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Hace un tiempo supimos, gracias a esa querencia que tienen los políticos por hablar de sus intimidades a micrófono abierto, que el hoy todavía presidente del Gobierno, el señor Zapatero (o ZP como gustaba de llamarse en tiempos más felices para él), estaba recibiendo por las tardes lecciones de Economía de uno de sus ministros, Jordi Sevilla. En opinión de su profesor particular, recuerdo, el alumno estaba ya tan aventajado en la materia que don Jordi estimaba que con un par de tardes más, ZP estaría en unas más que aceptables condiciones para enfrentar la siempre dura realidad económica de este país. Más adelante, Jordi Sevilla abandonó el Gobieno, de modo que no sabemos si ZP siguió recibiendo clases particulares por las tardes en la Moncloa o no. Pero me da que sí, que ZP siguió recibiendo esas clases, sólo que ya no de Jordi Sevilla, sino de alguien -otro experto económico- que por aquel entonces andaba o mandaba por el complejo monclovita. Me estoy refiriendo a don David Taguas. Es esta una hipótesis aventurada, y ya de antemano pido perdón por formularla sin más "pruebas" que la sospechosa sensación que me da el recordar la política económica que por entonces se llevó a cabo. Recordemos que el señor Taguas fue de esos economistas (abundaban también en esa suerte de camarilla de expertos económicos que es el Banco de España) que nunca quisieron creer en que en este país se estaba inflando una colosal burbuja inmobiliaria. Lo digo porque nada se hizo por "pinchar" esa malahada burbuja y también porque, tras abandonar la política, Taguas recaló de forma "natural" en Seopán, el lobby de empresas constructoras. Y, caso de seguir profundizando en el conocimiento de la cosa económica, la pregunta sería ahora la de que quién en los últimos tiempos podría haber sido el nuevo profesor particular de Zapatero. He consultado a amigos y sabihondos de los pasillos del poder, y me han señalado que quien ahora conforma el cerebro económico de Zapatero debe ser alguien de ese poderoso think tank, FEDEA, esa fundación dedicada al estudio de la "economía aplicada" financiada por las grandes empresas del país junto con el Banco de España. Llegan a esa conclusión a tenor de la deriva antikeynesiana, antisindical y pro grandes empresas que ha tomado la política económica del gobierno sedicentemente socialista en los últimos años con unos resultados auténticamente espectaculares.

Pues bien, líbreme Dios de cuestionar la sabiduría económica de ninguno de esos entendidos, muchos de ellos profesores. Pero igual de claro digo que cuestiono la sabiduría de todos ellos, pues todos ellos son expertos económicos. Tan expertos como lo son todos los economistas que pululan en las instituciones de otras naciones y de los organismos internacionales encargadas de velar por la salud económica de nuestro mundo.

En la década de los años 60 del siglo pasado, aquel extraño sacerdote, filósofo radical y crítico del "dearrollismo económico que fue Ivan Illich, advirtió repetidamente contra lo que entonces empezaba a ser ya habitual, el recurso a la opinión de los expertos como guía de la política. Para Illich, no había peor monopolio (lo llamaba “monopolio radical”) que el de los expertos, y la razón era que al ser los expertos quienes definían no sólo los medios para satisfacer las necesidades sino las propias necesidades, por lo que gozaban de un poder de mercado suprior al del resto de los monopolios que sólo pueden arrogarse la exclusividad en la venta de los medios para satisfacer necesidades externas a ellos. Y cierto que es así. Un monopolio tiene poder de mercado en atención a que no sufre de competencia de otros productores del producto que vende u ofrece, es decir, tiene el poder que le da el ser el único proveedor de los medios para satisfacer una demanda. Pero lo que no puede determinar o no puede controlar esa demanda, es decir, los gustos, preferencias o necesidades del público. Dicho en términos más precisos, el monopolio puede poner un precio más alto pero no puede obligar a los consumidores a comprar su producto pues la demanda de los consumidores es autónoma, y por ende su poder está limitado. Por contra, razonaba Illich, los expertos al definir qué necesidades han de satisfacerse y cómo, determinan tanto la demanda como cómo ha de ser satisfecha, por lo que su poder es muy suprior al de un monopolio común.

Poca duda cabe que hoy día, los expertos económicos de turno son un auténtico monopolio radical en el sentido de Illich. No hay político que se atreva a disentir de ellos, a dar su “opinión” no en el sentido de opinar acerca de los medios para conseguir sus fines, sino de opinar cuáles han de ser esos fines. La famosa frase: “es la economía, estúpido” que puesta en la pared señalaba uno de los criterios a seguir por los asesores de campaña de Clinton en la carrera hacia la presidencia en 1992 que desde entonces se ha convertido en lugar común, no hacía sino simbolizar explícitamente ese radical triunfo de la economía sobre la política, es decir la consolidación final del monopolio radical de los expertos económicos en la definición de los objetivos a perseguir políticamente y los medios para alcanzarlos. La constitución de una auténtica tiranía de los expertos económicos.

Quizás la cosa no tuviera más problema si esa tiranía, si ese monopolio o ese secuestro de la política por los expertos económicos hubiese sido eficiente, es decir, si hubiese satisfecho el criterio básico de la Economía, pero ha sido el caso de que ese monopolio como sucede en otros campos de la realidad se ha revelado como fuertemente ineficiente. Dicho con mayor sencillez: los expertos económicos no sólo han fallado sino que siguen fallando estrepitosa y sistemáticamente en sus predicciones, y dada esa realidad y dado su poder en la construcción de los objetivos a perseguir desde el poder político, sucede que, para muchos, no sólo se equivocan en sus predicciones sino que -algo mucho más grave- son los responsables de las dolencias que hoy por hoy afligen a las economías. No soy en absoluto monárquico pero me hizo gracia la anécdota que he leído por algún sitio y según la cual cuando la Reina Isabel II de Inglaterra, visitó hace tres o cuatro años el Banco de Inglaterra al poco de desencadenarse la crisis financiera, recriminó a los economistas (supongo que a “los economistas de Su Majestad”) su imprevisión y desconocimiento, su incapacidad para predecir la crisis y haber arbitrado los medios oportunos para combatirla. Y ni me imagino lo que hubiera llegado a pensar y la bronca que les hubiera echado (y el castigo a remar en galeras de por vida que en otros tiempos -quizás más sensatos- les hubiera impuesto) si hubiese imaginado que buena parte del desaguisado económico la había causado los muy reputados y premiados economistas que dirigen las instituciones académicas de enseñanza e investigación, generando y transmitiendo modelos económicos cuya relación con el mundo económico y real es en la buena parte de los casos onírica (no se me ocurre otro calificativo).

Pero dejemos el tenebroso asunto de los expertos económicos como causantes de la crisis para una reflexión más profunda y pormenorizada, y centrémonos en el papel de los expertos económicos como predictores. La cuestión de fondo es la de por qué son los expertos económicos tan malos cuando se ponen a hacer predicciones aun plazo superior al inmediato y, sin embargo, se les sigue haciendo caso, o mejor, les siguen haciendo caso quienes toman las decisiones. Ante la realidad de las repetidas fallas caben varias respuestas. Una de ellas apunta a que no sólo los economistas, sino en general los humanos somos malos predictores de las tendencias a largo plazo pues la evolución no nos ha provisto con las estructuras mentales requeridas para esa tarea. El pasado evolutivo del hombre le ha dotado con los mecanismos para responder a las amenazas a corto plazo identificando de entre la maraña de acontecimientos y situaciones del confuso mundo real no los elementos relevantes en el largo plazo, sino aquellos determinantes para su supervivencia en el corto. Y eso le pasa tanto al común de los mortales que usa de la astrología como al “cojoexperto” que usa de modelos econométricos. Nos engañamos, pues, al pensar que los expertos pueden predecir el futuro. No nos podemos, por tanto, llamar a engaño cuando se equivocan. Pero la implicación es que no deberíamos hacerles tanto caso.

Pero, ¿realmente se equivocan tanto los expertos? La adecuación de las previsiones de los expertos en ciencias sociales en general ha sido investigada por Philip E. Tetlock de la Universidad de Berkeley en su libro de 2005 Expert Political Judgment. En él, después de comprobar el nivel de acierto de la asombrosa cifra de 82.361 predicciones respecto al futuro que habían hecho 284 expertos en Ciencia Política, Economia e Historia, Tetlock concluyó que su tasa de aciertos era poco mejor que la del proverbial “chimpancé tirando dardos”. Y no me extraña. Como lector asiduo por razones profesionales de prensa económica y revistas académicas siempre me ha parecido asombrosa la falta de memoria de la que adolecen respecto a sus sistemáticas predicciones. Obviamente, el libro de Tetlock no ha sido muy bien recibido entre esos expertos profesionales, quienes los han pasado por alto, pero sus resultados son incontestables.

Pero Tetlock ha hecho un descubrimiento adicional, y es que el éxito en la capacidad predictiva de un experto está ligado de forma relevante a su “estilo cognitivo”. Tetlock, a este respecto, distingue entre los expertos tipo zorro que saben un poco acerca de una amplia variedad de campos, es decir, los que son generalistas; y los expertos tipo erizo que saben mucho sobre una área concreta, es decir, los especializados. Pues bien, y quizás para algunos esto sea una sorpresa, los “erizos” son mucho mejores predictores que los “zorros”. Quienes fracasan en mayor medida en sus predicciones, señala Tetlock, son aquellos “pensadores que 'saben sólo una gran cosa', que agresivamente extienden el ámbito explicativo de esa 'gran teoría' a nuevos dominios, que muestran una áspera impaciencia con aquellos que 'no están con ellos en el ajo' y que ostentan una confianza considerable en que ellos mismos son unos más que buenos pronosticadores”. Por contra, quienes mejores puntuaciones sacaban en el estudio eran “pensadores que sabían muchas 'pequeñas cosas' (tretas del oficio), eran escépticos ante los grandes esquemas interpretativos, ven la explicación y la predicción no como ejercicios deductivos sino más bien como ejercicios en argumentaciones flexibles 'ad hoc' que exigen coser diversas fuentes de información y son bastante desconfiados acerca de sus propias destrezas pronosticadoras.”

La razón que encuentra Tetlock es muy elemental: ser un profundo conocedor de un tema determinado, estar especializado en él, ser un “erizo”, empequeñece el foco de atención e incrementa la confianza pues aumenta el control sobre ese ámbito reducido pero asimismo niega el valor a los puntos de vista alternativos y transforma la recogida neutral de datos en una recogida selectiva dirigida a confirmar las creencias que se tienen de salida.

Llevando ya bien andado parte del último tercio de mi vida académica, me he podido permitir el observar con cierto distanciamiento a los jóvenes colegas que se han ido incorporando a las tareas universitarias en los últimos diez o quince años. Y lo que he visto y veo no me congratula lo más mínimo, sino todo lo contrario. Veo a jóvenes a quienes desde que recién acabaron sus carreras se les ha exigido una especialización brutal como único medio de poder afrontar una carrera académica que, en mi opinión, tiene más de carrera que de académica. Dicho con otras palabras, en el ámbito de la Economía el propio sistema de formación exige a quien quiera convertirse en experto a convertirse en uno de tipo “erizo”. Al menos por lo que yo conozco, los pocos investigadores o conocedores o experytos que aún quedan en el ámbito universitario del tipo “zorro” están minusvalorados como “poco o nada” científicos y en consecuencia crecientemente arrinconados y arrinconados.

No hay mejor muestra de esta tendencia que el curriculum formativo en Economía. No sé lo que sucederá en otros terrenos de la actividad intelectual, pero estoy totalmente convencido de que, al menos en mi campo, que es la Economía, no hay ahora mismo ningún profesor o investigador de menos de cuarenta años que se haya leído no digo todos sino al menos uno de la siguiente lista de textos clásicos: la Riqueza de las Naciones de Adam Smith, los Principios de Economía Política y Tributación de David Ricardo, El Capital o alguna de las obras de Karl Marx, la Economía Política de John Stuart Mill, la Teoría de la Clase Ociosa de Veblen, los Principios de Marshall, la Teoría General de Keynes o Capitalismo y Libertad de Friedman. Y, además, lo que es peor, el hacerlo, el leerlas, lo consideraría una pérdida de tiempo, una actitud dilettante, vacacional, que le alejaría de la auténtica "producción" científica, que consiste en la escritura de artículos increíblemente especializados para revistas académicas cuya importancia se evalúa según unos índices de impacto elaborados de modo tan pedestre que haría reír a cualquier ejecutivo de una empresa de publicidad. A este respecto, es por cierto curioso que en tanto que todas esas obras clásicas que he mencionado, y otras muchas más, encontraron y encuentran su audiencia en el mercado editorial privado, es decir, que siempre ha habido quien ha pagado su buen dinerito por comprarlas, lo cual debería ser siempre para un economistas un buen indicador del valor social de un "producto" , la nueva "producción" científica está casi totalmente subvencionada pues casi ninguna de las revistas académicas en las que se recogen los frutos de las carreras académicas de los nuevos profesores e investigadores en Economía podría mantenerse por sí sola en un mercado no subvencionado al 100% y no digamos abierto como el del resto de los bienes y servicios.

Pero el desprecio de las ideas del pasado por parte de los investigadores más jóvenes es de lo más grave atendiendo a que la Economía no es una "ciencia" acumulativa al estilo de la Física o la Química, en las que leer a Newton o a Lavoisier podría ser calificado de mero divertimento arqueológico. No, en Economía las ideas de los "clásicos" ya olvidados tienen la peculiar costumbre de resucitar, reverberando de modos que serían harto sorprendentes para los científicos naturales. Y, obviamente, cada vez que se produce una de esas “resucitaciones” sorprende, ¡no podía se menos! a los expertos tipo “erizo” que ni siquiera podían imaginar que existían puntos de vista alternativos a aquellos en que se han especializado. ¿Sorprende, acaso entonces, el deprimente estado de la predicción económica? ¿Sorprende, acaso, que la tiranía de los expertos en Economía se esté revelando tan ineficiente?

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  1. #7
    07/09/11 19:49

    Si censuraras este comentario lo entendería. Sin embargo, contén tu mano y no aprietes ese botón que apelo a tu inteligencia y a la de los posibles lectores y a vuestro sentido del humor y a la caricatura como forma de expresión.

    En un futuro, cuando la humanidad haya cometido todos los desastres que se pueden cometer y el mundo económico tal como lo conocemos haya colapsado, en la prologada Edad Oscura que vendrá, las Escuelas de Economía serán neo-monasterios. Los economistas serán neo-monjes que no harán voto de castidad pues se sabrá que aquello fue una solemne estupidez. Pero harán voto de libertad de pensamiento y las Escuelas para asegurarse la fidelidad a ese voto someterán a los neo-monjes a interminables ejercicios que consistirán en relatar la misma idea de mil maneras distintas y seleccionando cualquiera de aquellos relatos, con las mismas palabras, expresar mil ideas diferentes.

    Y harán voto de pobreza, pero como se sabe que la simple declaración de intenciones no es ninguna garantía, se someterá a los neo-economistas a un gravísimo condicionamiento del peor conductismo y de la peor “Naranja Mecánica”. Amarrados a la silla se les hará contemplar imágenes y escuchar relatos de los muchísimos y gravísimos desastres y hambrunas que sus predecesores, los antiguos economistas, provocaron. Y se les inoculará entonces en las venas un vitriolo que les provocará una inenarrable angustia. Una angustia y una náusea insoportables, mucho peor que morir.

    Posteriormente, en otras sesiones de condicionamiento complementarias, se les hará ver imágenes y escuchar relatos de gente que vive feliz y en los que hasta el perro tiene su plato de garbanzos en la mesa. Y cuando en aquellas imágenes o relatos, quede claro y explícito que hasta el último tiene lo que necesita y es feliz, se les vaporizará con sutiles y extasiantes vapores aromatizados que les provocarán una dicha extrema. Estallidos de gozo, siempre nuevos y siempre inimaginables.

    Quedará así abierto un camino de Búsqueda en libertad condicional (o condicionada) Con una neo-ética en la que el Bien quedará definido por el último eslabón de la cadena.

    No rezarán los neo-monjes; sin embargo, irán provistos en todo momento de un estetoscopio para auscultar su propio corazón. Será norma de obligado cumplimiento auscultarlo todos los días antes del desayuno. La finalidad de la norma será inculcarles hasta en el tueeeeettano, hasta lo más profundo de los entresijos de sus sesos, que la vida y cualquier sistema, late y que no hay sístole sin diástole. Que no puede ser, que no puede existir nada que tenga solo sístole o solo diástole.

    Será obligado, y se les facilitará, que antes de terminar el primer curso hayan dado una completa vuelta al mundo. Para que tengan la fehaciente experiencia, en sus propias carnes, de que al ir tirando to p´adelante se llega al punto de partida. Así comprenderán mejor el Asunto que han de tener entre sus manos.

    Tendrán además de las asignaturas pertinentes una que se llamará: “Sistemas Dinámicos Complejos Finitos y Cerrados” y se darán en ella nociones más que introductorias de Meteorología, Ecología (La Ciencia, no la ideología), Termodinámica, Astrofísica y alguna otra. En todas se hará hincapié y se analizará exhaustivamente la importancia crucial que para los sistemas que son objeto de su estudio tienen los procesos de retroalimentación negativa.

    Tendrán talleres de Alquimia en los que contemplarán con sus ojos cómo en el interior de la hermética redoma el ACEITE se disocia en sus dos principios el MERCURIO y la SAL y cómo, posteriormente, los dos principios se unen de nuevo formando el ACEITE. Solve et coagula, una y otra vez; con los ojos abiertos y la mente fascinada.

    Y tendrán prácticas de meditación, no para iluminarse y alcanzar el Nirvana saliendo de la rueda de las reencarnaciones, pues se sabrá que con morir solo una vez el Nirvana ya se alcanza, sin conservar la conciencia; pues no hay choco y tajá, no en esto. Las prácticas de meditación tendrán como finalidad entrenar la mente de los neo-monjes en visualizar mandalas, imágenes mentales circulares cargadas de elementos relacionados entre sí. Al principio deberán esforzarse en visualizar mandalas estáticos; una vez lo consigan, ayudados por las contemplaciones de sus talleres de Alquimia, se esforzarán en visualizar una dinámica en ellos, en ver cómo se transforman e influyen los elementos según la relación que se haya establecido. Cuando sean hábiles en esas prácticas se les instará a que sustituyan esos elementos de juguete por los elementos y ecuaciones de la Ciencia que es objeto de su estudio: La Economía.

    Se posibilitará con estas prácticas enseñanzas surtir a la humanidad de generaciones de neo-economistas con un nivel predictivo aproximándose al de los Meteorólogos. Despegando, por fin, del infecto y rastrero nivel predictivo de los Sismólogos, a los que podrán mirar ¡ya de una vez! por encima del hombro.

    Dada su nueva, aunque limitada, capacidad predictiva y su condicionamiento, cuando los neo-monjes en la libertad de su pensar tengan una “ocurrencia” que en el devenir natural de su aplicación práctica haya de dejar desprotegidos a los últimos, entrarán en un temor a lo desconocido y huirán de aquello como el sensato que elude el espanto.

    Será el equilibrio el objetivo de su Búsqueda y su obsesión. Del mismo modo que los Físicos saben que cuando en sus ecuaciones se cuela un infinito han fallado. Los neo-economistas sabrán que su sistema falla cuando alguno de sus elementos entra en retroalimentación positiva. Por eso, para ayudarse en esa búsqueda, para que su cuerpo aporte su pequeño grano de arena en los difíciles cálculos, tanto el campus como los bares de los neo-monasterios estarán llenos de neo-monjes haciendo equilibrios de mil maneras distintas. Habrá cuerdas flojas y rígidas por variados rincones y las barandillas de las escaleras serán pasos habituales. En los bares se verán cucharillas y vasos de café en equilibrios hasta entonces impensables; y a neo-economistas que mientras mantienen una conversación banal o concienzuda, distraídamente, intentan mantener en equilibrio una naranja, un plátano y una pera, como el inefable Míster Natural del inefable Krumpp de aquellos inefables setenta.

  2. Nuevo
    #6
    04/09/11 01:50

    Estoy absolutamente de acuerdo con el artículo, como es habitual en este blog. Pero me he registrado precisamente para comentar y poder matizar una parte del texto.

    No es cierto que no queden profesores o investigadores menores de cuarenta años que pretendan ser "zorros" y no erizos y además hayan leído a los clásicos. Es cierto que somos minoría absoluta, si se permite la expresión, y que estamos condenados a la extinción por los procesos de promoción interna de la propia universidad en el ámbito de la economía. Pero aún hay quien aguanta. En 2004 dimos origen al movimiento de estudiantes por una economía crítica, y aglutinamos a grupos pequeños de estudiantes disconformes con esa hiperespecialización arriba mencionada. De hecho uno de los puntos fundamentales, que se sumaba en la lucha contra Bolonia, era fomentar una educación multidisciplinar. Con el tiempo esos estudiantes somos ya jóvenes investigadores sometidos a la precariedad y, claro está, a la marginación académica. Pero existimos en distintas universidades y otros espacios no académicos.

    Incluso en algunas universidades, como la Complutense, aún quedan programas de master+doctorado de una tendencia heterodoxa y no-economicista. Claro que los que allí estudiamos en su momento tuvimos que afrontar, como ya hicimos en la carrera, el doloroso coste de oportunidad. Ser ortodoxo y erizo es menos útil pero mucho más rentable en términos académicos, de reconocimiento y también económicos. Pero bueno, seguimos luchando.

    La web de economía crítica está en http://www.economiacritica.net y mi blog, como ejemplo, en http://www.agarzon.net Se hace lo que se puede ;) Gracias por este blog.

  3. Nuevo
    #4
    22/08/11 11:48

    Porque vamos hacia la deriva…

    Desgraciadamente la Economía no tiene un “Standard-Core” en el cual haya un consenso general sobre el “How-Do” de las cosas. Y más en materia política, donde desgraciadamente, y ya sea por la falta de conocimiento de esa información que aunque se haya liberalizado, no es tratada ni llega a todos los individuos por igual. Ni la enseñanza (que no decir la educación y la crisis moral que podíamos decir que hemos entrado) es vista por igual por todos nosotros (ni percibida).

    Hemos llegado a un momento donde la división y la especialización ha llegado a tal punto que, para sobrevivir, o eres el mejor o corres el riesgo de que la competencia te quite del mercado. Es el precio que hemos de pagar por haber sacrificado la cooperación por la eficiencia. Y precisamente la fijación por un objetivo claro y conciso, como supuestamente “hommo oeconomicus” que somos, debería maximizar nuestras decisiones y nuestro bienestar, facilitándonos así nuestros beneficios. Ese focusing, egoísta por sí solo únicamente quita perspectiva de los problemas que nos rodean. Porque quizás en otras ciencias las relaciones, a pesar de la dificultad y las infinitas apreciaciones que les rodean, tengan elementos causales y relaciones causa-efecto precisas y concisas. Todos sabemos que sucede si se juntan dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno. Igualmente podemos teorizar con más o menos rigor del porque de muchos sucesos naturales. Como sabemos que medicina dar a una persona enferma previamente diagnosticada (o al menos, en la mayoría de ellas). Y la perspectiva es la capacidad de planear y evaluar todos los efectos y consecuencias de un “hecho” o una decisión proyectándola hacia el futuro intentando resolver los problemas que siempre surgen (tanto horizontales como verticales)

    Y es precisamente la intención de los compañeros de esta área del conocimiento de dotar de “perspectiva” a sus modelos económicos vertebrados en la econometría moderna que Hicks tanto puso de moda intentando de encontrar “el mecanismo” en base a los datos observados. Datos estadísticos que ciertamente forman parte del pasado y son Historia. Confundir a las personas por simples números (me da igual si unidades monetarias o como a la microeconomía moderna le gusta nombrar, factor “L”) es donde radica el “error” que tantas explicaciones han intentado dar, cuando es simplemente una herramienta más. Es la Quasi-Racionalidad de los individuos lo que anulan esos modelos. Y reconocer esto es un adelanto como cualquier otro que supuso en otras ciencias (y eso es lo bonito de las ciencias; que siempre hay teorías que invalidan a las anteriores e intentan explicar más fielmente la realidad). Y la necesidad y perspectiva de otros campos es más que necesaria cuando se intenta explicar algo tan complicado como es el comportamiento de los individuos. Y más en Sociedad.

    La incertidumbre está ahí afuera. Y las formas de luchar contra ella son distintas al igual que la interpretación de las que se puede sustraer de ellas. Y cito a Skydeslky (Gracias José Manuel por recomendarme el libro) “El futuro no está ahí fuera, esperándonos a que lo conozcamos, sino que somos nosotros los que lo creamos”.

    En el Mundo actual, donde hay desconcierto mundial, en una carrera loca por la supremacía y la supervivencia, y donde los supuestos “Capitanes” obedecen más a interés de una minoría vicaria y ociosa, rasgos depredadores diría Thorstein, (y aquí agradezco a Fernando la recomendación del libro) la diferencia entre una clase sustentada y otra que sustenta se materializa y el objetivo de moverse de clase impregna el comportamiento sin importar los medios a los que se tenga que recurrir ni las consecuencias derivadas y a terceros, no se podrá superar esta Crisis. Los privilegios han vuelto y se vuelven más importantes que en el medievo. Ya no importa “el estamento” en el que hayas nacido. Ahora importa la forma que tienes que gestionar los medios que dispones para conseguir el objetivo. Pero del camino que hay que hacer para conseguirlos, ese procedimiento, la forma cooperativa se ha disuelto irguiendo al individuo personal. Y cito a Thorstein una vez más y para finalizar: “Iam fides et pax et honos pudorque Priscus et neglectqaredire virtus Audet”. La crisis de la meritocracia.

    PD: Me apunto a Tetlock :P

  4. #3
    20/08/11 21:10

    O no entiendo nada o hay un error cuando dices que son los “erizos” los que más aciertan.

    Pues bien, y quizás para algunos esto sea una sorpresa, los “erizos” son mucho mejores predictores que los “zorros”.

  5. #2
    20/08/11 20:12

    Buen comentario. Estoy de acuerdo en que la especialización adolece de falta de perspectiva. Y la perspectiva es una necesidad para el criterio.

  6. #1
    20/08/11 09:54

    Creo que estás en la razón al 100% de lo que expones, si eso es posible, pero sólo quiero decir que, recuerdo que Pedro Solbes dijo, en el año 2005 ó 2006, no recuerdo bien, que no podían hacer nada contra la burbuja inmobiliaria, ya que la entrada en el Euro, y la consiguiente fijación de los tipos de interés por parte de los organismos europeos les habían dejado sin armas. Creo que en la noticia se hablaba de Solbes y Zapatero. Me resultó muy chocante, ya que, en la época de la entrada en el Euro, sólo leí un artículo de un economista, que estaba en contra de dicha entrada.