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Invertir eticamente es posible

Invertir sin más, buscar la rentabilidad sin mayores exigencias, son prácticas que parece que van siendo sustituidas por otras mas consideradas con el medio ambiente, la responsabilidad social, y que a su vez huyen de nichos de rentabilidad cuyas actividades tengan que ver con el armamento, el alcohol o el tabaco.

Tras lo sucedido en Norteamérica, el escándalo sin fin que empezó con las subprimes, prosiguió con la quiebra de bancos centenarios y terminó, de momento, con el habilidoso Madoff, son muchas las personas que ven con desconfianza y recelo el modelo hasta ahora tradicional de invertir. Invertir no es el pecado. Confesiones religiosas, cristianas, musulmanas, judías, diferentes no lo critican e igualmente asociaciones de carácter ecologista o defensoras de los derechos humanos tampoco lo hacen. La clave radica en la diferencia entre las diferentes inversiones, en la forma en la que desarrollan su actividad profesional, industrial o mercantil aquellos a los que va nuestro dinero.

Porque invirtiendo en una empresa determinada nos comprometemos con unas determinadas formas y maneras de hacer las cosas. Si somos exigentes a la hora de adquirir uno u otro producto, dependiendo de quien es el fabricante, los componentes e incluso el país de origen, ahora comenzamos a serlo con las inversiones.

En la época del Apartheid surafricano, muchas personas no consumían productos de esa procedencia. En 1984 el accidente de una planta de Unión Carbide en Bhopal, India, provocó más de 20.000 muertes. Veinticinco años después, en la web de esta compañía existe una sección en la que se informa de todo lo acontecido entonces, la situación actual y sus derivadas. El consumidor actual ya no es un mero actor pasivo. Cuenta con información contrastada, busca la distinción y la diferencia mediante su propio comportamiento y mediante su actitud en los actos cotidianos y castiga, consecuentemente, retirando su confianza a aquellos a los que no considera dignos de recibir su dinero.

Las grandes empresas invierten considerables sumas de dinero en programas de Acción Social, que denominan de responsabilidad social. Ahora le toca el turno al dinero. Invertir si, pero éticamente. Pero ¿cómo?, ¿dónde? ¿con quién?

Invertir éticamente

Para algunas personas especialmente críticas con todo aquello que rodea el mundo del dinero resultaría difícil la combinación de ética e inversión. Pero no solo es posible sino que es real.

Las personas invierten sus ahorros pensando en el futuro, buscando objetivos concretos como ahorrar para los años de jubilación, la compra de una casa, la educación de los hijos etc. Un creciente número de personas desea con estas acciones invertir también en el futuro de la sociedad, del medio ambiente, del mundo. Estas personas son el centro de las inversiones éticas, denominadas asimismo de responsabilidad social. Las inversiones éticas aúnan el deseo del crecimiento de las inversiones, de los objetivos financieros con los valores personales del inversor que desea invertir en un mundo mejor, mas justo.

El aspecto más interesante de la filosofía de inversión ética reside en que cada persona tiene una visión diferente sobre los valores. La importancia y jerarquía de los mismos es algo personal y distinto de una persona a otra, de una institución a otra. Algunos inversores están fundamentalmente preocupados por el medio ambiente, otros con la relación laboral con los empleados de las compañías, otros se preocupan por el daño de ciertos productos en la sociedad como el tabaco, las armas, el alcohol, o bien su interés son los principios y valores religiosos etc. Hay enfoques diferentes en las razones éticas del inversor, que reflejan la diversidad del ser humano.

Una de las gratas sorpresas del inversor ético es que estas inversiones, además de hacer un bien social y enriquecer y confirmar los valores personales, producen según se ha comprobado, resultados prácticos similares a otras inversiones ajenas a esta filosofía. No es necesario sacrificar el rendimiento a causa de los ideales del inversor. Incluso, dado el rigor de los gestores, muchas inversiones éticas han dado resultados superiores a los productos tradicionales.

Origen de invertir éticamente

El origen de las inversiones éticas es muy antiguo. En tiempos bíblicos las leyes judías indicaban cómo invertir y realizar negocios con valores éticos. En el siglo XVI los cuáqueros practicaban esta filosofía basada en sus creencias de igualdad entre los hombres y rechazo a la violencia. Durante el siglo pasado y, en medio del clima de los años 60, temas como el medio ambiente, derechos civiles y el antimilitarismo actuaron sobre la conciencia de los inversores.

La forma mas oportuna de invertir en el mercado ético es a través de los fondos de inversión. Existen, solo en el mercado norteamericano, aproximadamente 200 fondos de inversión que acogen aproximadamente el 13 % de todas las inversiones de ese país. Dentro de estos fondos hay todo tipo de estilos, bajo la misma filosofía de responsabilidad social: acciones (renta variable), balanceados, internacionales, de renta fija, indexados, religiosos, etc. Los gestores de estos fondos siguen fundamentalmente dos estrategias o criterios.

La primera es el "filtro negativo" que supone la eliminación de aquellas compañías que no representan los criterios éticos. Ejemplos pueden ser las entidades que deterioran el medio ambiente, que crean situaciones laborales injustas o producen armamento, tabaco, alcohol, experimentan con animales, como antes se señaló.

La segunda estrategia es "el filtro positivo'' que consiste en actuar ante empresas que no obran éticamente tratando de cambiar aquellas normas y conductas desde dentro. El fundamento de esta estrategia es que el inversor, como accionista de una compañía, posee una parte de esa entidad. A partir de este hecho el accionista tiene responsabilidades y derechos y puede actuar ante el consejo de la compañía con el ánimo de cambiar lo que estima injusto. Los dos índices mas conocidos que reflejan los rendimientos de las inversiones éticas, así como la composición de compañías que se ajustan a estos criterios son dos: Domini Social Index y el Calvert Social Index.

Índices que reflejan las inversiones éticas

Los gestores y analistas de estos dos índices investigan continuamente la calidad de las compañías seleccionadas y registradas en los mismos. DOMINI SOCIAL INDEX (KLD DSI) está compuesto por 400 compañías. La entidad Kinder,Lydenberg & Domini gestiona y analiza el índice. CALVERT SOCIAL INDEX (CALVIN), por su parte, está integrado por 1.000 compañías y la propia entidad, con un equipo de analistas, selecciona y sigue la marcha de las mismas, tanto en un sentido ético como de funcionamiento económicamente eficaz.

Los criterios o filtros habituales en la gestión de análisis de compañías, además de la solidez económica y perspectivas de crecimiento, son: Acción social en la comunidad de residencia, discriminación (racial y de género), relaciones laborales, medio ambiente, armamento, alcohol, tabaco, juego o poder Nuclear, que son patrones fijos en este tipo de actividades. Dentro del área de inversiones éticas, de valores sociales fundamentalmente, se encuentran los fondos religiosos que añaden a los filtros y criterios éticos de responsabilidad social otros propios de las normas morales de la religión correspondiente. Existen así, dentro de los fondos de inversión religiosos, algunos que invierten siguiendo criterios de religiones como la musulmana, menonita, protestante etc. Igualmente también hay fondos católicos que se rigen por las normas de la Ley Canónica 1282 y 1283 de enseñanza católica.

Los criterios de selección de inversiones, además de los habituales para otras inversiones éticas, añaden los siguientes valores específicos, que son inherentes a esta religión: Aborto y contraconcepción, violencia en los medios de comunicación, análisis de instituciones financieras y su labor social, discriminación racial y de género y armamento militar y de destrucción masiva. Estos fondos mantienen una relación entre sí y participan de la Coalición de Responsabilidad Corporativa (Interfaith Coalition on Corporate Responsibility, ICCR) y las Coaliciones estatales de responsabilidad en las inversiones (State Coalitions on Responsibility Investing,CRI) de los Estados Unidos, que cuentan con 275 religiones como miembros.

Fuente: Cambio financiero
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  1. #3
    Anonimo
    21/11/09 00:45

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  2. #2
    Anonimo
    11/04/09 17:35

    Gracias por el artículo.
    Muy ilustrativo.

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  3. #1
    Anonimo
    20/01/09 23:03

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