FERNANDO ESTEVE MORA
El gobierno de Corea del Sur ha planeado una reforma laboral con el objetivo de modernizar un esquema de regulación laboral antiguo pues lleva ya más de 70 años en vigor.
Esa reforma laboral se caracteriza porque en ella se incrementa el máximo número de horas permitido por semana de las actuales 52 horas (la jornada "standard" de 40 más 12 horas de horas extraordinarias) hasta un nuevo máximo de 80.5 horas a la semana, caso de una semana laboral de siete días, si bien ese máximo sería de sólo 69 si la semana laboral fuese de seis días. Ahora bien, la nueva legislación impondría a los empresarios cuyos trabajadores trabajasen más de 65 horas a la semana una restricción: la obligación de permitir que sus trabajadores descansasen ininterrumpidamente al menos 11 horas entre el final de una semana laboral y el comienzo de la siguiente.
El gobierno de Corea del Sur ha planeado una reforma laboral con el objetivo de modernizar un esquema de regulación laboral antiguo pues lleva ya más de 70 años en vigor.
Esa reforma laboral se caracteriza porque en ella se incrementa el máximo número de horas permitido por semana de las actuales 52 horas (la jornada "standard" de 40 más 12 horas de horas extraordinarias) hasta un nuevo máximo de 80.5 horas a la semana, caso de una semana laboral de siete días, si bien ese máximo sería de sólo 69 si la semana laboral fuese de seis días. Ahora bien, la nueva legislación impondría a los empresarios cuyos trabajadores trabajasen más de 65 horas a la semana una restricción: la obligación de permitir que sus trabajadores descansasen ininterrumpidamente al menos 11 horas entre el final de una semana laboral y el comienzo de la siguiente.
Ante la "restricción" que estas nuevas normas laborales suponen a los empresarios, el gobierno coreano se plantea también permitir una "exención para los trabajadores de cuello blanco" y para los profesionales de elevadas remuneraciones, de modo que para ellos no se aplicarían estas limitaciones horarias ni la obligación del descanso ininterrumpido.
Por supuesto, para el Ministro de Empleo y Trabajo, Lee Jung-sik, estas reformas tiene por objetivo garantizar el derecho a elegir, el derecho a la salud y el derecho al descanso de los trabajadores coreanos. Dado que el lema del Ministerio que dirige es "la felicidad a través del trabajo" (sic) nada ha de extrañar esta reforma laboral, ya que es congruente que una política centrada en la búsqueda de la felicidad que se atenga a ese lema encuentre que la mejor política para alcanzarla sea echar más horas en el curro.
Ni qué decir tiene que el efecto más destacado a corto plazo de tal nueva política si se lleva adelante, lo que parece muy probable, es que habrá que sustituir el proverbial "trabajar como chinos" por el de "trabajar como coreanos". Ciertamente, y si es cierto como así lo parece que estamos asistiendo a un cambio cultural/civilizatorio que está llevando al alza al Oriente respecto al decadente Occidente, la noticia es preocupante para los ciudadanos de aquí. Yo, como viejo occidental que soy, me declaro adepto a lo que tanto griegos como judíos nos enseñaron y aparece magistralmente descrito en el Génesis. Y es que el trabajo es un castigo divino una vez fuimos expulsados, ¡vaya usted a saber por qué!, del Paraíso Terrenal, de la Edad De Oro.
Así que, hoy, que es jornada electoral, cuidadito con todos esos que dicen que eso de las diferencias culturales y civilizatorias son una patraña y que lo que hay que hacer es imitar el modo de hacer de los de allá. O sea, austeridad, austeridad, esfuerzo y trabajo. Allá ellos si así pretenden encontrar el camino de vuelta al Jardín del Edén.
Ni qué decir tiene que el efecto más destacado a corto plazo de tal nueva política si se lleva adelante, lo que parece muy probable, es que habrá que sustituir el proverbial "trabajar como chinos" por el de "trabajar como coreanos". Ciertamente, y si es cierto como así lo parece que estamos asistiendo a un cambio cultural/civilizatorio que está llevando al alza al Oriente respecto al decadente Occidente, la noticia es preocupante para los ciudadanos de aquí. Yo, como viejo occidental que soy, me declaro adepto a lo que tanto griegos como judíos nos enseñaron y aparece magistralmente descrito en el Génesis. Y es que el trabajo es un castigo divino una vez fuimos expulsados, ¡vaya usted a saber por qué!, del Paraíso Terrenal, de la Edad De Oro.
Así que, hoy, que es jornada electoral, cuidadito con todos esos que dicen que eso de las diferencias culturales y civilizatorias son una patraña y que lo que hay que hacer es imitar el modo de hacer de los de allá. O sea, austeridad, austeridad, esfuerzo y trabajo. Allá ellos si así pretenden encontrar el camino de vuelta al Jardín del Edén.