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                                                  FERNANDO ESTEVE MORA

El poder económico es algo aparentemente fácil de comprender, y todo el mundo parece saber de qué está hablando cuando, señalando a un rico, dice por lo bajo, éste tiene mucho poder económico (o para usar de una expresión más castiza, utiliza quizás la palabra poderío).

Pues bien, como en tantas otras cosas, esta popular idea de lo que es el poderío económico yerra. Tener dinero, tener lo que la gente piensa que es tener poder económico, es ciertamente tener poder de compra. O sea, tener poder para comprar muchas cosas, para acceder a muchos bienes sí, pero dando a cambio (y esto es lo importante) algo por ellos, es decir, dándoles a quienes los tienen en venta el dinero suficiente para que estos vendedores acepten voluntaria y deseosamente  desprenderse de ellos, es decir, venderlos. O sea, que el tener poder de compra permite -cierto es- comprar, o sea, permite compensar a los vendedores por desprenderse de lo que tienen, pero siempre voluntariamente.

Y no, eso no es tener poder económico . Tener auténtico poder económico es algo más que esto. Es tener la capacidad de obtener algo sin dar nada a cambio, es la capacidad de conseguir que los demás te den algo sin compensarles. Ésa es la esencia del poder, la capacidad de que alguien haga algo a favor de "tus" intereses y en contra de los "suyos".

Y, merece la pena acentuar, que esa "relación desigual" entre el poderoso económicamente  y el que no lo es, puede -incluso- ser aceptada voluntariamente por este último en la medida  que el poder estructura, organiza u ordena la realidad. Y bien puede ocurrir que aunque el débil "sufra como debe ser. -como deben de sufrir los débiles- " (Tucídides) en sus relaciones con el fuerte o poderoso( "que -por serlo- hace lo que puede permitirse hacer"), el débil sin embargo acepte su situación de inferioridad, sometimiento y explotación, si la alternativa pese a toso es para él peor, si es el desorden, el caos.

Europa, la Unión Europea no tiene ningún poder económico. Paga religiosamente con sus exportaciones de bienes y servicios todo lo que compra a otros, o sea, sus importaciones. Y si no puede hacerlo, se endeuda y se compromete a ajustarse en el futuro y devolver lo prestado con intereses,  lo cual es la muestra más clara de su carencia de poder económico pues un préstamo que se le hace a alguien no es más que un avance a cambio de su "poder de compra" en el futuro. Pues quien disfruta de auténtico poder económico, nunca se endeuda realmente pues  nada debe ya que  nadie es capaz de exigirle nada de valor.

Por contra, los EE.UU. tino sólo tienen mucho PIB, mucha renta o mucho "poder de compra· sino que tenen mucho poder económico auténtico.Gozan así del privilegio exorbitante (Charles DeGaulle) de comprar más de lo que venden sin  pagar nada a cambio. Bueno, sí que pagan, eso es obvio, pero en una curiosa mercancía: papel pintado. Pagan en su propio papel-moneda (el dólar). Y cuando no lo hacen, y aparentemente como todo "hijo de vecino", se diría que se ven obligados a endeudarse. Pero, bien mirado, eso es un espejismo, una falsedad, pues se endeudan  -eso sí- pidiendo créditos o emitiendo bonos de diferentes tipos que luego habrán de pagar con los correspondientes intereses, pero .... en  dólares, en su propio papel pintado en su propio papel-moneda, que pueden hacer a voluntad a un coste cero.

Y no sólo eso, el dólar no sólo es la moneda de cambio para las transacciones internacionales de bienes y servicios, también es la divisa de reserva. Es decir, que el dólar y los activos financieros denominados en dólares son la forma de guardar riqueza o de colocar la riqueza  para el futuro. La amplitud y profundidad de los mercados financieros denominados en dólares  es una fuente inagotable de demanda de dólares, de esos papeles pintados emitidos o producidos por la Reserva Federal norteamericana.

Uno tiene auténtico poder económico si puede permitirse pagar no con su dinero sino con su propia y fácil de producir, moneda, . Es obvio que el hecho de que el dólar sea la divisa de uso generalizado en los mercados mundiales ya sea de materias primas y de bienes y , sobre todo, en los financieros, le permite a los EE.UU. pagar en papel pintado (cuyo coste de producción es despreciable) o en anotaciones contables por lo que compran en exceso de lo que venden. Esa capacidad de estar en el lado ganador de ese intercambio desigual es la más clara muestra de poder económico en la esfera de las relaciones internacionales. Todos los demás países aceptan en mayor o menor grado esta situación porque la alternativa es peor. El comercio internacional y la renta mundial se contraerían de modo brutal en la ausencia de una divisa internacional como es el dólar. Y, por supuesto, la vuelta a una suerte de patrón-oro tendría los mismos efectos deflacionistas.

Pero para que un sistema de mercados, como son los internacionales, funcione eficientemente no basta con que exista  un dinero admitido por todos quienes en él participan. Es necesario también que exista un conjunto de normas que lo regulen.

Por ello, el poder económico tiene otra fuente además de la capacidad de crear un dinero que los demás acepten voluntariamente o no. También se ostenta de un claro poder económico siendo quien hace las normas que regulan las relaciones económicas.

Y esta segunda fuente de poder económico también la controlan los EE.UU. Su nombre técnico es "extraterritorialidad" de la legislación norteamericana, y consiste en que la legislación que se aprueba en el Congreso norteamericano es también aplicable, para las autoridades norteamericanas, fuera de sus fronteras: la legislación extraterritorial norteamericana ha seguido dos grandes líneas:
1ª.- la lucha contra la corrupción a apartir de la Foreign Corruption Parctice Act (FCPA) de 1977
2ª.- la lucha contra la violación de los embargos y sanciones contra otros países, empresas y organizaciones adoptados por los EE.UU (por ejemplo, la Helms-Burton Act y la Amato-Kennedy Act)

Sencillamente sucede que las empresas o países que se atrevan a perseguir sus propios intereses en formas que no coincidan con los intereses económicos, políticos y militares norteamericanos (por ejemplo, comerciando con empresas de países como Rusia, Corea del Norte, Cuba, Irán, Sudan, Libia, Venezuela, Myanmar, etc..) son sancionados financiera y económicamente con multas y restricciones para comerciar con empresas estadounidenses o para usar el dólar como moneda en sus intercambios.

Obviamente, para cualquier empresa que opera en los mercados internacionales su exclusión de los mercados de EE.UU. o su exclusión de los sistemas de pagos basados en el dólar, es una sentencia de muerte económica, de donde resulta que basta con que una empresa sea apercibida de que está siendo investigada por posible violación de la legislación norteamericana para que esté dispuesta a enmendarse y pagar la correspondiente multa.

Por supuesto, la discrecionalidad de las agencias norteamericanas no es tan increíblemente abusiva como he podido dar a entender. Pero es tan abusiva como sólo puede permitirse un poderoso, como decía Tucídides. Así, no es un juez sino la agencia estatal estadounidense encargada de aplicar cualquiera de las leyes norteamericanas a este respecto la que decide sobre si castigar o no a la empresa bajo mira. La empresa puede recurrir y plantear alegaciones. Es aquí curioso que, para hacerlo, han de pagar abogados y consultores aceptados por las agencias norteamericanas y que por ello son  norteamericanos. Adicionalmente, han de suministrar cualquier información interna que les sea solicitada lo que, obviamente, permite a los EE.UU tener un conocimiento preciso de las estrategias, planes, capacidades tecnológicas,  y actuaciones de las empresas competidoras de las norteamericanas en los mercados mundiales.

Con esta auténtica arma económica que es la legislación extraterritorial, los EE.UU amenaza a sus enemigos... pero también a sus aliados. Y, a lo que parece, han sido y son las empresas europeas (y entre ellas, y como bien lo saben, las españolas) los objetivos prioritarios del poder económico norteamericano. Y esta extorsión económica ha sido extraordinariamente efectiva. Que yo sepa, sólo una empresa se negó a aceptar el "diktak" de los "fiscales" del gobierno norteamericano y recurrió a la justicia. Se trata de Privinvest, propiedad del multimillonario Iskandar Safa. Acusada por el Departamento de Justicia USA de fraude y blanqueo de capitales en un contrato multimillonario en dólares para la venta de barcos de pesca y material militar a Mozambique en 2013 y 2014, fue a juicio en el Tribunal Federal de Nueva York  ...y ha ganado. Pero ha sido la única. Todas las demás, y son muchas, han pagado religiosamente las multas (como por ejemplo, los 9.000 millones de dólares pagados por BNP Paribas) y se han enmendado (o sea, se han comportado como les pide que lo hagan el gobierno de EE.UU.) No ha habido empresa europea "amenazada". Por supuesto, son más las que, de salida, ya se comportan "voluntariamente" como prescribe la legislación norteamericana para nop correr el menor riesgo.  

Y la respuesta de la élite europea, formada en su mayoría en EE.UU., ha sido la que no debería haberse esperado: la total sumisión y aceptación de la extraterritorialidad de las legislación  norteamericana, o sea, de su poder económico, hasta unos extremos que, ahora, cabe tildar de suicidas a tenor de la económicamente suicida política adoptada en Bruselas en relación a la respuesta a dar a la guerra de Ucrania. Así que mientras la UE no sea capaz de hacer que su moneda, el euro sea usada en paridad al dolar en los mercados financieros y reales internacionales y mientras no sea capaz de resistirse a las pretensiones de extraterritorialidad de la legislación USA, la UE por mucho PIB que tenga, por muy elevado que sea su poder de compra no tendrá el menor poder económico. Como se nota en el día a día de la geopolítica internacional.

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