Cobas AM: Nueva Gestora de Francisco García Paramés

Que un gobierno rojo apretara las tuercas a la Iglesia podría parecer motivo de escandalo e indignación para los que no votamos a ese gobierno. Pues en mi caso nada de eso. 

Y alguien podría verse tentado a salir en defensa de una una institución que, al menos en los últimos 40 años y en España, sólo se ha caracterizado por bailarles el agua a los odiadores de la libertad y la riqueza ajena y jugar a ser amiga de "los enemigos del comercio", que diría Escohotado.

Yo, en cambio, me pondría de perfil, como tantas veces ellos.

No creo que el tío vaya por ahí.

Va más bien por meter la mano en el bolsillo a empresas (ríete de los impuestos que les va a meter por el cuello) y a quién él considera clase alta.

Mi mayor crítica es lo obtuso que es en temas económico porque el capital se protege, y más cuando todas las decisiones de inversión están en manos de los empresarios. Ir a joderles sólo genera paro y polarización de salarios.

Todavía no he conocido a un alto directivo que no gestione sus presupuestos anuales con el objetivo de ganar él la mayor cantidad posible de dinero.

Muy cierto. Cuando inviertes directamente no pierdes mucho tiempo en quejarte pues no puedes echarle la culpa a nadie más que a ti mismo.

La iglesia no ha sido muy buena portadora de la palabra de Dios y del camino del bien y el perdon en los últimos siglos, la iglesia lo ha usado para sus intereses, a mi modo de verlo, la iglesia es un hereje. 

La palabra de Dios, la real, la antigua escrita, es el concepto más socialista que hay en el planeta tierra, es tan humilde y poderoso, que cualquier gobierno con afán de poder y cualquier empresa privada con afan de poder, quiere destruir. 

Por eso, 

La palabra de Dios convierte a Trump, Iglesias, Jeff Blezos, Soros, Merkel, Stail, Hitler, Boris, Sanchez, Bill gates...., a la misma altura que un indigente en las calles de madrid, y eso no interesa..., ya visteis lo rapido que un defensor del socialismo como Pablo iglesias se ha marchado a un chalet de 800.000€ con un sueldo de 7.000€ y su mujer tiene airpods de 180€ con seguramente un Iphone de 900€. 

La palabra de Dios es sin ninguna duda, lo mejor que le ha podido pasar al mundo, y es el mayor enemigo de los poderosos. 

Existe también un sesgo de falso control. 

En época alcista, en un índice se navega tranquilo y relajado, a favor de viento y corriente, sin importarte que no haya capitán al mando, ya que el barco avanza solo.

Ay, madre, cuando llegan las marejadas y las tempestades. Entonces el índice es tan frío como en la subida, implacable en su bajada, inmisericorde. Y la sensación del inversor es estar inerme y al albur de lo que al mercado le dé la gana hacer, sin margen de mejora, modo de virar el rumbo o aplacar los daños.

En cambio, con un gestor al mando tenemos la sensación -quizá que sólo nos reconforta, pero que de real tiene poco- de que este puede rotar la cartera, moverse, vender algo, comprar otra cosa, aminorar la caída o aprovechar esta para luego subir con más fuerza: alguien al aparato, vaya, o lo que se dice añadir alfa.

Buscamos un capitán para la época de la tormenta. Otra cosa es que luego nos salga un Schettino y nos pase un Costa Concordia...

Sus ideas se acaban cuando se acaba el dinero de los demás, ese es el fallo.

Y efectivamente se redistribuye el trabajo y no la riqueza pasada / actual. Será el trabajo el que deba generar la riqueza futura. Detrás de esto se esconde con cierta sofisticación el concepto de confiscación.

Uno tiene que mirarse a sí mismo para sacar lo mejor posible y crecer / avanzar / triunfar (como lo considere cada uno).

Quién sólo se fija en el prójimo termina siendo un llorón y un lastimero. Y los más avanzados unos aspirantes a mangantes.

Pero si parte de nuestros ahorros están en acciones es como si nos metiera la mano en los bolsillos a nosotros también.

Esa es la justicia de los mercados. Pocas excusas hay.