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                                                    FERNANDO ESTEVE MORA

Tres razones me llevan a cuestionar la generalización de estas formas privadas  o privatizadas  de ayudas a los "pobres" que son típicas  de la "economía de las limosnas".

Empezaré por señalar algo que la izquierda parroquial considerará con seguridad  un auténtico pecado capital por mi parte que, como hereje,  sería razón suficiente para expulsarme definitivamente del redil de los "buenos". Y es que dudo mucho de la capacidad de gastar eficientemente, y subrayo esta palabra, de los individuos y familias de niveles de renta medios y bajos.

No tengo pruebas estadísticas irrefutables a mi alcance ni creo que las haya, pero tengo larga experiencia constatando empíricamente que los "pobres" son muy ineficientes a la hora de gastar y de invertir. Por ejemplo, y ya sé que no les gustará oír  esto a los "parroquiales", pero me parece que es de recibo decir que los "afectados por la hipoteca" que llenaron las todavía existentes "plataformas" en la pasada crisis inmobiliaria NO fueron engañados ni forzados a firmar los contratos hipotecarios que luego fueron incapaces de cumplir (y que llevaron a algunos de ellos al suicidio). Sencillamente, tomaron voluntariamente  lo que más adelante se reveló fueron unas pésimas decisiones de inversión. Decisiones, por cierto, que las tomaron pensando en sus propios, egoístas y enteramente legítimos intereses. Convertirlos, meramente por salir perjudicados, en inocentes víctimas de un sistema del que se habrían beneficiado si, por contra, las cosas les hubieran ido bien es típico del "pensamiento" o mejor dicho, del "sentimentalismo" típico de la izquierda parroquial. (Lo cual nada tiene que ver o nada implica sobre la necesidad de políticas de ayuda a los perjudicados por el estallido de la burbuja inmobiliaria, pues ya comenté que una sociedad civilizada se caracteriza por protegernos de las consecuencias  de nuestras propias necedades   https://www.rankia.com/blog/oikonomia/5237557-economia-civilizacion)

Pero la idea de que los "pobres" gastan mal  puede parecer paradójico para muchos que tenderían a pensar que la escasez de dinero haría a la gente que la sufre más cuidadosa a la hora de gastarlo que la que tiene suficientes o muchos recursos económicos. Es decir, que la escasez de dinero sería un aliciente para ser diligente a la hora de usarlo. Pues bien, no soy yo ni mucho menos quien señala que no es así. Que hay buenas razones para explicar ese comportamiento relativamente  más descuidado de los pobres en la gestión de sus magros recursos económicos.

Ya en 1912, unos de los grandes de la profesión, Wesley C. Mitchell, escribió un artículo "The Backward Art of Spending Money" , que podría traducirse algo así como "el olvidado arte de gastar el dinero" y que por cierto es todavía de enjundiosa lectura, en el que oponía los avances en las técnicas de hacer y ganar cada vez más dinero, con el cada vez más retrasado y olvidado arte de saber cómo gastarlo racional y productivamente, o sea, eficientemente. El descuido de alternativas, la no consideración de los precios de los bienes sustitutivos y complementarios, el olvido de los gastos desplazados al futuro, el desconocimiento de las reglas financieras más elementales, la inconsciencia acerca de las reales necesidades y objetivos, etc., llevaban a que las gentes "gastasen" mal. Gastasen mal en el sentido de gastar en bienes que no les reportaban la satisfacción buscada o lo hiciesen a unos precios excesivos o se endeudasen en inversiones en activos inseguros o nada rentables.

Han sido pocos los economistas que siguieron a Mitchell, (destacaría aquí la obra de Staffan Linder, The Harried Leisure Class), hasta que se impuso la Economía del Comportamiento. En un libro de obligada lectura para quien quiera meterse en estos temas, el titulado  Scarcity: The New Science of Having Less and How It Defines Our Lives, de 2014, los economistas del comportamiento Sendhil Mullainathan y Edgar Shafir apuntan a la "escasez"· relativa de tiempo para gestionar correctamente sus recursos lo que lleva a que los más pobres lo gasten relativamente peor , o sea, menos eficientemente, que los más pudientes. A gastarse peor no sólo lo que ganan sino lo que piden prestado y no debieran pedir. Simplemente, la jornada de trabajo y otras actividades dentro del hogar les dejan menos tiempo para ello. Si a esto se le suma su menor nivel en educación general y financiera que les hacen más susceptibles a las añagazas de la publicidad y la manipulación y persuasión, y la presión sobre sus decisiones de su "natural" deseo de salir de su mala situación económica y escalar socialmente, la implicación está clara: no es nada extraño sino lo normal que los que menos tienen gasten peor lo que tienen y se endeuden en demasía o descuidadamente en términos contables que los que más tienen.

Obviamente -y esto hay que subrayarlo encarecidamente- esos gastos excesivos o ese endeudamiento ineficientes "no se pierden" sino que aparecen en los bolsillos de los más pudientes que les han vendido o prestado. Y si admitimos como real este riesgo, si esto es así, no debería descuidarse este "efecto perverso" de la "pobreza", el que la situación de pobreza tiende a llevar a tomar malas decisiones económicas ,  a la hora de diseñar las políticas de ayuda. Concretamente, habría de tomarse en consideración a la hora de plantearse las políticas de ayuda en términos de ayudas monetarias no condicionadas, como por ejemplo la famosa "herencia universal" que dicen proponer los de SUMAR (¿saben sus "buenas gentes", por ejemplo,  cómo impedir que esos famosos 20.000€ no acaben al final en manos de propietarios de bares o de vendedores de marihuana o de bitcoins?)

En segundo lugar, y relacionado de alguna manera en el punto anterior, y como ya se señaló en otras entradas de este blog. Las ayudas monetarias para fomentar la compra por los "pobres" de algunos tipos de bienes juzgados como deseables sólo alcanzan los efectos buscados si los precios de esos bienes no crecen a la vez a consecuencia del crecimiento en la demanda tras las ayudas llevando si a sí ocurre a que sean los vendedores (nada pobres ni necesitados por cierto) quienes acaban beneficiándose de esas ayudas. Las subvenciones para acceder a las viviendas, por ejemplo, tienden al final a acabar beneficiando a los propietarios de las mismas  (https://www.rankia.com/blog/oikonomia/428856-cuento-alquileres-jovenes  y https://www.rankia.com/blog/oikonomia/4957103-regulacion-mercado-alquiler).

Si se piensa un poco, no resulta entonces nada raro que esas políticas de ayuda de tipo "limosneril" siempre, al final, resultan apoyadas por los poderosos, por los pudientes, pues aún en el caso de que sean ellos los que más contribuyen a ellas, de alguna manera el "sistema" se las acaba devolviendo de modo indirecto.

En tercer lugar, frente a la idea limosneril de las ayudas que propugna la izquierda parroquial, lo que habría que recuperar y fomentar es el uso de mecanismos de no-mercado. Es decir, "ayudar" a todo el mundo  mediante la provisión de más y mejores bienes públicos y comunales. no favoreciendo (o tratando de favorecer)  exclusivamente a los "pobres" subvencionsndo su acceso a  los mercados. Este  sería el tipo de política que habrían promovido los viejos referentes intelectuales de la izquierda antes de que pasasen a formarse éticamente en las sacristías. Obsérvese, adicionalmente, que la financiación de esos bienes públicos, en la medida que lo son, es decir que no son bienes privados sino que también pueden acceder a ellos si así lo quieren los contribuyentes a los que se impone la carga fiscal para su financiación (las grandes fortunas) resulta más asumibe por estos

Veamos un ejemplo. Hace un tiempo leí la tristísima historia que Andrés Rubio contaba en el libro España Fea. En él, entre otros desmanes, se denunciaba el expolio y destrucción del patrimonio urbano y natural ecológico y paisajístico de los españoles.  el caso de las otrora bellas costas españolas es un ejemplo obvio. ¿Qué se debería hacer? ¿Ayudar monetariamente a que los "pobres vacacionales" puedan acceder a un apartamento playero o siguiendo el modelo francés dedicar recursos fiscales extraídos de las grandes fortunas a constituir una auténtica "herencia pública" esta sí auténticamente general o universal para todos los españoles- financiando la recompra para disfrute común de terrenos privados o privatizados o para -¿qué se yo?- dedicarlos a la repoblación forestal y así combatir el cambio climático?

Viene aquí, por demás, al caso las propuestas del actual gobierno: la de construir 20000 o más viviendas para alquiler social en terrenos hoy del Ministerio de Defensa o la de subvencionar las hipotecas en que incurran los más desfavorecidos para acceder a la propiedad de nuevas viviendas.  A lo que parece, pese a la caída demográfica, la demanda de alojamientos de la multitud de guiris de fin de semana que quieren disfrutar de nuestra  "libertad de beber y mear en las calles" (como orgullosamente defiende la señora Ayuso en Madrid), o sea, de las  borracherías en que se han convertido el centro de nuestras ciudades crecientemente desprovisto de vecinos (ya advirtió Paul Krugman antes de entrar en el euro de que a consecuencia de ello nuestro futuro económico era vender diversión a los turistas), ha llevado a tensionar el mercado de vivienda en ellas, y, en consecuencia,  tenemos con nosotros -cumpliendo así el ya comentado mandato bíblico-  unos nuevos pobres: los jóvenes pobres habitacionales, entre los que se cuentan todos aquellos  que dejarán de serlo cuando hereden dado que o son hijos únicos o sus padres son propietarios de varios pisos (1).

De nuevo, frente al ejemplo de Francia de defender ese patrimonio vital y cultural, publico y común, que son las ciudades  restringiendo y controlando el uso turístico de las viviendas, aquí se ha decidido   "resolver" el problema del acceso de los jóvenes al alojamiento generado por el auge de las plataformas de alojamientos turísticos, por la vía de hacer crecer aún más el tamaño de las ciudades  aumentando para ellos la oferta de nuevas viviendas, ya en alquiler o ya  en propiedad,   privatizando en último extremo  terrenos públicos pues aunque  la titularidad de esas casas sean del sector público está claro que ese espacio no serán igual de públicos, colectivos o comunales  que lo es, por ejemplo,  un parque.

La casuística es tan extensa como se quiera, pero siempre la pauta es la misma. El mercado es un sistema económico auténticamente prodigioso. Genera a la vez riqueza y desigualdad, y a veces, si no genera suficiente riqueza o la desigualdad crece aún más de lo que crece la riqueza, genera no sólo desigualdad sino también pobreza. Usar del propio sistema de mercado mediante un sistema de ayudas  para corregir esa desigualdad y esa pobreza fue siempre, para la vieja izquierda, una política problemática frente a la política alternativa de provisión de bienes públicos o de uso común, que limitaban la extensión del sistema de mercado. Para la nueva izquierda parroquial, se diría que lo importante es dar no importando el cómo. Para ella, en consecuencia y por ejemplo, más ayudas monetarias para acceder a la sanidad privada o subvencionar su precio  puede ser una alternativa perfectamente aceptable a más sanidad pública.


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(1) Hay toda una variedad de situaciones. No se puede generalizar. Pero hablaré de dos casos que conozco. Uno es el de  un joven en alquiler cuyos padres son propietarios de 5 pisos 5  en airbnb. Otro, el caso de un joven en alquiler que, aunque la familia tiene pisos en Ibiza, vive en Madrid y como negocio, subalquila por habitaciones tres pisos para guiris. Ambos dos jóvenes son, por cierto mayores de edad y -técnicamente-  pobres habitacionales y merecedores de ayuda.

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  1. #6
    09/05/23 08:53
    Hola a todos/as
    El problema, en mi opinión, no es si la ayuda es limosna, si es mas o si es menos, o si hay pillería en los receptores, que siempre la hay, el problema es la ayuda en sí. No hay que dar ayudas, mientras se regale dinero va a haber picaresca, y eso mismo es lo que se va a fomentar, que la gente viva del cuento, y eso es precisamente lo que hacen. Si se le dá a alguien un dinero, que sea a cambio de algo, siempre hay algo que se puede hacer, un trabajo, un servicio comunitario, y con un horario. Siempre con un horario.
    Las ayudas, convierten a los pobres en parásitos, así que no les ayuden a convertirse en eso, ayudenles a buscarse la vida, y a ganarse el dinero que se comen.
    ¿A alguien le suena mal esto? ¿Es políticamente incorrecto? Pues leanlo y releanlo, por que las "ayudas" no las paga un plan Marshall, ni los extraterrestres, las pagamos todos los que nos tenemos que levantar todos los días para ir a trabajar, mientras los "pobres" se pasan el día en el lavadero poniendo música de los chunguitos en el patio de vecinos, y haciendo obras sin declarar en horarios intempestivos, y cuando alguien quiere denunciar esas obras, en los ayuntamientos "progresistas" como el del municipio donde resido, no te permiten literalmente denunciar (literalmente) por que no se puede denunciar a los parásitos que meten en las urnas sus votos comprados, y así, todos viven bien, y llenan la tripa.
    Ese argumento de que los pobres no saben gestionar su pobreza, o son menos eficientes, es una auténtica chorrada, en épocas de auténtica hambre en España, familias con hijos han tenido que tirar para adelante, y buscarse la vida de mil maneras diferentes, lo que pasa es que siempre es más cómodo pegarse al grupo de inútiles que se pone en un banco al sol a quejarse, que pegarse a los que salen a la calle a buscarse la vida. Y más aun si hay otro grupo de inútiles en el escalón superior de la cadena alimentaria que ha divisado en esas ayudas, una forma de garantizarse votos para agarrarse a sillones que representan cargos públicos que si que no saben gestionar. A esos es a los que hay que censurar su falta de eficiencia y de escrúpulos.
  2. Top 100
    #5
    09/05/23 01:33
    Fernando...no se que decir..la verdad...creo sinceramente que la pobreza es una cosa ...un atributo de dignos...y la pobredumbre otra...para mi cristiano anarquista...que la parroquia la piso poco y la catedral es el pino que trajo mi abuela desde el pico del loro al aljarafe...ser pobre es parte del camino...un pobre sabe gestionar su pobreza...su hambre y su sed...pues...mas que huevos y gallinas...que creo que el debate a nivel cientifico esta ya cerrado.....o de hombre rico hombre pobre....el debate estaria establecido entre pobre hombre... o ser...no sea que el genero estropee el argumento...y hombre pobre....un abrazo.
  3. #4
    08/05/23 21:38
    Yo creo que hay un factor importante, como usted ha dicho esa gente "pobre" tiene menos tiempo para analizar sus decisiones financieras o adquirir conocimientos, pero es que ese menos tiempo y esa incómoda vida hace también que cuando tienen un hueco intenten "disfrutarlo" y entiéndase por disfrutarlo el intentar vivir esos momentos de de forma que intentes olvidarte de tu dura vida buscando que algo material tape lo que es una situación personal y que no conseguirá hacerlo además de fastidiar lo conseguido con el esfuerzo.

    Esa gente que puede pasarse 10 horas detrás de un bar o en una cocina a 40 grados para ganar un sueldo bastante mediocre y que tras estar así aguantando a la gente 6 días seguidos tiene su día libre y lo mismo es un martes y no todos los demás están trabajando y se va a comprar unos zapatos, o aprovecha para irse a tal sitio o es que lleva 6 meses como un esclavo y quiere unas vacaciones o tener un coche nuevo, cuanto más odia alguien su trabajo más frecuente son estos comportamientos intentando como evadirse de la realidad.

    Las políticas de la izquierda solo buscan poner un parche donde hay una grieta que se extiende, la tasa de ahorro en España es muy baja y cualquier dinero que llegue directo a la gente va directo a aumentar el consumo y con ello la inflación y eso debería tenerse muy en cuenta.

    La situación de la vivienda es principalmente falta de oferta, si hay falta de oferta no tiene sentido permitir el alquiler turístico y o se reduce la demanda trasladando el trabajo a otros sitios o dotando de más infraestructuras para que los que trabajan en grandes ciudades puedan vivir más lejos e ir a trabajar en un tiempo razonable o se sube la oferta, en un mercado con falta de oferta en el que suben los precios hasta expulsar del mercado al exceso de demanda, dar mayor capacidad al que se queda fuera elevará los precios más hasta que se expulse de nuevo al exceso de demanda e irá directo a los propietarios al elevar los precios, medidas populistas que lo único que llevan es a que el dinero público acabe en manos de los que menos lo necesitan y a veces distorsionar el mercado ya que esos antiguos pobres que reciben ayudas pasan a poder tener mayor capacidad que los que estaban algo mejor pero que ahora no reciben ayudas y se convirten así estos en los nuevos pobres.

    Muy interesante saludo.

  4. #3
    08/05/23 18:16
    La gallina, la gallina sin duda al menos para mí fue primero. 
    Casos narrados por otras personas y casos conocidos de manera directa por mí mismo me hacen afirmar que primero es la gallina.
    Hay " pobres " que en algún momento de su vida fueron " ricos " y / o tuvieron las condiciones objetivas para ser " ricos " y mantener esta condición en el tiempo. 
    En el momento de la burbuja inmobiliaria y de los años dorados del 2000-2005 conocí a unos cuantos que arrastrados por la ola de dinero fácil o al menos de oportunidades de diversa índole que hubo en esos años hicieron dinero, algunos casi sin quererlo podríamos decir.
    Ese dinero y patrimonio se les evaporó de las manos, se dilapidó, en definitiva se esfumó en la mayor parte de ellos. Sencillamente no supieron gestionarlo más allá de comprarse el último capricho que la publicidad les dictara. Una no-gestión en toda regla.
    Del mismo modo conozco algún caso , testimonial y puntual, que con lo amasado en un pequeño periodo de esa época no volvió a un trabajo asalariado en la vida y se limitó a gestionar de manera hábil lo conseguido, y así hasta hoy.

    Cuando hay pobreza económica , ésta no viene sola prácticamente nunca, viene acompañada de otro tipo de carencias de profunda raíz. 
    Las causas de estas otras carencias sí que sería asunto de otro debate.

    Un saludo.
  5. en respuesta a Fernan2
    -
    #2
    07/05/23 21:18
    Pues buena pregunta para la que no tengo una respuesta. La derecha (apoyada en Max Weber) sostiene que los pobres son los que no han sido capaces de hacerse ricos. La izquierda, por contra, sostiene que los ricos no dejan a los pobres dejar de serlo. Si te tengo que dar mi opinión, pues te diré que yo creo que primero fue la gallina. 
  6. Top 25
    #1
    07/05/23 19:29
    Hay un punto que no comentas... ¿fue antes el huevo o la gallina? ¿los pobres son malos gastadores, o es que los malos gastadores acaban pobres?