Ni más ni menos. Tal y como está montado este casino de la especulación ,,así es en la actualidad y si no se arregla seguirá siendo una ventana especulativa y manipulativa, pero nunca de inversión para estar en esa empresa defendiendo tu cachito durante mucho tiempo. Cosa que ahora es difícil de acertarla con algunas de ellas que te llevan a la ruina a largo plazo. Hace muchos años un accionista se sentía parte de la empresa e iba a muerte con ella, o ganaba mucho dinero o se hundía con ella en los momentos difíciles. Ahora ha cambiado. Antes los accionistas eran plenos inversores ahora no, ahora somos y yo el primero, especuladores, para intentar sacar un mordisco a los que mueven todo esto, llamados tiburones o manos fuertes.
Saludos y buen finde.
#56763
Re: ¿Qué le pasa a Telefónica (TEF)?
Bueno decirte, que la persona que decia de entrar en inditex era para el largo plazo, años y claro que no entraria para largo plazo en inditex a 33 euros. Sin acritud decirte que en vez de leer los mensajes cada los meses , hazlo mas a menudo para ver las opiniones que no recomendaciones hice de Amadeus, arcelor, telefonica....las entradas y las salidas.
#56764
Re: ¿Qué le pasa a Telefónica (TEF)?
Dios mio. Que chorrada es esta?
En un foro de finanzas se viene a ver rojo o a ver verde, para ver otras cosas hay otros sitios.
Arabia Saudí es una pieza destacada del inestable orden económico mundial. Su entrada en el capital de Telefónica supone un desafío complejo para el Gobierno, que ha descartado darle con la puerta en la cara al poderoso reino de los petrodólares
Hace ya tiempo que la economía se ha militarizado, como negocio. Ahora también se ha convertido en un arma en sí misma, como se puso de manifiesto con las sanciones económicas tras la invasión rusa de Ucrania.
La inversión de Arabia Saudí en Telefónica también se puede observar desde esta perspectiva. Arabia Saudí es un reino patrimonial familiar dirigido por Mohamed bin Salmán (MBS), que ejerce como rey aún sin título. El príncipe heredero tiene una inveterada afición a espiar las vida ajenas. Ya antes de su acceso a su actual estatus, los miembros de los otros clanes familiares rivales se desprendían de sus teléfonos móviles antes de reunirse, convencidos de que su primo los tenía pinchados. En el 2015, agentes del príncipe consiguieron infiltrarse en twitter para controlar y manipular miles de cuentas, especialmente de la oposición, a fin de identificar a las personas detrás de las mismas, primer paso para silenciarlas. Este episodio acabó siendo investigado por el departamento de Justicia de EE.UU.. Operaciones similares se pusieron en marcha para controlar los teléfonos del periodista Jamal Khashoggi, operativo que desembocaría en su asesinato en el consulado saudí en Estambul.
Según los periodistas Bradley Hope y Justin Scheck en Sangre y petróleo, la implacable lucha de MBS por el poder mundial, los saudíes rechazaron una inversión de Amazon en su país para construir un centro de proceso de datos de clientes en oriente medio porque “la compañía no iba a permitir a la inteligencia y a las fuerzas de seguridad acceder a los datos almacenados en los ordenadores de la compañía”.
Se entiende que con tales antecedentes se disparasen las alarmas del gobierno cuando STC, un fondo controlado por el príncipe saudí, aspiró a convertirse en primer accionista de la principal empresa de gestión de datos y comunicaciones del país, Telefónica. Hasta un 10% que implicaría el derecho a sentarse en los órganos de la compañía con máxima responsabilidad estratégica. Y según el Gobierno español, la vertiente militar de la operadora que preside José María Álvarez Pallete ha crecido mucho en los últimos años.
Joe Biden saluda a Mohamed bin Salman en una visita a Arabia Saudí
DPA vía Europa Press / EP
España dispone de legislación suficiente para bloquear un desembarco de este tipo; un simple NO cerraría la discusión y la operación hostil quedaría desactivada. Pero la geoeconomía y los intereses geoestratégicos son más complejos.
Los operadores privados tienen una capacidad limitada para hacer frente a desembarcos indeseados
Arabia Saudí es el reino de los petrodólares por excelencia, segundo exportador mundial y pese a los esfuerzos de MSB por convertirlo en un destino para grandes inversores internacionales, su principal interés para el resto del mundo, además de sus reservas de petróleo, sigue siendo el de hacerse con una parte de esos ingentes ingresos petrolíferos. Sobre todo en proyectos de infraestructuras en el país (el famoso AVE a La Meca), contratos de suministro (barcos de Navantia) y compras de armas, parcela esta especialmente controlada por EE.UU., pero en la que la industria española también despunta como séptimo exportador. Arabia Saudí es el primer importador de armas del mundo, copa ella sola más del 10%.
El reino de la casa de Saud, y el resto de las petromonarquías del Golfo, es un eje de la economía mundial. Con sus petrodólares lubrica el sistema financiero mundial y aporta grandes recursos a occidente. Desde el punto de vista político, es con Israel, pieza básica del inestable orden que EE.UU. impone en la zona. En los últimos tiempos, MBS ha imprimido un moderado giro a su política internacional, introduciendo a China y Rusia en la ecuación de la zona. La primera jugó un papel destacado en los acuerdos de Arabia Saudí con la enemiga república de Irán. Lo que ha inducido a la administración de Joe Biden a ser más sensible hacia las preocupaciones saudíes.
Sin duda todos estos elementos forman parte de los cálculos del gobierno de Pedro Sánchez al decidir si da luz verde a la inversión de STC en Telefónica. Una compleja fórmula que incluye intereses estratégicos, relaciones con EE.UU. y consideraciones financieras. Y que en esencia han buscado asegurar el control de la compañía de telecomunicaciones sin dar un portazo a un operador relevante de un orden global mucho menos estable y controlado que antes, pero que sigue anclado en torno a EE.UU. y sus aliados.
La decisión de nacionalizar hasta un 10% del capital pone de manifiesto que los Estados siguen siendo la gran barrera de contención frente a las incertidumbres crecientes de ese orden global. Los principales accionistas de la compañía, BBVA y el grupo La Caixa, difícilmente podían asumir el desafío saudí. Incrementar su participación de manera significativa va contra corriente de las regulaciones de las inversiones bancarias. Además de ser poco recomendable desde el punto de vista de la rentabilidad: las acciones han caído más del 60% desde el 2019 y solo el carácter histórico de su participación les mantiene a cubierto. Su baja capitalización bursátil la convierte en carne en objetivo fácil de los tiburones bursátiles.
Mantener la preeminencia de los intereses nacionales en las grandes compañías desborda las capacidades financieras de los operadores privados, como se está comprobando en otros casos como, por ejemplo Naturgy, por citar el más relevante. En otros ámbitos de la economía sucede lo mismo, aunque la conveniencia política recomienda no reconocerlo públicamente. El Estado, no solo en España ya es una realidad en el resto de Europa, debe acudir al rescate. Sin duda, su intervención abre una nueva dinámica en la que crecerán las demandas de una mayor influencia pública en la compañía.
El príncipe heredero, Mohamed bin Salmán, siente delirio por espiar las vidas ajenas
El PP de Alberto Núñez Feijóo, ha criticado esa inversión. La considera un nuevo episodio de asalto y “ocupación” del sector privado; populismo económico. Pero no ha presentado una alternativa, salvo que piense que no hay problema en que los saudíes se conviertan en el primer accionista. El mercado, amigo. Nadie en Europa ve clara esa salida.
