En general, prácticamente en todos los países podemos distinguir dos tipologías de mercados de renta fija: los organizados a través de mercados bursátiles y los no bursátiles, caracterizados por ser OTC (sigla del término anglosajón over the counter), de negociación bilateral y no concurrentes. El inversor final tiene que recurrir a intermediarios financieros para poder comprar y vender. Al contrario de lo que sucede en los mercados de acciones, en la renta fija son estos mercados extrabursátiles los que predominan en la mayor parte de países.
Por tratarse de un tema muy de actualidad y que está afectando a muchos inversores, resulta especialmente ilustrativo lo que ha sucedido en el mercado español, donde se ha producido una segmentación adicional dentro del mundo de la renta fija que podríamos denominar “mercados internos” (aunque realmente no se trate de tales mercados). Los mercados internos son aquellos que han habilitado las entidades financieras para dar liquidez a sus propias emisiones colocadas a clientes de su propia red comercial. Las entidades muchas veces crearon y colocaron emisiones de forma específica para clientes de su red, con poca transparencia a la hora de formar el precio o determinar la rentabilidad, ya que los clientes minoristas disponen de menor capacidad para analizar riesgos y determinar rentabilidades de mercado para los distintos instrumentos financieros.
Como hemos dicho, definirlo como un mercado es técnicamente un error, ya que no ha habido una libre formación de precios entre oferentes y demandantes, al intentar las mismas oficinas bancarias que tenían clientes con interés en vender, colocar los bonos a otros clientes con interés en comprar, casi siempre a un precio igual o muy cercano al 100 por ciento del nominal, dado que este tipo de instrumentos se colocaron a los clientes como sustitutivo de imposiciones a plazo fijo, sin percepción del riesgo por su parte que les hiciese admitir minusvalías en el capital invertido.
El estallido de la crisis financiera, particularmente en España, rompe este modelo de mercados internos. Muchas de las emisiones colocadas eran subordinadas o preferentes. En la medida en que los clientes se van informando, dejan de pagar intereses algunas de las emisiones por ausencia de beneficios del emisor, comienza a acumularse el número de interesados en vender y a reducirse al mínimo los clientes interesados en comprar. En la práctica, al final, se produce un bloqueo/prohibición por parte de los reguladores españoles de este tipo de mercados internos con procedimientos de negociación y formación de precios poco transparentes.