El presidente Xi Jinping decidió crear un tercer mercado bursátil en la República Popular, además de los de Shanghai y Shenzhen, con la particularidad de que se destinará exclusivamente a proveer de capital a “…las pequeñas y medianas empresas altamente innovadoras de elevada tecnología, en condiciones de competir en el ámbito de las grandes plataformas digitales”, que son la avanzada del capitalismo global según los estándares del siglo XXI.
El objetivo es multiplicar las unidades “hightech” que compiten en el plano de las plataformas digitales, llevándolas de los tres gigantes actuales – Alibaba, Tencent, Baidú – a 50.000 / 200.000 protagonistas en los próximos cinco años.
China aspira a que las nuevas unidades “hightech” surjan esencialmente de las “start-ups” de alta tecnología que proliferan todos los años en la “economía digital” (son unas 600.000 anuales). La “economía digital” ya representa más de 40% del producto (U$S6.9 billones), y crece 12,5% por año.
La premisa del gobierno chino es que la innovación más prometedora, que puede incluso trastocar el conjunto del sistema, es la que se origina en “start-ups” centradas obsesiva y monotemáticamente en la creación de lo nuevo; y estas protagonistas tienen un incentivo monumental en una renta extraordinaria, aunque provisoria, que Schumpeter denominaba “cuasi-monopólica”.
Hasta ahora, las grandes plataformas digitales se apoderan de la innovación comprando a cualquier precio las “start-ups” que las originan.
Por eso estas grandes protagonistas del capitalismo del siglo XXI crecen a través de un incesante proceso de integración vertical, que financian a través de gigantescas colocaciones de acciones: Alibaba obtuvo U$S230.000 millones en su lanzamiento en Wall Street.
Para el nuevo mercado bursátil de “start-ups” pequeñas y medianas ubicado en Beijing, han sido elegidas 66 pymes de alta tecnología que ya han demostrado una extraordinaria capacidad de innovación, y que han obtenido en conjunto ingresos por más de U$S60.000 millones en los últimos 12 meses, lo que implica un alza de 37,3% en ese periodo. Después de las 66 iniciales está prevista una segunda tanda de 1.500 unidades “hightech” en 2022.
Se trata en definitiva de crear un Nasdaq chino especializado en las pequeñas y medianas compañías de alta tecnología; y esto sucede en el segundo mercado bursátil del mundo (U$S13.5 billones), solo después de EE.UU.
Hay un giro estratégico fundamental en China en lo que hace al despliegue de la “economía digital”, que es por donde tramita la Cuarta Revolución Industrial; y que está destinado a multiplicar el número de protagonistas creadores de la innovación en las plataformas digitales; y realiza esta redefinición estratégica de 180 grados utilizando a la competencia como instrumento de innovación entre las pymes “hightech” y las tres grandes plataformas digitales. Esta es una disputa que se desarrolla en el núcleo mismo de la vanguardia del capitalismo global del siglo XXI.
El capitalismo de avanzada es hoy un sistema absolutamente digitalizado e integrado, que funciona de acuerdo al criterio de instantaneidad, lo que hace que en un sentido estricto haya una sola plataforma de conectividad mundial, donde los protagonistas son cinco norteamericanas, encabezadas por Amazon/AWS, y dos chinas: Alibaba y Tencent.
Este sistema invierte la totalidad de sus recursos en inversiones en “capital intangible” (marcas, patentes, “capital humano”), y crece mediante un incesante y gigantesco proceso de integración vertical.
Es evidente que Xi Jinping considera que la esencia del capitalismo no es el capital, sino la exacerbación de la competencia entre sus protagonistas. Esto para él es más decisivo que la hegemonía de los dueños del capital.
Por eso apuesta a terminar con el carácter dominante – virtualmente monopólico – de las tres grandes plataformas digitales, y a multiplicar por 10 ó 20 el número de protagonistas en los próximos cinco años.
Xi Jinping, en suma, es una versión de un “Schumpeter del siglo XXI” que se expresa en mandarín.
Hay que agregar un dato estratégico crucial: los mercados bursátiles chinos están absolutamente abiertos a la inversión extranjera, en primer lugar a la proveniente de Wall Street.
La visión estratégica de la República Popular- originada en la obra y el pensamiento de Mao TseTung – tiene un carácter integrado y abierto (“holístico”, dice Henry Kissinger en “On China”), y no está basado en pronósticos, sino en la identificación del sentido (dirección) de la energía que surge de los acontecimientos. La cuestión estratégica esencial es saber hacia dónde se dirigen las cosas, sobre la premisa de que los problemas solo se resuelven para dar paso a otros problemas, y que la complejidad inagotable del mundo hace que sea imposible dominarlo. Solo se trata de identificar sus tendencias centrales para seguirlas e intentar, con suerte dispar, conducirlas.
Por eso, en abril de este año, se impuso a Alibaba una multa de U$S2.800 millones por incurrir en “prácticas monopólicas”, que impedían o dificultaban la competencia con las nuevas compañías.
Las medidas tomadas en la República Popular tienen de manera inmediata un alcance global.