La irrupción de los tipos de interés negativos en el panorama económico hace unos años ha sido una cuestión que ha causado opiniones dispares entre economista y analistas financieros. A pesar de los efectos positivos[1] sobre la inflación y el crecimiento derivados de las acciones llevadas a cabo por los bancos centrales lo cierto es que estas también han traído aparejados una serie de problemas. En el caso específico de los tipos de interés negativos, uno de los efectos negativos parece haber sido la disminución de la rentabilidad de la banca europea debido a que esta depende en gran medida de la intermediación bancaria. Atendiendo a este trade-off entre efectos positivos y negativos, los principales bancos centrales han tomado una serie de medidas encaminadas a reducir los efectos desfavorables para el sector bancario entre las cuales destaca el establecimiento de un sistema two-tier para las reservas bancarias.
Para entender el sistema anterior se hace necesario comprender el tratamiento de las reservas bancarias. En el sistema anterior al two-tier, todas las reservas que excedieran los requerimientos mínimos debían de depositarse en el Banco Central Europeo asumiendo el tipo de interés negativo marcado por las facilidades de depósitos (tipos de interés que otorga el banco central a los bancos por depositar diariamente sus reservas en la entidad). Dados los altos niveles de liquidez en el sistema y, por ende, la gran cantidad de reservas bancarias, los bancos europeos tenían que asumir grandes penalizaciones por depositar sus reservas en el BCE, hecho que lastraba la rentabilidad bancaria y comprometían la creación de crédito (afectando al consumo y la inversión).
Ante esto situación, en el último paquete de medidas por parte del BCE con Mario Draghi como presidente de la institución se instauró el two-tier system a la vez que se disminuyó en 10 puntos básicos el interés de las facilidades de depósito del -0.4% al -0.5%. De acuerdo con las declaraciones oficiales realizadas a finales de octubre del 2019, los objetivos perseguidos con esta medida eran los de facilitar la transmisión de la política monetaria (incentivando la creación de crédito a bajos tipos de interés) así como los de mantener los beneficios derivados de los intereses negativos[2] a la vez que se minimizaban los efectos perjudiciales de estos sobre los bancos.
El funcionamiento del sistema two-tier hace que una parte del exceso de reservas bancarias queden exentas del pago de intereses. Las reservas que quedan exentas del pago de intereses serán aquellas inferiores al Requisito Mínimo de Reservas (RMR) multiplicado por 6. Todas las reservas que excedan esta cantidad habrán de verse sometidas al pago de un -0.5% de interés. Según datos de finales del 2019, 792.000 millones de euros quedaron libres del pago de intereses y, tal y como ha declarado el BCE, se espera que los bancos ahorren alrededor de 100 millones de euros en el pago anual de intereses.
De acuerdo con un reciente análisis realizado por el Banco de Italia en diciembre del 2019 la utilización de este nuevo sistema de tratamiento de reservas bancarias ha permitido reducir los tipos de interés a corto plazo en la Eurozona además de haber conseguido homogeneizar, en mayor medida, la liquidez bancaria entre los países del sur y el centro europeo. En relación a los tipos de interés a corto plazo de los mercados monetarios, estos han descendido aproximándose al -0,5% marcado por las facilidades de depósitos. Con respecto al reparto de liquidez los bancos, aprovechando los diferenciales de interés de las reservas, han canalizado esta (facilitando así las condiciones de financiación) desde países del centro europeo a la periferia siendo Italia uno de los países más beneficiados.
Relevancia de la facilidad de depósito como determinante de la política monetaria europea.
Previo a la Gran Recesión, el BCE utilizaba el “corredor de tipos de interés” para determinar cuál era la dirección de su política monetaria. Los principales tipos de interés a los que se debía atender entonces eran tres: el de la facilidad marginal de crédito (hace referencia al tipo que carga el banco central por prestar liquidez diaria a los bancos), la facilidad de depósito (hace referencia al tipo a muy corto plazo que carga el banco central por depositar en su balance el exceso de reservas de los bancos comerciales) y el de las operaciones principales de refinanciación. Mediante este mecanismo, los tipos de interés vigentes en la eurozona fluctuaban alrededor de los de las operaciones principales de refinanciación y siempre entre los límites superiores e inferiores establecidos por la facilidad marginal de crédito y la facilidad de depósito respectivamente.
Con la irrupción de la crisis en la Eurozona, debido a las masivas inyecciones de liquidez a consecuencia de las compras de activos y a la disminución de los tipos de interés, el BCE sustituyó el anterior sistema de “corredor de tipos de interés” por el sistema de tipos de interés “floor”. El exceso de liquidez inyectada en el sistema hizo que los tipos de interés a corto plazo dejaran de evolucionar en paralelo a los de las operaciones principales de refinanciación y pasaran a variar ahora en relación al de la facilidad de depósito. Este cambio hace que el tipo de interés que determina ahora la evolución de la política monetaria pase a ser el de la facilidad de depósito.
[1] Para un análisis rigurosamente argumentado de los beneficios y problemas derivados de las políticas monetarias aplicadas por los bancos centrales desde 2008 véase “La paradoja del riesgo” por Ángel Ubide.
[2] Entre los principales beneficios derivados de estos se podría decir que evitan los flujos de entradas de capital y las apreciaciones de moneda repentinas y que disminuyen los tipos de interés reales y los nominales a largo plazo incrementando el consumo y la inversión.