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Los "indignantes" gastos de gestión en las compras por internet: ¿un ejemplo de explotación de los consumidores?

LOS INDIGNANTES "GASTOS DE GESTIÓN" EN LAS COMPRAS POR INTERNET. ¿UN EJEMPLO DE EXPLOTACIÓN A LOS CONSUMIDORES?

                                                                             FERNANDO ESTEVE MORA

 

Como le pasa a todo el mundo, también a mi me irrita sobremanera que cuando compro algunas cosas por internet (billetes de tren o autobús, entradas de espectáculos, etc.) de pronto, cuando llega el momento de hacer el click para proceder al pago descubro que me han "colado" o pretenden "colarme" un pequeño suplemento en concepto de "gastos de gestión" o alguna excusa similar. 

 

Como le pasa a todo el mundo, tal argucia para hacerme pagar más me parece una tomadura de pelo, pues a qué "gestión" se refieren para cobrarme más cuando no han hecho nada de nada ya que he sido yo mismo quien, desde mi ordenador, he hecho todo el proceso de selección y búsqueda y soy yo, además, quien incurre en el coste de tinta y papel de imprimir la entrada o el billete de marras, caso de que lo haga. 

 

Como le pasa a todo el mundo, también yo me digo que -en todo caso- entendería que me cobrasen algo por compensar algún "gasto de gestión" por  comprar en taquilla, o sea, físicamente. Pues en tal  caso la empresa tendría que cubrir los  costes de tener una taquilla y el taquillero que hace la gestión de mi compra, pero nunca en las compras por internet pues en ellas la empresa no incurre en ningún gasto de gestión.

 

Y, como le pasa a todo el mundo, ha habido veces -pocas, eso sí- que mi cabreo me ha llevado a no dar el click de pagar y no he comprado en internet a consecuencia de ese mosqueo con los "gastos de gestión" que pretendían colarme.

 

Pero, como soy economista, a diferencia de lo que hace todo el mundo, no puedo indignarme por semejante práctica empresarial ni puedo clamar por que la Administración actúe y evite que las empresas nos exploten en nuestras compras por internet, Porque, como soy economistas, se que las empresas no nos explotan cuando nos hacen pagar esos suplementos. Aunque, obviamente, sí que nos toman el pelo y mucho, cuando nos dicen que responden a unos "gastos de gestión" que obviamente no existen.

 

Veamos, la explicación es muy sencilla y surge de modo inmediato cuando tomamos en consideración las enseñanzas de un economista Gary Becker, que le valieron para recibir el Premio Nobel de Economía, y que se centraban en torno a una idea muy sencilla: que en su comportamiento económico la gente ha de contar no sólo con una restricción evidente, la monetaria, o sea, con el dinero con el que cuentan, sino también con otra, más sutil, la restricción temporal, o sea, con el hecho de que todas las actividades humanas requieren el uso de tiempo, es decir,  que todas todas "consumen" tiempo. Y lo que Becker acentuó fue que ese tiempo que toda actividad humana usa tiene un valor con el que los individuos cuentan a la hora de comportarse.

 

La aplicación de este enfoque al asunto que nos ocupa es inmediata. Cuando compramos cualquier cosa no pagamos uno sino  -al menos- DOS precios. Pagamos un obvio y evidente precio explícito, o sea, el dinero que hemos de desembolsar por adquirir el bien que compramos. Pero también pagamos otro precio, esta vez invisible, el precio implícito, que es el valor del tiempo que hemos de emplear en el proceso de compra y consumo del bien que adquirimos. Junto con el precio explícito pagamos también "otro" precio que es el coste de oportunidad del tiempo que tenemos que emplear para consumir el bien. Se denomina precio pleno a la suma de los dos precios, el explícito más el implícito, que hemos de pagar SIEMPRE por adquirir y consumir un bien o un servicio. No hay diferencia entre los dos desde el punto de vista del comprador, ambos son coste o precio que comporta el comprar y consumir algo. Sí la hay, obviamente, desde el punto de vista del vendedor pues éste sólo puede ingresar por el precio explícito que cobra.

 

Así, por ejemplo, a mis improbables lectores, la lectura de las entradas de este blog no les salen gratis pese a que Rankia no les cobre un precio explícito por el acceso a su red, pues el tiempo que dedican a hacerlo no les es gratis en la medida que tiene un coste de oportunidad para ellos ya que ese tiempo  podrían dedicarlo a hacer otras cosas. Ni qué decir tiene que cuando me pongo estupendo y me abandono a la prolijidad y el abuso de las oraciones subordinadas (en homenaje a don Rafael Sánchez Ferlosio, recientemente fallecido) ese coste de oportunidad crece y crece por lo que se muy bien que el número de mis compradores/lectores correspondientemente cae y cae. ¡Qué se le va a hacer! Es la ley de la demanda: si el precio de algo sube la cantidad demandada disminuye, sea cual sea la parte del precio pleno que crece, ya sea el precio explícito o el implícito.

 

Para Becker, esta sencilla y -después de él- obvia consideración le llevó a explicar de modo diferente multitud de fenómenos económicos y sociales. Desde el surgimiento de los centros comerciales en las afueras de las ciudades hasta la disminución del número de hijos en las familias. Desde la incorporación de la mujer al mercado de trabajo hasta la disminución del número de páginas de las novelas. En todos estos casos y en otros muchísimos más las explicaciones en términos "ideológicos" o culturales (el surgimiento del feminismo, la ideología consumista, la cultura del despilfarro, etc.) palidecían como explicación ante la explicación economicista: si las familias tenían menos hijos o las novelas tenían menos páginas no se debía a que la gente hubiera "cambiado" sus preferencias o gustos sino que tener más hijos o leer novelas largas se había encarecido relativamente porque el valor del tiempo ha subido en el curso del crecimiento económico, o sea, porque el coste de oportunidad del tiempo crece. Al subir el precio implícito del tiempo que se invierte en leer un novelón, o del tiempo que los padres han de dedicar a esos grandes consumidores de tiempo, que son los hijos, o del tiempo emplear en muchas tiendas, la respuesta lógica y económica de la gente ha sido demandar novelas más cortas, tener menos hijos e ir a centros comerciales donde de una tacada se compra todo lo necesario en vez de ir a diferentes tiendas. Todo para "aprovechar" el tiempo, un tiempo que se ha hecho más caro.   

 

Y sí, si las mujeres se han incorporado al mercado de trabajo no se debería a que se han "liberado" y han abandonado las sujecciones de las tareas domésticas gracias al auge del movimiento feminista, sino al pedreste HECHO de que la subida progresiva del salario por hora ha hecho que el tiempo dedicado a las actividades de cuidado en el hogar se haya encarecido. Y las mujeres, al margen de por ideología, han respondido racionalmente: administrando su tiempo económicamente, o sea, dedicando una proporción mayor a las actividades productivas fuera del hogar. O sea, incorporándose en masa al mercado de trabajo. De igual manera, si por termino medio ahora tenemos menos amigos que los que tenían nuestros antepasados, o los que tenemos son de una "calidad" inferior ("amigos" de Facebook), no se debería al triunfo de la idología egoísta procapitalista y neoliberal, sino que se debería al hecho de que llegar a tener un amigo "de verdad" es un proceso que consume una ingente cantidad de tiempo , por lo que la cantidad de amigos que la gente demanda y llega a tener (piénsese que incluso el mismo Jesús, un tipo especial que si no era dios, como creen algunos, sí que posiblemente mereciese haberlo sido, como dijo Ernest Renan, no llegó a tener más que doce, y uno incluso le salió rana) disminuye cuando el coste de oportunidad del tiempo crece, cuando el precio implícito de la amistad crece,

 

Y es que una aproximación al coste de oportunidad del tiempo que una persona dedica a cualquier tarea es -por lo general- el salario que esa persona puede obtener por ese tiempo en el mercado de trabajo. Sí, ya sé que es una aproximación. Que el coste de oportunidad del propio tiempo personal de uno sólo uno lo sabe. Pero en términos generales, si hablamos de toda la gente, el salario por hora puede servir como aproximación al valor de esa hora, a su coste de oportunidad. Así, pues, quienes tienen salarios más elevados pagan precios implícitos más altos por los bienes que compran y consumen. No es nada extraño que sean los tipos que usan de chófer en sus desplazamientos, que nunca hacen cola para adquirir entradas a un concierto o encargan a otros que les hagan las compras incluso las más personales. por contra, los jubilados, los parados, los jóvenes, o sea, los que están fuera del mercado de trabajo, tienen en principio un coste de oprtunidad de su tiempo más pequeño, y por eso tienen relativamente con respecto a los de sueldos altos, más amigos, dedican más tiempo al deporte o a actividades lúdicas o festivas o culturales, o a hacer cola para cualquier cosa.

 

Y vayamos por fin a nuestro tema. Las empresas que nos venden por internet cuando tenemos la alternativa de ir a comprar en taquilla "saben" de la existencia de ese precio implícito. Saben que cuando vamos a la taquilla estamos pagando un "precio" en forma del coste de oportunidad del tiempo que dedicamos a ir allí. O sea, saben que el precio pleno que estamos dispuestos a pagar como consumidores es el precio explícito que les pagamos en taquilla más el precio implícito del tiempo en ir a ella. Por poner un ejemplo, supongamos que la entrada al teatro que una persona compra en taquilla cuesta 25€ y que el valor del tiempo que dedica a hacerlo es 1,5€. Ello significa que el precio pleno que esa persona está dispuesta a pagar por ir al teatro es 26,5€. Ello significa de igual manera que la empresa podría cobrarle a esa persona hasta 26,5€ por esa entrada si encontrase el medio de convertir el precio implícito en un pago explícito  pero sin subir el precio explícito, o sea, sin que suba el precio "total" por encima del precio pleno , o sea sin que sube la cantidad que efectiva o explícitamente paga por encima de los 26,5€....Y eso precisamente es lo que permite hacer la venta por internet.

 

El uso de internet hace que, en principio, pueda  disminuir el precio pleno que pagamos por adquirir una entrada o un billete porque nos  "ahorra" el tener que ir a taquilla. Ahora bien,  bajo la excusa de los "gatos de gestión" , lo que las empresas intentan conseguir es quedarse con ese "ahorro" aumentándonos el precio explícito o monetario que pagamos SIN que ello tenga efectos negativos sobre el volumen de nuestras compras. Volviendo al ejemplo anterior, dado que el comprador en taquilla de la entrada de teatro está dispuesto a pagar un precio pleno de 26,5€, ello significa que la empresa podría cobrarle hasta un máximo de 1,5€ por "gastos de gestión" si comprara la entrada por internet y todavía la seguiría comprando. Como la empresa no puede cobrarle a cada cliente por gastos de gestión su particular precio implícito, ello significa que a todos los clientes les cobra el mismo (1,5€, en el ejemplo), lo cual puede llevar a algunos clientes a decantase por no comprar por internet e ir a taquilla (si el valor del tiempo empleado en ir a la taquilla es más bajo de 1,5€) o, incluso, a no comprar la entrada (si el cliente estima que lo que hace la empresa es un abuso injustificable, un auténtico chantaje,lo que aumenta para él  coste de oportunidad de comprar la entrada). 

 

Si se piensa un poco, resulta evidente que la empresa cuando nos cobra por unos inexistentes "gastos de gestión" en las compras por internet no nos está explotando. No nos está haciendo pagar más de lo que estábamos efectivamente pagando antes  cuando íbamos a la taquilla. Simplemente ha logrado monetizar o hacer explícito lo que antes pagábamos  implícitamente. O, en otras palabras, el uso por internet es un avance técnológico que disminuye los costes de llevar a cabo una actividad: el comprar entras o billetes de tren o de autobús. El valor de ese ahorro en costes es una suerte de "renta" en disputa que se la pueden quedar los consumidores o las empresas, y lo que las empresas han logrado hacer con el expediente absurdo de los gastos de gestión es apropiarse de buena parte de la misma.

 

En suma, que el que nos cobren por gatos de gestión cuando compramos por internet no es explotación, sino un abuso lingüístico que revela que, como consumidores, nuestro poder de mercado es más bajo que el de las empresas a la hora de repartirse las ventajas que supone el uso de la red. 

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  1. #1
    10/10/19 12:39

    Tambien ten en cuenta que cuando compras una entrada de x€ + y€ de gastos de gestion, el artista cobra unicamente sobre x. Y va integramente a los distribuidores de entradas. Muchas veces cobran esos mismos gastos aun comprandolos en taquilla.
    Debido a esto no hay mas que ver como Y es mayor cada vez.