El pasado mes de enero se celebró una subasta en la que estaba muy interesado pero en la que decidí no participar porque las cifras de la misma no cuadraban con mis intereses.
Tras la subasta contacté con el banco acreedor, que se la había adjudicado por 112.800 euros y conseguí que aceptaran cederme el remate por 113.000. Firmamos el compromiso de cesión de remate y a otra cosa mariposa.
Lo malo es que unas semanas después me comunicaron que el deudor había presentado a un mejor postor que había ofrecido nada menos que 140.000 boniatos para quedarse con la subasta.
Esta es la historia de cómo conseguí neutralizar al paracaidista, llevarme la subasta y ligarme a la guapa.
Pero por mucho que lo escriba aquí, no voy a ser capaz de contarlo mejor de lo que ya he hecho en YouTube.
¿Qué os parece?
A veces las soluciones sencillas son las mejores.