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¡Es el futuro, estúpido!

Escribió Ortega y Gasset:

 

“El progreso no consiste en aniquilar hoy el ayer, sino, al revés, en conservar aquella esencia del ayer que tuvo la virtud de crear ese hoy mejor”

 

En muy poco tiempo el universo fintech pasó de ser un “divertimento de frikis” (según describió un directivo de un banco nacional en una reunión informal) a un actor de relevancia en la industria financiera. Desde herramientas de gestión y control como Fintonic, hemos ido viendo una sucesión de iniciativas, en su mayoría exitosas, que paso a paso han ido comiendo terreno al negocio tradicional.  Como primer contacto serio recuerdo, en el Funds Expert Forum de 2015, la ponencia de Finametrix, en donde su CEO arrolló con su tecnología de Robo-Advisors importada directamente de las entrañas de Silicon Valley. Por entonces, hablando luego en corros con compañeros de distintas casas, puedo decir que el sentimiento general era bastante escéptico. Al poco, Feelcapital aparecía confeccionándote trajes a medida y pormenorizados con fondos, Housers se atrevería a convertirnos en copropietarios de inmuebles en alquiler o Finizens nos brindaría la gestión pasiva de Vanguard con un vehículo periódico diseñado junto a Caser. Más allá , alcanzamos cotas sustitutivas e invertimos directamente en empresas bien sea a modo de Business Angel o con financiación directa, como hace Colectual.
 
Parece evidente que la lista de posibilidades dentro del entorno fintech es amplísima y prometedora, ahora pues, ante esta tesitura, ¿cómo están reaccionando los agente tradicionales?. Pues de manera bastante dispar y por lo general reaccionaria. Hace poco más de un mes Gonzalo Cortázar de Caixabank pedía un endurecimiento de la regulación para las Fintech a fin de poder actuar en igualdad de condiciones, y lo cierto es que la banca tiene en los aspectos regulatorios su principal enemigo y su principal aliado.  Junto con el sector energético, el sector bancario es un nicho amplísimamente intervenido y por ello, aunque cuenta con una rígida normativa, también cuenta con una protección especial que impide la aparición espontánea de nuevos competidores. Particularmente no creo que el señor Cortázar se refiriese a la segunda cuestión, sino más bien a las trabas burocráticas en el normal desarrollo del negocio.
 
Las nuevas plataformas dan crédito de forma alternativa u ofrecen inversión con menor coste o tasas más altas, atacando activos y pasivos de los bancos por igual. El miedo a la novedad siempre ha estado presente en el carácter humano, es fácil tender a la autocomplacencia y la consagración de aquello que la gente de coaching llama “Zona de Confort”, pero existen ciertas corrientes emergentes que resultan imparables y el darles la espalda supone quedar totalmente desconectado de los tiempos.  Puedo llegar a entender la postura del banquero tradicional, quien se ha visto sumido en un chascar de dedos en una guerra con varios frentes (tipos 0%, procesos judiciales milmillonarios, crisis de crédito,…) a los que se suma la revolución fintech, pero dudo mucho que entrampar sirva de algo.  
 
Creo que más que nunca a las entidades se les pide poner en prueba su resiliencia al tiempo que desarrollar a fondo su I+D. Es obvio que los bancos no desaparecerán atomizados por centenares de competidores digitales, pero sí verán mermada su capacidad de decisión en el casino económico mundial. Por el lado contrario, las finanzas tecnológicas serán más y más importantes, pero también tienen sus limitaciones, que son allí donde empieza y termina la relación humana. La coexistencia entre el asesor físico y el robótico es el futuro.
 
La tecnología es nuestra aliada y (de momento) no nos devora. De ello se encargarán a su debido tiempo las tres leyes básicas de la robótica de Isaac Asimov, empezando con aquella que nos dice:

“Un robot no hará daño a un ser humano o, por inacción, permitirá que un ser humano sufra daño.”

 

UN FONDO PARA CREER: ESFERA TEAM TRADING FI

Dentro del emergente panorama de las SGIIC españolas hay una que he querido destacar por su estrecho vínculo con la tecnología financiera: Esfera Investment Technology.

En este caso analizamos el Esfera Team Trading por ser un fondo que invierte empleando el HFT o High Frecuency Trading, una de las caras más imponentes de la tecnología financiera, que se estima ya supone 2/3 de las operaciones bursátiles cruzadas en las bolsas estadounidenses. Se trata de robots programados mediante algoritmos avanzados y que son capaces de cruzar miles de órdenes de compra-venta en cuestión de centésimas de segundo, efectuando un elevado volumen de operaciones con estrecho margen de beneficio y sin asumir posiciones overnight. No es algo estrictamente novedoso ya que sus orígenes remontan a 1999, pero con el paso de los años se ha ido extendiendo como la pólvora.

Hay que decir también que el HFT no es infalible y también está sujeto a posibles errores, para muestra el Armagedón que produjo el ordenador de Waddell &Reed el 6 de Mayo del año 2010 cuando efectuó una venta masiva que fue replicada por otros autómatas. En cuestión de minutos el Dow Jones caería un 9%, aunque después se repuso con la misma velocidad. Se denominó entonces a esto “Flash Crash”.

Volviendo al fondo que nos atañe, lo cierto es que nos pide el mayor acto de fe suscrito en este blog, ya que es muy reciente (se creó en el segundo trimestre de 2016) y en su corta vida ha tenido que lidiar con factores desestabilizantes como el Brexit. No así, la apuesta por el vehículo es tanto por conocimiento de la matriz que lo gestiona (Esfera Investment, avalado por trabajos como el Esfera Robotics) como por el método de inversión que desarrolla, cuyos retornos en serie histórica están más que probados. 

 

 

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