Los estudios sociológicos coinciden en que históricamente ha habido en Cataluña un porcentaje de independentistas, cifrado entre el 20 y el 30% de la población. En los últimos siete años -coincidiendo con el periodo que dura la crisis económica y con el proceso soberanista- ese porcentaje ha aumentado hasta llegar al casi 48% de los votos conseguidos el 27-S por las candidaturas independentistas.Cataluña ha salido de las urnas dividida en dos. Reparar esa fractura social y política es un reto que concierne al Estado -es decir, a todos los españoles- y que trasciende al devenir de los intereses partidistas. Así lo entienden sociólogos, profesores y analistas que han sido consultados por este periódico. Todos ellos coinciden en que la existencia de un 48% de catalanes que quieren separarse de España es una realidad a la que no se le puede dar la espalda. Josep Ramon Bosch, presidente de Societat Civil Catalana, expresa su preocupación tras una lectura detallada del 27-S que evidencia fracturas más allá de la política. "Las elecciones dejan dos comunidades políticas, sociales y lingüísticas. Los catalanoparlantes han votado en un 85% a favor de la independencia y los castellanoparlantes han votado a los partidos no independentistas en la misma proporción. Existe además la división social y económica, las zonas más prósperas y con menos paro de Cataluña son independentistas. Las menos favorecidas han votado a los partidos no soberanistas".Hecho el diagnóstico, la pregunta es ¿qué hacer? Jordi Rodríguez Virgili, profesor de Comunicación Política de la Universidad de Navarra, señala que "la división de la sociedad catalana no nos puede dejar indiferentes al resto de España. Son demasiados los catalanes que han votado independencia. No se puede decir que no ha pasado nada. Tiene que haber movimientos por parte del Estado, tal vez no legislativos, quizá tenga que cambiar la forma de hacer política por parte del Gobierno. No basta con garantizar que se cumplan las leyes, eso se da por supuesto, hay que cambiar la política de persuasión, llevar España a Cataluña".Aunque hay sociólogos que relacionan directamente el aumento del independentismo con la crisis económica y consideran que si la economía mejora el soberanismo se desinflará, Bosch no coincide con este diagnóstico. Cree que no basta con reformar la Constitución, ni con traspasar la recaudación del IRPF, ni es cuestión de que el ministro de Hacienda ofrezca más dinero. "No es un problema económico. Es una cuestión sentimental. Habría que trabajar para fortalecer el relato común español. La conllevancia que decía Ortega no se ha cuidado por parte del Estado en los últimos años. A corto plazo, hay generaciones que ya están perdidas, pero a largo tendríamos que ser capaces de escribir una nueva Historia de España que aclare la aportación catalana a los hitos de la Nación española. Reconocer, por ejemplo, el catalán en la Constitución, que se hable con naturalidad en el Congreso o en el Senado".El sociólogo Narciso Michavila, que ha analizado las causas del aumento del desafecto hacia España de una parte importante de la sociedad catalana, cree que mucha gente en Madrid "no se dio cuenta de lo que estaba pasando". A él le parece una simpleza echar la culpa al Gobierno de Rajoy del aumento del independentismo. "Los políticos y los medios nacionales no han tenido sentido de la responsabilidad históricamente en relación con el tema catalán. Han utilizado la cuestión identitaria para el enfrentamiento entre territorios porque daba votos. Han echado leña al fuego. Los catalanes son tan españoles como los andaluces -si ellos se fueran, España dejaría de existir- y están pidiendo respeto. Muchas veces se les ha insultado en otras comunidades, tanto del PSOE como del PP".¿Es necesaria una respuesta inmediata del Gobierno actual a este reto o será necesario esperar al Ejecutivo que salga de las elecciones generales de diciembre? Rodríguez Virgili señala que no hay tiempo que perder, que la situación exige un movimiento por parte de Rajoy. "No basta con tener la razón, te puedes ir con la razón a tu casa y el problema sin resolver. Y exponerte a que una nueva mayoría lo resuelva de otra manera, a lo mejor más perjudicial para el Estado de Derecho que quieres defender".El periodista y analista José Antonio Zarzalejos cree que Rajoy no es el gobernante que puede hacer frente a la situación. "Él ha decidido jugar a la contra, explotando las debilidades del proceso. Será un nuevo Gobierno el que tenga que abrir un nuevo tiempo de negociación y así además le hará el favor al soberanismo de rescatarlo del laberinto en el que se ha metido. Es imprescindible una triple negociación: competencial, financiera e identitaria. Hay que dirigirse a los independentistas que aún son recuperables. El Gobierno que salga de las elecciones no tiene otra tarea más urgente. Las fuerzas del soberanismo están muy justas, no podrían afrontar un referéndum con posibilidades de ganarlo".Bosch coincide en que si no hay una reacción del Estado, el independentismo seguirá creciendo en las nuevas generaciones. "Si el Gobierno que salga de las elecciones no coge el toro por los cuernos la fractura se hará irreversible. Necesitamos políticos inteligentes. Un Estado inteligente y nuevos líderes".