El debate entre los partidarios de la Gestión Activa y la Gestión Pasiva siempre está abierto, discutiendo si merece la pena que el inversor se desgaste en encontrar los mejores valores para su cartera, o si es preferible asumir que no se van a mejorar los resultados del Mercado si se dedica a invertir en carteras que repliquen un simple índice.
Los defensores de la Gestión Activa basan su argumento en que se pueden obtener mejores resultados que los índices cubriendo con creces los sobrecostes, ofreciendo un beneficio en términos de plusvalías a los inversores. Por el contrario, los defensores de la Gestión Pasiva basan su argumento en la dificultad de encontrar activos que sean capaces de superar el rendimiento que ofrecen los índices a los que pertenecen, por lo que no vale la pena pagar ciertos costes innecesarios para el inversor.
Aunque la filosofía de inversión de ambos productos es contraria, son capaces de complementarse a la hora de obtener los mejores resultados, teniendo en cuenta que las carteras pueden estar formadas tanto por activos bursátiles como por fondos de inversión.
Gestión Activa
La Gestión Activa es aquella que lleva a cabo un gestor mediante la selección y rotación de los valores que componen la cartera, con el fin de conseguir un rendimiento superior al que experimentan los índices bursátiles. Este tipo de gestión parte de la idea de que los Merados no son eficientes y, por consiguiente, que es posible sacarle mejores rentabilidades a los que ellos de por sí consiguen.
La distribución de los activos de la cartera está basada en la situación del Mercado y en la posible tendencia futura cuya decisión viene dada después de analizar el escenario de los valores del área en la que está invertida la cartera. Para decidir las empresas más idóneas se utilizan diferentes técnicas basadas principalmente en el análisis técnico y fundamental, eligiendo los valores más atractivos según la idea de la cartera y al sector que pretende representar.
El gestor únicamente se centra en la elección de los valores que a él le parecen los mejores activos dentro de un determinado grupo, comprando y vendiendo cuando el Mercado esté infravalorado o sobrevalorado, según corresponda, requiriendo un buen ojo avizor para dar con la combinación de activos que sean capaces de batir la rentabilidad del fondo o de la cartera indexada.
Esta gestión, al requerir unos análisis muy pormenorizados de cada activo, tiene unos sobrecostes a los que hay que añadir los que supone la modificación de las carteras en su operativa cotidiana de compraventa.
Gestión Pasiva
La Gestión Pasiva es aquella que lleva a cabo un gestor mediante la selección de valores sin ningún tipo de análisis pormenorizado, con el fin de replicar un índice bursátil y con la única gestión del rebalanceo en el caso de que cambie la composición del índice de referencia. Por tanto, este tipo de gestión se basa en la construcción de una cartera con el fin de replicar el comportamiento de un determinado índice o benchmark. El construir una cartera de estas características tiene su dificultad por ser complicado emular exactamente a un índice por la cantidad de valores que cotiza. Para evitar costes excesivos, lo que se hace habitualmente, en el caso de que el índice esté compuesto por muchos títulos, es invertir únicamente en los valores más representativos.
Invertir en los fondos índice proporciona un alto grado de diversificación a bajo coste. Eso le supone una ventaja a aquellos ahorradores que quieran tener una exposición plena a la Bolsa de una forma más simple y económica sin la necesidad de preocuparse demasiado por la volatilidad que pueda experimentar el Mercado.
Cuando una cartera emula a un índice, cualquiera, no se necesitan costosos y numerosos equipos de gestión lo que supone una reducción importante de los costes de gestión.
La Gestión Pasiva implica estar totalmente y en todo momento invertido en el Mercado teniendo escasas posiciones de liquidez, estimulando un aprovechamiento significativo cuando el Mercado es alcista. Por otra parte, consigue una gran concentración de acciones entre los mayores fondos indexados, provocando que los mayores accionistas de ciertas compañías sean gestoras de fondos índice. Tal extrema es la situación, que los gestores americanos controlan un porcentaje importante de la inversión mundial de fondos dominando las finanzas globales.
Debido a que los propios índices depuran a los peores valores, hace que la Gestión Pasiva, en el largo plazo, obtenga mejores resultados que la Gestión Activa.