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Los economistas distinguen entre tres tipos de actividades económicas:

(1) las inequívocamente productivas, aquellas que hacen crecer el tamaño del "pastel" económico, es decir, aquellas actividades que aumentan el acervo de bienes y servicios que satisfacen necesidades humanas. Son productivas la mayoría -aunque no la "inmensa" mayoría- de actividades económicas: las agrícolas, ganaderas y pesqueras, las industriales, las de construcción de carreteras y edificios, las de quienes trabajan en el sector de la salud o en educativo, etc., etc.

(2) vendrían luego las actividdaes improductivas, que son aquellas actividades que los individuos realizan con fines distributivos. No aumentan por tanto el tamaño del "pastel" económico a repartirse entre todos, sino que son usadas para alterar el  trozo del mismo que se lleva cada cual. Serían, por tanto, actividades económicas improductivas, pues nada producen, por más de que algunas de ellas puedan ser muy necesarias socialmente. Lo así es el trabajo de policías, abogados y jueces: todos ellos realizan tareas socialmente necesarias, útiles, imprescindibles sin duda, pero todas ellas improductivas económicamente, pues sólo sirven para proteger los derechos de propiedad sobre la riqueza ya existente y para arbitrar o dirimir quién se lleva qué parte de la misma o para compensar las pérdidas o daños que el daño que los individuos puedan causarse entre sí. No son, pues, actividades que creen nueva o más riqueza. Obsérvese que también serían improductivas, pero en este caso socialmente innecesarias, las "actividades" laborales de los ladrones de guante blanco, pues el robo sin violencia es una actividad ilegal, inútil socialmente, improductiva pero redistributiva. Y también serían improductivos e innecesarios lo que los economistas definen como actividades de "búsqueda de rentas" (rent-seeking activities), o sea aquellos esfuerzos, trabajos o tareas que los individuos dedican a obtener alguna posición privilegiada (por ejemplo, una licencia o concesión administrativa) que les permita obtener una  renta. Un ejemplo de una actividad de este tipo es la corrupción.

(3) Y, finalmente, estarían  las actividades destructivas. Son aquellas tareas que los individuos hacen con el objetivo, no de producir más cosa útiles,  sino de destruir parte de la riqueza existente. Las hacen porque o bien, a)  les resulta placentero llevarlas a cabo hacerlo (por ejemplo, por gamberrismo, o también en una fiesta legal como las Fallas de Valencia, o como pasa en una revuelta callejera como la de Londres en el verano de 2011); o bien, la destrucción se usa como medio obtener renta o riqueza ( por ejemplo, el robo con violencia, o el "trabajo" que reaizaba hace unos años un mecánico madrileño que por las noches salía a pinchar las ruedas de los coches del vecindario para generarse clientes al día siguiente), o como medio de aumentar la parte que relativamente un individuo se lleva de "pastel" económico vía la disminución por la violencia de la parte que se llevan otros. 

El terrorismo, es evidente, es una actividad inútil socialmente, y desde el punto de vista económico,  improductiva y frecuentemente destructiva. Considerada como actividad económica, o es una actividad en que sus "trabajadores" usan de la violencia para obtener sus fines, de modo que o es una "industria" destructiva, cuando ejercen esa violencia (secuestros, robos, asesinatos) para obtener una parte de la producción para ellos mismos; o es improductiva cuando consiguen ese objetivo, no ejerciendo la violencia realmente, sino amenazando con su uso (extorsión, impuesto revolucionario).

Quizás pueda parecerle extraño  a muchos el que se considere al terrorismo como una actividad económica "similar" a otras, dado que más bien se suele pensar que su esencia última está en el ámbito de lo "político", que los terroristas buscan objetivos políticos como otros grupos sólo que de un modo no-político, violento. Pero esta suposición es más que cuestionable. Los economistas que analizan el conflicto y la violencia, suelen no fiarse demasiado de las tareas del "departamento de publicidad/propaganda" de las organizaciones terroristas cuyo objetivo, como suele suceder en (casi) todo tipo de publicidad, es la persuasión de su audiencia ofreciéndola una perspectiva si no falsa cuando menos engañosa de las razones de su actividad. Por ello, distinguen claramente, desde un punto de vista económico, entre la actividad violenta que puede entendese como inversión y la actividad violenta que se ha de entender mejor como "negocio", como empresa. La violencia como inversión es equiparable a cualquier otra inversión que tiene un horizonte temporal, dicho con otras palabras, es una actividad costosa que se hace exclusivamente con vistas al momento de "recogida de beneficios". La violencia como inversión es aquella que se hace pensando en el momento de  recogida de beneficios, lo que aquí sucede si se alcanza la victoria "política",  y si así ocurriese la violencia para el grupo terrorista habría sido una "inversión" tan exitosa como lo sería en el momento de vender las acciones en las que habrían invertido su capital, unos inversores "normales" obtienen plusvalías. 

Por contra, la violencia como empresa, es aquella que no se plantea la victoria como objetivo final, pues no se plantea dentro de un horizonte temporal pues, al igual que la mayoría de empresas, no se usa con un determinado objetivo a cumplir para luego desaparecer, sino que se usa al igual que una empresa cualquiera usa de sus recursos, como un medio para ir consiguiendo año a año la supervivencia económica. Desde esta perspectiva empresarial, habría de entenderse el uso de la violencia como un modo de vida y un medio de ganársela por parte de quienes la utilizan.

Los economistas dedicados al estudio de los conflictos han observado que, con arreglo a esta perspectiva, la mayoría de conflictos o guerras interestatales pueden ser entendidos como actividades violentas entendidas como inversión llevadas adelante por naciones que pretenden alacanzar una victoria final sobre sus rivales. Las partes contendientes en este tipo de conflictos violentos de "violencia-como-inversión" buscan pues la victoria final, y su éxito depende entonces de la velocidad y grado con que logran vencer a sus rivales o "echarlos del mercado". Por contra, en las actividades terroristas, pronto las organizaciones se olvidan de la victoria como objetivo final. Incluso sucede que si alcanzan un cierto éxito dados sus proclamados objetivos iniciales, rápidamente descubren que esos objetivos no eran "suficientes", que no hay motivo por ello para abandonar la lucha. Las organizaciones terroristas se convierten así en "empresas" dedicadas a la predación o la extorsión cuyo objetivo, al igual que el de cualquier otra empresa, deja de ser una victoria clara para convertirse en la supervivencia económica en el tiempo. La "violencia-como-negocio" es, pues, su rasgo definitorio. Tal diferencia explica el hecho estadísticamente contrastado de que la duración de las guerras entre estados es muchísmo menor que la de los conflictos terroristas  que no es nada extraño que se eternicen (como los ejemplos del IRA, ETA o las FARC atestiguan); cosa que sólo puede entenderse si los grupos terroristas actúan realmente como empresas tanto en sus procedimientos internos como en sus objetivos.

Ahora bien, ¿qué tipo de "empresa" productora de "antiservicios" como son la extorsión, el robo, el secuestro, el asesinato o los destrozos sería una organización terrorista? La respuesta es simple: dado que sus "propietarios" y "gerentes" son sus propios "trabajadores", el modelo de empresa más adecuado para analizar económicamente una organización terrorista es el considerarla como una cooperativa de "trabajadores". Sucede, sin embargo, que dentro de  un grupo terrorista hay diferentes tipos de "trabajadores" según su "compromiso/contrato laboral" con la organización. Están, por un lado, los "trabajadores"/terroristas con compromiso indefinido y a tiempo completo con la organización: son, claro está, los llamados "liberados". Hay otros cuya relación con la "empresa" también es indefinida, pero sólo "trabajan"  a tiempo parcial: son los terroristas llamados "legales". Están, finalmente, aquellos terroristas cuyo "compromiso/contrato" es -por así decirlo- temporal y de "obra": son aquellos cuya relación con el grupo es puntual/precaria. Resulta entonces obvio que el grupo que toma las decisiones cotidianas de gestión dentro de la cooperativa que es un grupo terrorista sólo puede serlo el grupo de los indefinidos a tiempo completo ya que, al dedicarse a ella "full-time" están más capacitados para ello. Los terroristas "legales", por razones obvias de su ocultación y seguridad, sólo muy de tarde en tarde podrán participar en algún tipo de debate acerca de los objetivos o planes del grupo.  Los "liberados" son aquellos, además, cuyo bienestar o supervivencia económica está inextricablemente ligada a la viabilidad financiera del grupo terrorista puesto que  no disponen de ingresos alternativos, por lo que estarán muy  interesados en ella. En suma, que, como la Economía predice, una cooperativa estará gestionada por el grupo de "trabajadores/terroristas" insider o "de dentro", lo que significa que tomará decisiones mirando básicamente en su propio interés, que pasa, como se ha dicho, por garantizar su supervivencia económica: la diferencia entre ingresos y costes. Dada la obvia dificultad de una organización ilegal o terrorista para acceder al mercado de préstamos, una organización terrorista no puede permancer largos periodos en números rojos; es decir que si sus ingresos en un periodo son menores que sus gastos, es decir, si tiene pérdidas, los "liberados" se verán obligados a actuar de inmediato para enjugarlas pues -fuera del socorro financiero puntual de sus simpatizantes, que difícilmente será muy importante- no puede acceder a financiación ajena para sortear periodos de crisis. 

Ahora bien, si suponemos que la organización terrorista puede alcanzar suficiencia financiera, la pregunta inmediata es qué nivel de actividad terrorista se planteará llevar adelante, pues esa viabilidad económica se podrá lograr con diferentes niveles e intensidad de actividad violenta o "lucha". Para las empresas capitalistas, aquellas que son propiedad de los dueños de su capital, la Economía supone y mantiene que,  a la hora de decidir cuánto producirán o cuál será su nivel de actividad, se comportan siguiendo el principio de maximización de beneficios. O sea,y  dicho en lenguaje común, que producen aquella cantidad del bien o servicio al que se dedican que más le interesa a sus dueños. Pero en una cooperativa de trabajadores la noción misma de beneficio no tiene sentido pues no hay en ella socios capitalistas. A la pregunta de cuál es el nivel de "producto" terrorista que una "cooperativa de terroristas" produciría, la Economía responde de una manera distinta aunque similar: su nivel óptimo de actividad terrorista será aquél que más les convenga a sus dueños, que son en este caso, los "liberados". De manera más formal, puede decirse que el nivel óptimo de actividad terrorista será el nivel que maximize los ingresos netos por "trabajador insider"o liberado en cada periodo de tiempo. 

Estos ingresos netos por "liberado"  son los ingresos obtenidos gracias a la actividad terrorista menos los costes, tanto fijos como variables, de llevarla adelante, repartidos entre el número total de los "liberados" que vive de ellos, que son los trabajadores/terroristas que dirigen la cooperativa terrorista. Los costes fijos serían los costes de establecimiento y mantenimiento de las estructuras organizativas y de seguridad de la organización (santuarios, zulos, escondites, redes de comunicación, y gastos "sociales" de los que se hablará más adelante). Los costes variables son aquellos directamente  relacionados con el nivel e intensidad de la actividad terrorista: gastos en información, armas y sobornos, transporte, mantenimiento de los secuestrados, etc.,etc. 

La actividad de una "cooperativa" terrorista es, por otro lado y como resulta evidente, muy especial lo que se traduce en que tiene en consecuencia cirertas características económicas específicas o distintivas que conviene acentuar. Dos de ellas serían las siguientes:

1) En primer lugar, hay que destacar que la "cooperativa" terrorista es una empresa multiproducto. En concreto, biproducto, pues todo grupo terrorista "produce" al menos dos tipos de "producto" o realiza dos tipos de actividades violentas. Por un lado, el grupo terrorista realiza un conjunto de actividades sólo y exclusivamente "terrorista", que incluiría asesinatos, secuestros con finalidad distinta de la económica y destruccion de bienes y capital físico. Se trata de actividades terroristas strictu sensu, dirigidas a satisfacer sus "objetivos finales" y/o a publicitar su presencia y capacidad con vistas a obtener ventajas negociadoras o para persuadir a algunos simpatizantes para dar el paso que les lleva a incorporarse a la "cooperativa". El segundo tipo es la actividad terrorista pecuniaria: la dirigida a obtener recursos monetarios. La actividad extorsionadora, los secuestros con exigencia de rescate, el robo, son actividades terroristas fundamentalmente dirigidas a obtener recursos financieros.

2) La existencia de rendimientos decrecientes en la actividad terrorista. Es decir, que la efectividad media de cada terrorista y la del grupo en su conjunto decrece conforme aumenta la cantidad de actos terroristas que llevan adelante. Por un lado, está claro que cada terrorista  se "quema" conforme realiza más atentados inevitablemente, con el tiempo, llega a ser conocido o identificado, lo que lleva a una caída en su "productividad" . Y si esto le pasa a cada terrorista, les pasa a todos en su conjunto, pues la actividad terrorista grupal es el agregado de las actividades  violentas de cada uno de sus miembros. Adicionalmente, ha de destacarse que conforme la actividad terrorista crece, crece a la vez la actividad contraterrorista, lo que se traduce en que a los "trabajadores"-terroristas les resulta cada vez más difícil hacer su "trabajo", con lo que su "eficiencia" media se  resiente. Aquí hay que tener en cuenta además el hecho de que los terroristas en prisión son inactivos, y dado que muchos de ellos no disponen de otros ingresos fuera de los que como "pensión" o "subsidio de desempleo" les pasa la organización, el aumento en su número se traduce en un coste adicional para la "cooperativa". En términos económicos, todo lo anterior se traduce en que los ingresos medios por terrorista caerían conforme el grupo terrorista se hiciese más activo. Y  si a esos ingresos medios se les restan los costes fijos y variables medios (incluyendo los gastos "sociales" en pensiones y subsidios por desempleo a los terroristas inactivos por edad o por estar detenidos) para llegar a la cifra de ingresos medios netos por terrorista, cuya maximización es el objetivo que busca el grupo, se sigue que estos caerían conforme crezca la actividad terrorista. (Esto no significa que los ingresos totales del grupo tambien caigan).

Ello plantea un claro problema económico a la "cooperativa" terrorista pues significa que las condiciones económicas del grupo de "liberados" tienden a hacerse cada vez más precarias. Para hacerle frente una primera vía es decantarse cada vez más por las actividades terroristas pecuniarias, pero tal cosa no se puede llevar más allá de cierto punto so pena de traducirse en una pérdida de legitimación ante su "público" en la medida que cada vez más aparece como lo que es: una "empresa" cuyos objetivos son económicos y no políticos. Una segunda vía es cambiar su estrategia sustituyendo cantidad de actividad terrorista por calidad de la misma. Dicho de otro modo, una manera de ahorrar y a la vez incrementar sus ingresos consiste para el grupo terrorista en reducir el número de sus actos violentos concentrándose en perpetrar unos pocos pero muy "rentables" económicamente. Una tercera vía, ligada con la anterior, consistiría en mantener o reducir el número de sus trabajadores "liberados"  de modo que el peso de las actividades terroristas recaiga en los terroristas a tiempo parcial y los terroristas temporales y por "obra", quienes al no vivir o cobrar de la organización sólo le suponen a ésta los costes de capital y materia prima (armas, explosivos, material para la construcción de zulos y otro equipamiento, etc.) que suponen su actividad violenta. La consecuencia, sin embargo, de esta sustitución es el deterioro en la eficacia terrorista asociada al uso de estos trabajadores menos cualificados por su menor especialización. Una cuarta vía pasa por ahorrar en este tipo de costes de capital, lo que sin embargo debilita su capacidad organizativa y de supervivencia ante la actividad contraterrorista. En suma, las condiciones económicas acabarían poniendo en aprietos la supervivencia a largo plazo de los grupos terroristas que, con el tiempo, se ven obligados a reducir su actividad, a marginalizarse y a convertirse en grupos de delincuentes comunes.  Por supuesto, tal cosa no sucedería si la debilidad del Estado permite al grupo terrorista suplantarlo en una zona geográfica lo suficientemente importante como para permitirle a la organización terrorista sobrevivir económicamente usando de mecanismos fiscales semejantes a los del Estado, como ha sucedido en cierta medida con las FARC colombianas.

Un último punto que merece la pena tratar es la cuestión de la reinserción social de los terroristas. El problema que aquí se plantea en el caso de los "liberados" es que muy frecuentemente su especialización en las actividades destructivas los ha hecho inhábiles para las actividades productivas, por lo que difícilmente pueden reinsertarse en el mercado laboral. ¿Qué pueden hacer si no saben hacer otra cosa que secuestrar y poner bombas? Facilitar su integración en el sector de gestión de la violencia legal privado o público (empresas de seguridad, cuerpos de seguridad del Estado), a semejanza de lo que se dice que hacen algunas empresas de seguridad informática con los hackers, no es aquí eficente a tenor de las obvias dificultades de su integración con unos trabajadores a los que antes combatían y mataban. Una alternativa es su integración en un tipo de actividades improductivas que no exigen elevada cualificación cual es la actividad política. Es la salida más habitual para los "liberados" que quieren reintegrarse socialmente. El único coste para ellos es reconocer su equivocación al elegir la vía de la lucha armada en vez de la lucha política, pero fuera de esto, parece la vía más prometedora. Sucede, sin embargo que la capacidad de absorción por parte del mercado político de los lerroristas arrepentidos o  excarcelados no es muy elevado pues depende del atractivo que la línea política que defendieron cuando terroristas tenga en el mercado político. Si no es demasiado elevado, la implicación es que habrá un cierto númerto de "liberados" a los que la reinserción social les sería imposible. Una alternativa es que el Estado, obviamente de manera ilegal y solapada, les proporcione una suerte de pensión de "jubilación anticipada". En su ausencia,  el coste de oportunidad de muchos de los "liberados" puede ser tan alto que les lleve a mantener de por vida la actividad violenta ya casi desprovista de cualquier coartada ideológica. 

 

  

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  1. en respuesta a Eguzkialde
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    #3
    24/01/12 14:37

    Sí, tienes razón. Pero en una entrada en un blog no cabe todo. En esta y la siguiente, sólo pretendía "ver" una organización terrorista como si de un tipo especial de empresa se tratara. El análisis de terrorismo de Estado, que, cierto, también se puede hacer desde una perspectiva económica y hay un buen número de modelos de lo que se llama en la literatura económica Estado predador superaba el marco de la entrada. No te digo que no me meta en ello alguna vez, pues el asunto es más que interesante para mí que me estoy metiendo en el estudio de la violencia desde la Economía.

  2. #2
    24/01/12 09:40

    Se te ha olvidado hablar de terrorismo de Estado.Lo han puesto em practica todos y cada uno de los Estados desarrollados y no tan desarrollados.

    Para más información está la mayor estudiosa del tema Loreta Napoleoni.