¿Cuánto subirán los precios en España y los tipos de interés en la zona euro?
El IPC podría seguir en España cerca del 6% hasta al menos la primavera para moderarse después, aunque el coste de la energía continuará siendo elevado
Precios y tipos de interés. Son las coordenadas que este año van a marcar a fuego la economía, la inversión y el bolsillo de los ciudadanos. La inflación se ha convertido en protagonista de la recuperación económica tras la pandemia: la intensa vuelta a la actividad tras el parón por el confinamiento ha creado escasez de oferta y cuellos de botella en los suministros. Pero el gran elemento que está disparando los precios es la energía, que se encarece desde hace meses con una intensidad no prevista por los bancos centrales. Tampoco por el resto de grandes instituciones económicas ni por los gobiernos.
El petróleo cotiza en máximos de 2014 y el gas natural se ha disparado en Europa por las tensiones geopolíticas y ante la evidencia de que sigue siendo indispensable en la compleja transición energética. Llegar al punto en que las energías renovables, las más baratas, sean la principal fuente de energía será un largo camino que promete precios elevados de la energía en el medio plazo. El encarecimiento de petróleo y gas natural, acompañado por un alza generalizada del conjunto de las materias primas, se ha trasladado a toda la cadena de producción.
Las alzas de precios llegan de forma rotunda a la alimentación o el transporte, en una escalada que ha hecho entrar en acción a los bancos centrales. Primero fue la Reserva Federal, al iniciar en noviembre la reducción de sus compras de deuda y avanzar una ronda de alzas de tipos este año. El Banco de Inglaterra también ha reaccionado con dos alzas seguidas de los tipos de interés en apenas mes y medio. Y el BCE acaba de ceder ante la presión de los precios.
El avance de la inflación y las subidas de tipos con que van a responder los bancos centrales dibuja un nuevo escenario económico, después de una larga era de tipos cero que ha alimentado un rally sin pausa en la Bolsa y facilitado el crédito barato para los ciudadanos. El terreno de juego ya no volverá a ser el mismo, pero ¿cuál va a ser la intensidad de las subidas de los precios y de los tipos de interés? ¿Hasta cuándo van a durar las presiones inflacionistas y cuánto pueden endurecerse las políticas monetarias sin llegar a poner en riesgo el crecimiento ni a desequilibrar la estabilidad financiera?
Por lo pronto, los precios van a seguir subiendo con fuerza en el corto plazo y el BCE asegura que avanzará en su retirada de estímulos de forma muy gradual. Pero el equilibrio es muy frágil y está plagado demasiados interrogantes. ¿Habrá un conflicto armado en Ucrania que descontrole el precio del gas? ¿Cuándo se verá el pico del alza de precios? ¿Subirán también los salarios? ¿Cuánto poder adquisitivo y rentabilidad de las inversiones se comerá la inflación?
Para Raymond Torres, director de coyuntura económica de Funcas, los precios pueden seguir creciendo en España a un ritmo superior al 5% interanual hasta abril. “A partir de la primavera, los precios de la energía no subirán tanto”, señala. Pero sí advierte del riesgo de que 2022 sea el segundo año de pérdida de poder adquisitivo, en que las alzas en los convenios seran inferiores a la inflación media del ejercicio, que sitúa en el 3,7%, frente al 3,1% de 2022.
De momento, los convenios colectivos revisados o firmados en enero arrojan un aumento salarial medio del 2% para más de 4 millones de trabajadores, lo que supone un incremento de medio punto en solo un mes en un indicador que normalmente arroja cambios de apenas unas décimas de un año a otro. Desde Mapfre Economics, su economista jefe Gonzalo de Cadenas-Santiago reconoce que el año ha comenzado con más tensiones inflacionistas de las estimadas en la recta final de 2021. Su pronóstico ahora es de una inflación media para 2022 cercana al 4%, aún con picos de alzas interanuales de precios de entre el 5% y el 6% durante el segundo trimestre.
Las alzas salariales podrían superar el 2%, lo que augura pérdida de poder adquisitivo por segundo año, agravada con el alza de tipos que tantea el BCE
En BBVA también esperan una inflación de media en España en 2022 en el 4%, si bien el IPC se desinflaría a final de año, con alzas de precios del 1% interanual gracias a una estabilización de la energía. No a su abaratamiento, según explica Miguel Cardoso, jefe para España de BBVA Research. Así, si bien prevé una relajación de la tasa general a final de año, la inflación subyacente –descontado el precio de la energía y los alimentos frescos– se mantendría muy cerca de los niveles actuales, en el 2,5% al término de 2022. El nivel de inflación subyacente quedaría, según Cardoso, cerca del incremento estimado para el año en los salarios nominales, de entre el 2% y el 2,5%. “Permitiría mantener el poder adquisitivo de forma razonable”, asegura. Eso sí, no habría una vuelta a los precios de la energía y de la electricidad previos a la escalada iniciada en 2021.
Cardoso apunta además a la importancia de vigilar el efecto inflacionista del reciente alza del salario mínimo, que podría desencadenar subidas salariales en los sueldos inmediatamente superiores con las que mantener las diferencias de retribución por categorías. “Habrá más desigualdad en el ahorro. El consumo sí crecerá más en las rentas bajas. Pero el ahorro embalsado durante la pandemia podría pasar a ser riqueza financiera sin más y no utilizarse. Está concentrado en las rentas medias y altas, en quienes han mantenido su empleo con la crisis, no han sufrido recortes de salario y no van a gastar más aún en viajes o restaurantes”, añade Cardoso. De hecho, la previsión de alza del PIB de BBVA Research para este año, del 5,5%, está apoyada principalmente en el crecimiento de la inversión, no tanto del consumo privado.
“Puede que no se dé la liberación del ahorro embalsado y existe la expectativa de que con el alza de tipos se pague un poco más por los depósitos”, apunta De Cadenas-Santiago. La remuneración del ahorro podrá aspirar a un poco más que a cero ante una subida del precio del dinero, que también encarecerá inevitablemente los créditos. El euríbor hipotecario ya reaccionó con contundencia al mensaje de Lagarde –en paralelo al fuerte repunte de rentabilidades de los bonos soberanos– y ha pasado en una semana del -0,45% al -0,325%, augurando mayores cuotas hipotecarias en los créditos a tipo variable.
Los riesgos de la subida de tipos
El mercado apuesta por que la tasa de depósito –con la que el BCE ahora grava el exceso de liquidez de los bancos al 0,5%– haya subido a cero a final de año. El alza de tipos es el movimiento previsible y punto culminante para una economía en recuperación y en la que los precios se incrementan con fuerza. Pero tiene el reverso de frenar el crecimiento si es prematura o excesiva y de encarecer el coste de financiación en economías que salen de la pandemia altamente endeudadas. Lagarde reconocía esta semana que ir demasiado rápido con la retirada de estímulos podría dañar el crecimiento y el empleo y prometía ser muy gradual en los movimientos del BCE.
La subida de tipos será solo cuestión de tiempo, pero el momento y su intensidad son aún una incógnita. Del acierto en estas dos variable dependerá que no haya graves efectos secundarios. “El crecimiento de los salarios nominales se ha mantenido muy débil hasta ahora, lo que, junto con la elevada inflación actual, implica una importante reducción de la renta real disponible de los hogares. El endurecimiento de la política monetaria sería como añadir leña al fuego”, asegura Joachim Fels, asesor económico global de Pimco, la mayor gestora de renta fija del mundo. Advierte además que “el riesgo de que se produzcan episodios de pánico sobre los bonos soberanos y los bancos sigue siendo real”. Un peligro, el de la fragmentación financiera, que los inversores conocen y vigilarán muy de cerca.
El inicio de año tiene a los bancos, junto al sector petrolero y de materias primas, como grandes ganadores en Bolsa. En un 2022 que se prometía rentable para la renta variable, las ganancias se concentran por ahora en las compañías directamente beneficiadas del aumento de los precios y de los tipos. Las dudas sobre la intensidad y duración del alza de precios y sobre la contundencia de la respuesta de los bancos centrales dominan el ánimo de los inversores y elevan la volatilidad.
La publicación esta semana del dato de IPC de EE UU, disparado al 7,5% en enero, llevó de nuevo las ventas a las Bolsas ante el temor a que la Fed acelere aún más de lo previsto la retirada de estímulos. La Bolsa es este año el activo estrella del que esperar retornos con los que batir la inflación y lograr rentabilidades reales. Pero la agitada transición a una economía de tipos de interés superiores impone también la búsqueda de protección con activos como el oro o la deuda corporativa. En definitiva, la búsqueda de equilibrio en las carteras para batir la inflación con las dosis de riesgo necesarias. El mismo equilibrio que precisarán los bancos centrales para combatir la inflación sin dañar el crecimiento.
Fuente.- Cinco Días