Madrid, 16 de Febrero de 2011
Viendo estos días las noticias sobre mi modesta persona, en los
medios de comunicación, quiero hacer estas reflexiones. Que gracias a
Dios y a pesar del paso de los años sigo pensando igual.
Hace unos años, viajando a Palma de Mallorca, coincidí con la
entonces Vicepresidenta del Gobierno, Mª Teresa Fernández de la Vega,
aproveché la ocasión para saludarle con todo respeto como corresponde a
tan importante miembro del Gobierno. Recuerdo que le dije que admiraba
su capacidad de trabajo y espíritu de sacrificio por sus compatriotas.
Saqué de mi maletín una medalla de la Virgen, a la que amo
apasionadamente, y le dije: con mucho gusto le doy este obsequio, para que
también usted haga milagros a favor de todos los españoles sin diferencia
alguna de colores, insignias ni ideologías, pues todos somos iguales ante
Dios.
Yo no presumo de nada, ni me las doy de nada, ni soy nada, pero
pienso que si Dios permite que cada cual piense de una forma, quien soy yo
para actuar de otra manera.
Al día siguiente recibí un tarjetón de su puño y letra dándome las
gracias, lo que le reconocí profundamente.
Sin ánimo de presunción alguno quiero expresar que los medios de
comunicación que se manifiestan en mi contra, no hará cambiar mi
devoción por el mundo obrero, en el que estoy inmerso desde mi más tierna
infancia; me significaban menos los que defendían mi persona.
Con independencia de cuanto expongo, envío estas líneas con el
ruego de su publicación que sin dármelas de nada, amo profundamente el
mundo del trabajo, compartiendo sus sufrimientos, cuitas, congojas y
tribulaciones con el mismo interés, que si de mí familia se tratase.
Mi querido padre, maravillosa persona, siempre me hacía ver que
cuando se abandona este mundo no puedes llevarte absolutamente nada, lo
único que queda, es el cúmulo de cosas que hayas hecho por los demás.
Con ese sentimiento no he hecho otra cosa en mi vida más que
trabajar apasionadamente, creando puestos de trabajo y pese a la
incomprensión e injusticia recibida de muchos, no por ello dejaría de
atender lo más importante de una empresa.
Un empresario cabal, tiene que cuidar de los valores materiales del
conjunto, pero sin olvidar en absoluto que lo más importante es SU
PERSONAL.
Motivo por el cual, mi obsesión ha sido la de proporcionar trabajo al
que no lo tiene.
Una buena prueba de ello, es el elevado coste de un puesto de
trabajo y no he sido capaz de despedir a ninguno de ellos, aun cuando
sobraran, como es el caso concreto de Clesa, totalmente consciente de que
las carencias de medios para atender a sus familias, dada la dura crisis que
atraviesa Europa, constituye un verdadero trauma, un cúmulo de
sufrimientos, de penas, sinsabores, tragedias y hasta la enfermedad.
En ocasiones esta forma de pensar y actuar ha puesto en riesgo la
economía de nuestras empresas.
Hoy en día, lo más penoso y duro lo constituye la falta de ingresos
para mantener una familia.
Consciente de esta verdad, estoy seguro también que Dios bendice
con las dos manos actuaciones como estas, que muchos desgraciadamente,
no llegan a comprender.
El Presidente del Gobierno actual, criticado por muchos, quiero que
sepan que le he escrito en 3 ocasiones, una cuando defendía los derechos
del trabajador, otra cuando daba trabajo a los inmigrantes y la última, en
todo cuanto estaba relacionado con la atención a los más modestos y
humildes.
Mi identificación con los más necesitados del mundo del trabajo es
plena, tendrán siempre mi solidaridad, amor y comprensión.
Hay una frase que embarga mi alma y por la que le doy gracias a
Dios: “sepan los que no me quieren, que en el mundo del trabajo, daría mi
vida a favor de los más necesitados.”
Para mí, las banderas rojas, blancas o amarillas no tienen distinción
alguna. Cuando vamos a contratar a alguno de ellos, tanto mis hijos como
yo, imbuidos del mismo espíritu, lo que les preguntamos es sobre su
honradez, honorabilidad, cumplimiento de sus deberes, buena fe, dominio
de su oficio y respeto hacia sus compañeros.
Termino diciendo que el resto que me quede de vida, continuaré con
una obsesión: DAR TRABAJO AL QUE NO LO TIENE y ojala fueran
millones, todo ello sin rencor, sin resentimiento y venganza de ningún tipo.
Jose María Ruiz-Mateos
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