ABENGOA tras la sentencia
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El pasado viernes se conoció la sentencia de la Audiencia Nacional que absuelve a cinco de los principales directivos de Abengoa, entre ellos a su expresidente y principal ejecutivo Felipe Benjumea. El dictamen de la Audiencia no deja resquicio a la duda y exculpa con contundencia a los cinco miembros encausados de la compañía sevillana de administración desleal y de apropiación indebida, imputaciones que han servido durante los últimos años para arrastrarlos por el lodo.
Felipe Benjumea, el gran artífice de la modélica Abengoa, pasó de héroe a villano con el hundimiento de la multinacional hispalense. La compañía, tras una sucesión de continuos éxitos y un espectacular crecimiento, se metió de lleno en una crisis financiera que le hizo perder valiosos activos, miles de empleos, el tesoro de un «know how» acumulado durante décadas y que llegó a amenazar su propia existencia, salvada a última hora al evitar el concurso de acreedores que muchos «buitres» esperaban frotándose las manos. Abengoa todavía no está exenta de peligros aunque haya empezado a hacer caja y a obtener buenos contratos. Su deuda es aún de casi 3.000 millones y tendrá que volver a ser refinanciada para que salve definitivamente los muebles y comience de nuevo a crecer. Con la sentencia de la Audiencia conocemos que los errores de gestión de Abengoa se agravaron con la salida forzosa del expresidente, decisión que precipitó la caída del precio de las acciones y descabezó su línea ejecutiva, dejando a la multinacional que era vital para la economía andaluza al albur de los especuladores de turno. Con las subvenciones que la CE dedica a tratar de incrementar el PIB industrial de Andalucía hubiera bastado para reflotar a la compañía en sus peores momentos. Pero de nada sirve lamentarse.
Ahora, una vez eximidos de responsabilidades penales los principales directivos de la compañía, algunos de los cuales como el propio Felipe Benjumea enterraron en ella su patrimonio personal y el de los accionistas, toca consolidar los restos del naufragio para que Abengoa vuelva a navegar. No nos podemos permitir el lujo de finiquitar multinacionales como la sevillana, que llegó a obtener la mitad de las patentes generadas por el I+D+i en Andalucía. Es cierto que la actual Abengoa está capitidisminuida pero también es verdad que, con la lección de los errores del pasado, merece la pena mirar el futuro con ambición y empezar a construir sobre lo que ha podido salvarse.