Dijo René Descartes aquello de:
“Arquímedes, para trasladar la tierra de un lugar a otro, sólo pedía un punto de apoyo firme e inmóvil; así yo también tendré derecho a concebir grandes esperanzas si por ventura hallo tan solo una cosa que sea cierta e indiscutible”
En clara alusión al célebre Da ubi consistam et terram caelumque movebo (Dame un punto de apoyo y moveré el mundo), el filósofo francés hizo suyo el arrojo para desarrollar el Discurso del Método, una consecución de pautas que permitiera al ser humano abrirse al conocimiento. En una sociedad de teóricos polarizados entre los Empiristas (que abogaban por la inducción del conocimiento mediantes experiencias sensibles, adeptos ellos de la física) y los Racionalistas (proclives al conocimiento por deducción, claro sesgo matemático), Descartes, militante del segundo grupo, se esforzó por armar a los suyos y ciertamente consiguió, al menos, obtener con el “cogito, ergo sum” su primera afirmación cierta e indiscutible. Aún minucioso y concienzudo, sabía que cualquier búsqueda de la verdad debía de partir (paradójicamente) de la duda, en concreto de la llamada “duda metódica”. Quisiera yo ahora centrarme estrictamente en el hecho de cuestionarnos las cosas como primer paso hacia la claridad.
Ojalá pudiere, cual moderno Prometeo, dar “El Método” para invertir, pero la complejidad del proceso lo hace cuasi imposible, diría que del todo. René incidía mucho en “Evitar […] no comprender nada más en mis juicios que lo que se presentase tan clara y distintamente en mis juicios que no tuviese ocasión alguna de ponerlo en duda”. Resulta fácil la deducción: “Los seres humanos somos mortales” – “Galileo es un ser humano” – “Galileo es mortal”, y no tanto “Las Acciones en Bolsa a la larga siempre suben” – “Terra es (era) una acción en Bolsa” – “Terra a la larga siempre sube”. De nada sirven aquellas deducciones cuyas premisas no sean incuestionables, ¿vemos la evidencia?. Parece que pese a los continuados bofetones de realidad nos seguimos afanando por mantener ciertas estructuras ideológicas sobre vigas de papel. Estamos acostumbrados a la falibilidad de verdades patrias (“Invierte en vivienda que el precio de la vivienda nunca baja”, hasta que bajó) y globalizadas (“El petróleo es escaso y cada vez será más caro”, hasta que el WTI se columpiaba sobre los 24 $) pero nunca escarmentamos.
La radicalidad sería pues hacer como hizo Pioneer Investments hace dos años publicando un estudio por el cual se ponía en jaque la Teoría de Carteras de Markowitz, algo así como llegar al Concilio Vaticano y realizar una enmienda a la totalidad del Antiguo Testamento. Se argumentó con bastante razón que la Teoría necesita de unas premisas que en la actualidad rara vez se cumplen, por un lado la inconsistencia de la desviación típica, que fluctúa según los intervalos de tiempo, y por otro la dinámica de correlación que cada vez está más difuminada, todo lo cual deviene en un cálculo del riesgo infravalorado.
¿Tenía razón la gestora italiana? Puede que sí, admito que no es la primera voz que he escuchado crítica con la MTP, lo cual no ha supuesto que se haya dejado de estudiar. De hecho Descartes llegó cuestionarse incluso si las matemáticas eran ciertas o simplemente un engaño en lo que se dio en llamar la “duda hiperbólica” (más conocida como Genio Maligno). Aún con ello, dicha duda no era un impedimento ni una excusa para volverse escéptico, sino más bien una prebenda y motivo para dar un paso adelante en busca del resultado correcto. Así, actitud proactiva a los cambios, sobre todo en alerta ante los convencionalismos, es estricta necesidad de supervivencia en los mercados. Y en la vida.
UN FONDO PARA CREER: CHARLEMAGNE MAGNA NEW FRONTIERS FUND
Una de las creencias más establecidas en el sector es pensar que la inversión en Países Emergentes se circunscribe a “X” naciones predefinidas, a lo sumo nos sacamos de la manga hace años aquello de los BRICS para destacar a las primeras espadas del pelotón. En este caso nos interesará romper el molde y empezar por la cola.
Charlemagne Capital nació en el año 2.000 y hace poco más de un mes entró a formar parte del conglomerado de inversión Fiera Capital Corporation, gigante canadiense líder en Asset management independiente. Charlemagne se especializó desde sus orígenes en productos emerging y frontier, tanto equity como fixed income, y aplica una estrategia bottom-up con un stock-picking ponderado por riesgo.
Nuestro fondo en cuestión es uno de los mejores exponentes de la Renta Variable Países Frontera, definiendo los “países frontera” como aquellos protoemergentes (Ucrania, Rumanía, Trinidad y Tobago,…) en los cuales el riesgo es más elevado pero por ende también los retornos esperados. Prefiere Small y Mid-Cap, siempre bajo un estilo Growth (cierto es que en estos lugares no abundan los Blue Chips) y una filosofía long-only. Quizás lo que más me gusta del producto sea su comparación con el índice de referencia (MSCI Frontier Markets), dado su coeficiente de determinación significativamente bajo (57,42) y su Alpha a tres años significativamente alto (8,17). ¡Más que merecidas las cuatro estrellas que Morningstar le otorga!