfoca hacía medidas para racionalizar el consumo, lo cual engaña de por si otro gran engaño.

 

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