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Rajoy el serio

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Rajoy el serio
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Rajoy el serio
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#901

Re: Rajoy el serio

He sido buen chico y ahora os toca a vosotros. En esas está el presidente Rajoy, dispuesto a mentar la bicha de unas nuevas elecciones a la espera de que el panorama político se aclare en su principal frente, la bancada socialista. Dicho de una manera rápida antes de pasar a más: o la presidenta andaluza, Susana Díaz, se pone al frente del PSOE -tras su congreso y primarias- o terciará con lo que más le conviene: elecciones en julio.

O sea, que nos plantaremos en otro J en el calendario -no se sabe si un 26-, un mes y un año después del 26-J. Es la opción que baraja si entre los socialistas la cosa no avanza como a él le gustaría: que su interlocutora en el PSOE sea Susana Díaz.

Claro, eso es mucho suponer a la vista de lo que va fraguando a tan lento ritmo en el todavía principal partido de la oposición. Sólo tenemos claro, de momento, que celebrarán el Congreso los 17 y 18 de junio, después de las elecciones primarias, si finalmente se celebran, en mayo. Vamos, que Rajoy tiene margen, el suyo.

Otra cosa son los tiempos en el PSOE para construir su rearme ante el declive electoral, sobre todo después de la herida interna dejada -aún sin cicatrizar- por Pedro Sánchez. El presidente de la gestora, el asturiano Javier Fernández, echó un buen rapapolvo a los críticos, en el último Comité Federal, a la vez que pedía respeto a los candidatos para liderar el partido.

Lo que tiene claro Rajoy, en cualquier caso, es que no le vale cualquiera como secretario general y que se las arreglen como sea: guarda una bala en su recámara y ha calculado el mejor momento para que dé en la diana.

De momento, sólo Patxi López ha dado el paso para presentante a las primarias, pero Rajoy no quiere ni imaginarse lo que puede ser hablar con él. El ex lehendakari le inspira menos confianza que Pedro Sánchez, que ya es decir, mientras no está claro si el díscolo se presentará o no a esas primarias.

Para Rajoy, el diputado vasco encarna la figura del traidor, del mismo modo que Sánchez equivale a Frente Popular. De éste no quiere ni oír hablar y al primero no le ve tablas para nada, a pesar de su experiencia de gobierno y su breve intervalo como presidente del Congreso de los Diputados.

Tampoco Susana Díaz ha presentado aún su candidatura y no sería necesario que lo hiciera se hiciera si se pacta una candidatura única. El ex secretario general Pérez Rubalcaba, que habla mucho con ella, ha asegurado este jueves, sin embargo, que el partido llegará hasta el final en las primarias y como en 2014, cuando Sánchez se impuso a Eduardo Madina y Pérez Tapias. Tampoco le ha hecho ascos a que Susana Díaz compatibilice la presidencia de Andalucía con la secretaría general del PSOE. La vieja guardia del PSOE coincide en esto con el marianismo que impera ahora en el PP.

Pero al margen de lo que suceda en el PSOE entre candidatos, propuestas, convenciones, cónclaves y demás para no rearmarse en falso, a Rajoy le preocupa la gobernabilidad y le conviene ir a elecciones si los socialistas no se arreglan como desea.

Además, está hartito de gobernar en minoría, con lo difícil que es, y está convencido de que en la opinión pública no aparecería como el culpable de unos nuevos comicios, sino como el artífice de un arreglo.

Todo apunta, por ejemplo, al fracaso en las negociaciones para aprobar los Presupuestos del Estado de este año, lo que complica lo suyo cumplir el objetivo de rebajar el déficit al 3,1% exigido por Bruselas. Pero a Rajoy, más que eso, lo que le preocupa de verdad es la situación de boicot a la que está sometido, desde el PSOE y desde Ciudadanos, haciéndole la vida imposible.

El PP pacto 150 medidas con la formación de Albert Rivera a cambio de la investidura pero ha constatado que no puede contar con ellos. Le ponen demasiados palos en la rueda. Al fin y al cabo, Rivera es un SPDA como él: socialdemócrata, progre, de derechas y amoral (que no inmoral).

Solución: arreglo en el PSOE o nuevas elecciones. Eso sí, en un buen momento, con los socialistas demasiado débiles en julio, y más lejos de Ciudadanos, que encima no mejora en las encuestas

#902

Re: Rajoy el serio

Tanto los asentados como los emergentes. Parece una paradoja: lo que sucedía tras la guerra civil y el partido único, con las batallas de unos y otros para ganar la confianza de Franco cuando se olfateaban cambios, se repite ahora dentro de cada formación política; como si hubiera una suma de partidos únicos que persiguen la exclusiva del gobierno, sin dejar espacio a las minorías…, hasta que resulta casi imposible la mayoría.

Todos coinciden en valorar cualquier asomo de discusión o debate coram populo como división, que daña la imagen del partido. ¿Pero no es peor aún la sensación de monolitismo? ¿O el carácter de cementerio de elefantes que algunos apuntan para la Eurocámara? Nada tengo –apenas le conocía hasta ahora- contra Antonio Tajani, nuevo presidente del Parlamento europeo, pero tanto su trayectoria política como el proceso consensual para su designación, reflejan ese posible deterioro de los partidos.

El monolitismo interno lleva a la subordinación de los intereses de Europa, o de cada país, a los del propio partido. Así se observa incluso cuando se firman acuerdos –por ejemplo, en la línea del inicial "pacto de responsabilidad" de François Hollande con los empresarios franceses, para intentar superar un desempleo creciente; o de la gran coalición alemana socialdemócrata y democristiana-: en los balances, no se destaca tanto la contribución al bien común –viejo concepto actualizado y recuperado últimamente para el debate público-, como la mejora en la imagen o el posicionamiento del propio grupo.

Más grave resulta quizá la utilización partidista de cuestiones que deberían ser de Estado: tal vez por eso, resulta casi imposible –en algún caso también por cuestión de competencias- elaborar políticas comunitarias o estatales que duren en el tiempo sobre educación, inmigración o administración de justicia.

Alguna vez he comentado mi perplejidad por el uso de tantas expresiones teológicas en Repúblicas que hacen gala de laicidad: desde el estado de gracia de los recién incorporados –no parece el caso de Donald Trump, que llega a la Casa Blanca en medio de inusitadas protestas-, a la grand-messe (la misa mayor) que designa las reuniones políticas más importantes. En cierto modo, la partitocracia confiere cierta sacralidad altiva a cada formación y a sus líderes, más paradójica aun en tiempos en que la jerarquía católica está cada vez más cercana a su grey.

Pero una dolencia no suele curarse con otra…, como aquellas sangrías aplicadas por cirujanos o barberos como primera y casi única atención médica. La falta de capacidad de análisis de los problemas y de soluciones coherentes, no justifica esa otra ola que atraviesa tantos países occidentales: los populismos –de izquierda o derecha-, que pretenden la sintonía directa del pueblo con gobernantes carismáticos, sin la mediación de las viejas instituciones representativas de la soberanía popular.

En tiempos de la que ha dado en llamarse post-verdad, el lenguaje político prima su faceta retórica de persuasión. Y, en cierto sentido, todos los partidos son populistas, en la medida en que recaban la aceptación de un pueblo al que resolverán sus inquietudes y problemas. No extrañan entonces cambios de perspectivas en la línea de la hoy superada “tercera vía” de Tony Blair: la izquierda se apodera de enfoques clásicos de otras orientaciones, porque defender a la familia no es ya de derechas, como tampoco lo es aumentar la seguridad de los ciudadanos... Más paradójico resulta ver a un socialista como François Hollande intentando reducir los costos de la mano de obra, por mor de la lucha contra el desempleo. La gran continuidad es quizá el diseño de un enemigo, como razón de ser de la refundación ideológica.

En todo caso, el populismo puede dar rédito electoral, justamente por su polisemia. El término pueblo puede referirse a demasiadas realidades sociológicas y políticas –Trump incluido-, sin excluir la cuestión de la identidad nacional, tan presente en países de Europa, desde el Reino Unido –Brexit, Escocia- hasta Alemania o Austria. Desde luego, supone la superación de planteamientos clasistas: basta pensar en los obreros franceses que abandonan la izquierda para apoyar al Frente Nacional de Marine Le Pen, tal vez como consecuencia del miedo al viejo mito sintetizado en el “fontanero polaco”.

Los populismos, con su manejo de miedos históricos o temores pequeño burgueses típicos de las estancadas clases medias, son un peligro real para la cultura democrática, no sólo –lo estamos viendo- en países jóvenes como España. Pero dan titulares a medios de comunicación que pugnan también por sobrevivir. No necesariamente triunfan los líderes más profundos y ponderados: a mi juicio, fue el caso patético de Alain Juppé, gran perdedor en las primarias de la derecha francesa. Y en cierto modo de Manuel Valls, rebasado en las primarias de la izquierda por Benoît Hamon, con un programa más bien populista: renta básica universal, reformas institucionales y ecológicas, derechos individualistas como eutanasia activa, máxima apertura a la procreación médica asistida, legalización del consumo de drogas. La situación supone toda una apelación al rigor de los profesionales de la información, que no pueden convertirse en altavoces de políticos proclives a la demagogia populista.

#903

Re: Rajoy el serio

Rajoy: «A Puigdemont le han dado en Bruselas el trato que se merecía»
Elogia el papel de Fernández al frente de la gestora del PSOE y no valora la visión pesimista que dibujó Aznar. Rajoy ve un horizonte más despejado en 2017, pero «no exento de nubarrones»

#905

Re: Rajoy el serio

Mariano Rajoy se hace con el mando de las declaraciones y enmienda el error del ministro Alfonso Dastis con respecto a Cataluña. El presidente del Gobierno deja claro que no realizará ningún tipo de concesión a unos dirigentes separatistas “abrazados a la radicalidad y maniatados por el extremismo”. Una manera de tranquilizar a los españoles y de reforzar nuestra imagen como nación después de que el titular de Asuntos Exteriores dijera el pasado lunes en Barcelona que veía “respetable y legítimo” que Carles Puigdemont defendiera su referéndum en la Eurocámara. Un dislate que, además, contradecía tanto la línea del Partido Popular como las palabras de sus propios compañeros: Pablo Casado o Ramón Luis Valcárcel, entre otros. De ahí que, ante la súbita laxitud territorial de Dastis, surjan como un bálsamo las palabras de Rajoy, quien asegura que Puigdemont tiene “el trato que se merece” por parte de la UE.
Una postura de solidez que, por otra parte, ha sido una constante en el jefe del Ejecutivo, ya que siempre ha insistido en el escrupuloso cumplimiento de la ley por parte de las distintas comunidades autónomas. En el caso concreto de Cataluña, además, ha supeditado cualquier tipo de negociación al hecho de que los golpistas descarten la posibilidad de un referéndum. Y es que la unidad de España, así como el respeto al español, han sido argumentos irrenunciables en los discursos del presidente. Sin embargo, no han sido principios desarrollados por las vías de la imposición o el autoritarismo. Más bien, todo lo contrario. El Gobierno insiste en el diálogo para llegar a un acuerdo y no tener que recurrir a medidas extremas. Y eso a pesar de los constantes desafíos que lanzan desde el otro lado del Ebro. Rajoy ha vuelto a incidir con acierto en que a Puigdemont “le iría mejor si buscara la mano tendida en vez de la radicalidad”.

#907

Re: Rajoy el serio

Rajoy: «Quiero llegar a acuerdos con el PSOE para los próximos 20 años»
larazón.es. Madrid. Hace 35 minutos 1

Rajoy insiste en que no habrá referéndum y advierte de que no negociará un concierto fiscal para Cataluña porque generaría «unos problemas descomunales»

#910

Re: Rajoy el serio

La economía española creció el 3,2 % en 2016 y suma tres años al alza

#911

Re: Rajoy el serio

Rajoy reparará «jurídica y moralmente» a las víctimas del Yak-42
Fernando Cancio, S.N. Madrid. Hace 2 horas 29

Las familias se han mostrado satisfechas tras la reunión de hoy, que han considerado como una «forma de pedir perdón».

#912

Re: Rajoy el serio

Veinte de enero del año en que todo era una elección. Uséase, 2016. Miércoles por la tarde en ese desangelado y no muy bonito Palacio que es La Moncloa. Mariano Rajoy recibe a uno de sus consejeros áulicos. Uno de esos vips españoles a los que pide opinión de cuando en cuando y que solos, y no digamos ya juntos, tienen más nivel que toda la clase política patria junta. Tras escuchar pros y contras en voz ajena, el presidente le corta amablemente en seco. “No sigas”, le apunta con su nada impostado tono humilde, “ya he tomado una decisión”. “¿Y cuál es, presidente?”, inquiere víctima de una infinita curiosidad su interlocutor. “No voy a ir a la investidura porque lo que buscan es mi linchamiento, nada más. No les voy a dar facilidades para que lo visualicen ante la opinión pública, para que dé la sensación de que el PP y yo en particular estamos solos”, comienza su argumento el hombre que gobierna España desde diciembre de 2011. “Pero entonces el PSOE se unirá con Podemos, todo lo que habéis hecho estos años se irá al carajo y tendremos a los comunistas en el Gobierno”, vuelve a razonar este integrante de su sanedrín particular. “Eso no ocurrirá, Sánchez no sacará adelante la investidura y morirá políticamente en el intento”, zanja el asunto el a la sazón presidente del Gobierno en funciones.
La experiencia, que es la madre de la ciencia, forjó el diagnóstico acertado en Rajoy. Sánchez no fue investido ni en marzo ni en otoño. Aunque, como decía aquél, “las balas pasaron muy cerca”. El pacto socialcomunista estuvo en un tris de triunfar. Pero el destino, la suerte o a la tomadura de pelo con la que le obsequió Podemos hicieron imposible el sueño de Pedro y Begoña. A un servidor no le da ningún miedo que gobierne el PSOE ni tampoco que el presidente sea Sánchez en solitario, la alternancia es la esencia de los regímenes democráticos, pero sí que lo haga de la mano de un partido comunista, amigo de los proetarras y que busca la muerte civil de los que no piensan como ellos (Inda o Marhuenda, por poner dos sencillos ejemplos). Y que son a la política española lo que Trump a la estadounidense. La consecuencia del gatillazo pedrista fue un proceso que ha desembocado en el cumplimiento de ese sentido común que desgraciadamente suele ser el menos común de los sentidos: gobierna el que de lejos tuvo más votos y escaños (137 frente a los 85 de los socialistas y 71 de los podemitas).
Y lo cierto es que nos va maravillosamente bien económicamente. Crecemos al 3,2%, casi el doble que el PIB alemán (1,7%), el triple que Francia e Italia (1%) e infinitamente más que la media de la zona euro (1,8%). Las cifras de paro van como un tiro por mucho que la podemización de los medios y, consecuentemente, de la opinión pública, se esfuerce en instalar el mantra de que son empleos de baja calidad. El 75% de los contratos de trabajo en vigor en nuestro país es fijo y que yo sepa nadie salió nunca de una crisis con salarios de primer nivel. Eso sucederá conforme se consolide la recuperación y la demanda de personal inflacione los sueldos. No hay ninguna nación en el mundo occidental, y muy pocas en absolutos, que esté generando en términos relativos tanto empleo ni de lejos. Desde 2014 hemos creado 2 millones de puestos de trabajo y el paro ha pasado de 6 millones a 4,2.
La receta de este indiscutible éxito que el podemismo intenta emborronar contiene tres ingredientes: reforma laboral, “no” al rescate y estabilidad política. Para acometer la Ley Báñez había que tener un par de narices. Mucho más cómodo hubiese sido hacer un Zapatero: trucar las cuentas y decir a todo que “sí” provocando un déficit del 10%, 6 millones de desempleados y una recesión sólo comparable a la de la crisis del petróleo de los 70 que se llevó por delante haciendas, proyectos y vidas. Es la consecuencia del trabajo bien hecho y abjurar de las bofetadas que se propinaron a los principios esenciales en materia fiscal allá por la primavera de 2012.
En Europa nos miran con una sutil mezcla de sana envidia y admiración. La crisis en la Unión es de las que hacen época, de las que pueden hacer saltar por los aires el proyecto de Monnet, De Gasperi y Adenauer cuando parecía que se consolidaba tras más de medio siglo arrastrando los pies. Las políticas imbéciles de la Merkel con los refugiados dejando entrar a todo hijo de vecino pensando que el Estado de Bienestar es infinito, los atentados yihadistas y el austericidio impuesto por Berlín tienen tres cuartas partes de la culpa del pollo que se avecina. La consecuencia se llama extrema derecha. Es la reacción popular al buenismo, la corrección política y la tontuna de los mandamases comunitarios.

El caso más sangrante es tal vez el de Holanda, el país tolerante y moderno por antonomasia. La meca del libre consumo de drogas blandas, la igualdad hombre-mujer y de la regulación de la prostitución. La nación que dio tantas lecciones de progresismo de verdad (no el que nos venden los fascioprogresistas españoles) corre el riesgo cierto de que el próximo 15 de marzo la extrema derecha venza en las elecciones legislativas. Geert Wilders, el muy xenófobo y no menos locoide líder del Partido de la Libertad, arrasa en todas las encuestas. Le otorgan el 25% de los votos y cerca de 40 escaños frente al derrumbe de liberales y socialdemócratas que pasarían de 41 y 28 escaños a 22 y 10 respectivamente. El lema del probable primer ministro neerlandés se resume en una frase para echarse a temblar: “El problema de Holanda se llama marroquíes”.
Lo de Francia no es mucho más alentador. El consuelo es que allí hay doble vuelta (ballotage) y las posibilidades de que Marine Le Pen termine en El Elíseo a partir del 7 de mayo oscilan entre cero y ninguna. Al menos, eso quiero pensar. Sea como fuere, a día de hoy la repugnante ultra francesa ganaría de calle el primer round del ballotage frente a los tres grandes rivales en liza: el corrupto líder de Los Republicanos François Fillon, el brillante ex ministro de Economía socialista Emmanuel Macron y el más filocomunista que socialista Benoit Hamon. Las trapacerías son siderales: su mujer e hijos robaron un millón de euros con empleos públicos ficticios, una de las grandes aficiones de la derecha más allá de los Pirineos. Resulta increíblemente alucinante que el partido más importante de Francia en términos de poder real no efectuase un elemental análisis de riesgos previo a las primarias. Ahora las opciones demócratas más realistas pasan por que el centroderecha apoye en la segunda vuelta a Macron, el treintañero que saltó a la fama más por haberse casado con su profesora 22 años mayor que por sus éxitos en la gestión de una gran nación anquilosada en el terreno económico.
El panorama no es mucho mejor en Alemania, donde la torpeza enciclopédica de la canciller con su política de puertas abiertas de par en par a la inmigración ha dado alas a Alternativa para Alemania, una formación comandada por Frauke Petry cuyos rasgos se resumen en tres noes: “no” a la inmigración, “no” a la Unión Europea y “no” al austericidio. Tranquilos porque tras las legislativas de septiembre seguirá habiendo una gran coalición CDU-SPD pero que nadie se duerma porque los ultras suben como la espuma. Y Alemania son palabras mayores… En Italia el populismo 5 Estrellas o el nacionalfascismo de la Liga Norte no sube pero tampoco baja y en los países escandinavos la ultraderecha va a más, especialmente por los problemas sociales y de convivencia causados por la inmigración musulmana y la falta de respuesta oficial. Por cierto: en el país transalpino ninguno de los últimos cuatro primeros ministros ha salido de las urnas. Mario Monti, Enrico Letta, Matteo Renzi y Paolo Gentiloni son resultado de la dedocracia. En unos casos de la de Berlín; en otros de la del Quirinal. Por no hablar de Estados Unidos, que está en mano de un chalado, Donald Trump, o del Reino Unido, que deambula confuso y sin rumbo como el fantasma del padre de Hamlet. Por algo hace unos días la Biblia del capitalismo mundial, The Financial Times, nos lanzaba flores: “La recuperación de España brilla en un mundo en tinieblas”.
Dicho todo lo cual sobra colegir que España es en este momento procesal de la historia una isla, en lo económico y en lo político. Hace no tanto, cuatro años y medio, éramos unos parias, los apestados de ese club bruselense que no sirve para mucho puesto que las órdenes las imparte Berlín. Ahora crecemos más que nadie, se crean 1.800 puestos de trabajo diarios cuando hace no tanto se destruían 3.000, el peligro del populismo se aleja y la gran coalición encubierta ha logrado avances en materia social que se antojaban impensables (salario mínimo, cláusulas suelo y cortes de luz). El fantasma del populismo bolivariano se aleja. Al menos, a corto plazo. Porque la gente no es gilipollas y porque el estalinismo de la cúpula podemita les lleva a sacarse los ojos entre ellos. Cosa bien distinta es el medio y el largo plazo teniendo en cuenta que la opinión publicada, que es la que cincela la opinión pública, está podemizada en un 70%. Ganan por goleada. Pero de momento Mariano Rajoy está más seguro en su puesto quizá que cuando gozaba de mayoría absoluta y eso aparece en el diccionario de los inversores con la palabra dorada: estabilidad. A más estabilidad, más prosperidad. Y a más prosperidad, menos populismo. España ya no es lo que era. ¡Menos mal!

#913

Re: Rajoy el serio

Rajoy convocará elecciones en noviembre si Sánchez es elegido o el PSOE bloquea los Presupuestos

#914

Re: Rajoy el serio

Esto es el día de la marmota!!!

Nuevo "procés participatiu" en Catalunya, nuevas elecciones autonómicas, y a continuación nuevas generales. Vamos, como en otoño 2015, añadiendo el referendum del 2014...

Tremendo jaripollo que tenemos y tan solo causado por dos personas!!!

La gobernanza de España entera se resuelve, pactos y negociaciones mediante, con solo dos exclusiones. A saber, Don Mariano y Doña Susana. Quitamos a esos dos del medio, y cualquier ecuación político-institucional es viable.

la plus belle des ruses du Diable est de vous persuader qu'il n'existe pas!

#915

Re: Rajoy el serio

Trump hablará con Rajoy este martes
Será la primera vez como presidente de Estados Unidos, ya que el pasado 12 de diciembre ya conversaron durante unos minutos