El pasado mes de julio, por un barril de Brent se pagaban 110 dólares. Hoy, menos de 60. La fulminante caída del precio del crudo parece haber llegado para quedarse. De hecho, ya ha comenzado a modificar las expectivas de crecimiento e inflación de los países y amenaza con inmiscuirse en la hoja de ruta del BCE o la Reserva Federal estadounidense. Un escenario que se antoja más cómodo para las familias y países que, como España, pagan cada año una elevada factura energética, tiene en jaque a las Bolsas de medio mundo. A continuación, todas las claves para entender lo que está pasando, que se puede esperar en el futuro y sus posibles consecuencias.
Mucha oferta y sin visos de remitir: El aumento de la oferta de crudo es uno de los detonantes más evidentes de la caída de los precios. Por un lado, coincide el aumento de la producción de países como Libia y la negativa de la OPEP a limitar su producción conjunta. Por el otro, la aparición de nuevos métodos de extracción («fracking»). Además, los expertos aseguran que el sector es reacio a rebajar la producción pues tiene que gestionar unos costes fijos muy elevados, así como unas cuantiosas necesidades de inversión, que se materializan en proyectos a largo plazo. Según la IEA (Agencia Interncional de Energía, por sus siglas en inglés) apunta a que los inventarios de crudo seguirán al alza, por lo menos, hasta mediados del año que viene.
Líneas rojas de los países productores: No obstante, un aspecto que podría terminar desencadenando recortes en la producción es la fortaleza (o debilidad) de las finanzas públicas de los productores. Porque el precio actual está poniendo en jaque la estabilidad presupuestaria de varios de los principales dueños del petróleo. Solo Qatar, Emiratos Árabes Unidos y Kuwait pueden mantener sus cuentas públicas en equilibrio cuando el precio del barril de Brent cotiza por debajo de los 70 dólares, según datos recopilados por «The Economist». Lejos de este umbral quedarían grandes productores como Arabia Saudí o Rusia, con sus líneas rojas marcadas en los 95 y 100 dólares el barril, respectivamente. Muy lejos de estos niveles quedan ya Venezuela, junto a Argelia, Iraq o Ecuador, que tienen su límite entre los 115 y 120 dólares por barril.
¿Demasiada presión?: Los expertos aseguran que la reacción podría estar siendo excesiva. Desde Analistas Financieros Internacionales, apuntan a que como referencia suele tenerse en cuenta la cotización de las materias primas, puesto que «a diferencia de los mercados de acciones y de los de bonos, está menos influida por la política monetaria, y que refleja por ello de forma más fidedigna cuáles son las expectativas de los inversores sobre el ciclo económico». Así, la comparación del índice que agrupa el precio de los distintos metales (CRB) y el petróleo es clara. En los últimos meses, la cotización de ambas variables ha caído, pero lo ha hecho de forma mucho más fuerte el crudo. «Esto sugiere que los inversores no esperan un desplome de la demanda global, por más que la tónica de los últimos meses sea la de revisar a la baja el crecimiento esperado para los principales bloques», concluyen.
La caída, un estímulo: Además, el menor precio del crudo supone un estímulo para los países que son importadores de «oro negro». Lo cierto es que la mayoría de las economías desarrolladas se encuentra en este grupo, por lo que el precio actual supone un revulsivo para sus demandas. España, en concreto, paga cada año una factura energética de más de 40.000 millones de euros. El recorte del precio del crudo permitirá a España ahorrar más de 6.000 millones en esta partida, lo que se traducirá en más crecimiento, menos déficit comercial y menos inflación.
Diferentes consecuencias entre Europa y EE.UU.: Los expertos aseguran que los efectos de los precios bajos de petróleo podrían ser diferentes a un lado y otro del Atlántico. En EE.UU. la bajada de precios promete ser un estímulo para el gasto de familias y empresas y puede suponer un impulso para el PIB (lo que a su vez puede servir de argumento a la Fed para mantener sin cambios su política de tipos de interés al 0%). En la Eurozona, sin embargo, la sombra de la deflación sigue muy presente y esta caída del barril no hace más que afianzarla. Los analistas ven en este hecho un argumento más para que el BCE incremente sus estímulos monetarios.