Conocía esos artículos, sí, y voy a intentar hacer algunos comentarios sobre ellos.
“Estas empresas, para poder permitirse mantener esta política, tienen que tener unas características especiales que suelen redundar en mayor rentabilidad y menor volatilidad.”
Efectivamente, esas empresas tienen normalmente unas características, que ya han sido identificadas como representativas de uno de los factores de rentabilidad denominado “calidad” (quality/profitability). Se consideran en general acciones de calidad aquellas que presentan alta rentabilidad sobre activos (ROE), crecimiento de beneficios estable y bajo endeudamiento financiero. Así que el problema está, en primer lugar, en restringir la elección únicamente a la empresas con dividendos crecientes. Hay muchas más empresas que también tienen esa calidad supuestamente buscada, y pueden ser seleccionadas de una forma más acertada utilizando las variables que los estudios han identificado. De tal forma que se abarcaría una mayor diversificación, disminuyendo el riesgo que conlleva la concentración. Teniendo en cuenta que aproximadamente el 60% de las empresas USA, y el 40% del resto del mundo, no pagan dividendos, estas dejándote fuera más de la mitad de los posibles candidatos del mercado mundial.
Por otra parte, hoy en día centrarse únicamente en los dividendos supone dejar fuera una fuente muy importante de la retribución al accionista: la recompra (y posterior amortización) de acciones por parte de las empresas. De hecho, se estima que este mecanismo aporta ya en el S&P 500 casi el doble que el clásico dividendo: si la rentabilidad por dividendo ronda el 2%, la recompra aporta a los accionistas prácticamente un 4%.
En cuanto a los Dividend Kings, esos 50 años de crecimiento de dividendos suenan muy bien, pero centrarse únicamente en un grupo de antiguas empresas, dentro de un mercado tan amplio y dinámico como el americano supone un gran reduccionismo. Por un lado, me recuerdan la historia de las Nifty Fifty, y por otro, representa la forma de invertir de hace precisamente medio siglo, en acciones individuales de blue chips, como si la investigación financiera y del comportamiento realizada desde entonces no nos hubiera enseñado nada.
Por último, el artículo sobre la reinversión del dividendo es el que me resulta más sorprendente. Por una parte da una gran importancia a dicha reinversión y al interés compuesto, pero no cae en la cuenta de que si esa empresa no hubiera repartido dividendos, sus accionistas habrían acumulado todo lo que en el artículo se calcula, más los impuestos que no habrían tenido que pagar, más el interés generado sobre esos impuestos.
En resumen, entiendo que se puede tener debilidad/querencia por ciertos factores o estrategias (cualquiera de los cuales, por cierto, tiene su gráfico de exceso de rentabilidad) y esas narrativas que nos cautivan, ya sea la del momentum, el value, la calidad,… pero hay que ser consciente de que nadie sabe si seguirán funcionando en el futuro, y suponen por tanto asumir riesgos innecesarios. Consecuentemente, me parece que lo más sensato sería dedicarles en todo caso una pequeña parte de nuestra inversión (alrededor de un 10%, por ejemplo), para “matar el gusanillo”, pero no abandonar nuestra estrategia indexada de mercados totales por ellas.