FERNANDO ESTEVE MORA
La teoría económica neoclásica. como teoría internamente racional, consistente o no autocontradictoria, (lo que es condición necesaria -aunque no suficiente- para que pueda considerarse una teoría científica), adolece de varios "puntos ciegos" ("blind-spots") que cuestionan sus pretensiones para optar a esa calificación. Uno de ellos es la cuestión de la asig
nación de los derechos de propiedad.
Veamos. Con arreglo al Primer Teorema de la Economía del Bienestar se concluye que, dada una asignación de derechos de propiedad privados sobre todos los bienes y recursos, entonces se demuestra lógicamente que el libre mercado de competencia perfecta los reasigna del modo más eficiente posible, es decir,. que gracias al mercado se reasignan de modo tal que en esa economía se alcanza un Óptimo de Pareto, definido como aquella situación en la que ya no es posible llevar adelante ningún cambio sin que ello suponga que, al menos, un agente económico PIERDA bienestar.
La implicación política de este Teorema es obvia y brutal. El capitalismo, la economía de libre mercado es -dada una asignación de derechos de propiedad privados sobre todos los bienes- el mejor sistema económico posible para maximizar el bienestar de la sociedad.
Por supuesto, en la práctica, trasladar las conclusiones de ese teorema a la vida real es difícil. Hay, por ejemplo, "recursos" que no se dejan poseer privadamente, como por ejemplo los bienes públicos y los bienes comunales. Hay externalidades, tanto positivas como negativas, que implican que el libre mercado no alcanza la mejor asignación de recursos. Y hay, finalmente, monopolios y otras desviaciones de la competencia perfecta que hacen que una economía de mercado no sea libre y no llegue al óptimo. Pero, al margen de esos "desconchones", nadie duda de que el Teorema es un espaldarazo intelectual para los defensores de las economías de mercado, o sea, para los liberales y neoliberales en su disputa con los defensores del intervencionismo económico y de la economía socialista
Pero, si se lee con un poco de cuidado la argumentación precedente, se descubre rápidamente un "problema". Y es que el Teorema parte de que existe ya una distribución dada de las "cosas" o "recursos" del mundo entre diferentes propietarios antes o previamente a que comience el juego económico, antes por tanto a que se desenvuelva una economía de mercado. Ciertamente, en la vida de cada cual, cada quién tiene sus propiedades y nos pasamos la vida vendiendo unas y comprando otras. Pero, ello plantea el problema de dónde vienen esas propiedades que compramos. Sí, cierto, las que uno tiene, uno puede tenerlas por haberlas recibido por herencia o bien por haberlas comprando legimamente a cambio del dinero percibido vendiendo su "fuerza de trabajo" a cambio de un slario. Pero, de dónde vienen las propiedades de quien se las vendió a uno. ¿Por qué estos eran ya propietarios?
Empezaría, entonces, un retorno hacia atrás en la búsqueda de la "primera" asignación de derechos de propiedad privados. De los propietarios iniciales. Que, por definición, no pudieron adquirir su propiedad compŕandosela a otros, puesto que ellos eran los propietarios primeros. Y ahí nos encontraríamos con el aserto de Proudhon, y es que, en su origen, : "toda propiedad es un robo". Los primeros propietarios, o bien se apropiaron de lo que no era de nadie, o bien se apropiaron por la fuerza de lo que era de todos. Y no hay otra posibilidad. El robo, la violencia, es la base oculta de la economía de mercado. Y esto es lo que está debajo del Primer Teorema de la Economía del Bienestar y cuestiona su eficacia, pues ¿cómo podemos asegurar teóricamente que se alcanza el Óptimo de Pareto, el máximo bienestar social, gracias a una economía de mercado si olvidamos .la pérdidas de bienestar de ese robo inicial asociadas a la primera asignación de derechos de propiedad que es la base de ese tipo de sistema económico?
Uno podría pensar que todo eso no sólo es un asunto teórico y que -además- queda muy lejos en el tiempo, que cierto, la asignación inicial de derechos de propiedad es asunto de otras épocas históricas plagadas de violencia y anarquía en donde la ley del más fuerte era la única y verdadera ley, y que merece la pena olvidarlo y dejarlo de lado , y partir de la situación que nos ha dado la historia como punto de partida. Quizás sea así en otros lares, pero no aquí, en nuestro desventurado país, como muestra el ejemplo de las inmatriculaciones.
Se conoce como inmatriculaciones a la apropiación "legal" de bienes inmuebles que no eran suyos que una singular empresa inmobiliaria, la llamada Iglesia Católica, ha venido realizando en nuestro país desde 1939. En efecto, con la complicidad y asistencia del gobierno del general Franco, la Iglesia Católica como pago por la cobertura "moral" de los asesinatos y demás crímenes del franquismo, recibió la capacidad de apropiarse y hacer "legalmente" suyos infinidad de inmuebles que no eran suyos. Incluso robándoselos descaradamente a los vencidos en la contienda y a sus descendientes. Que eso sucediera en una dictadura, puede ser comprensible, pues ya se sabe que en las dictaduras las mafias se apoyan mutuamente, como han explicado de modo irrebatible Daren Acemoglu y James Robinson en su obra, ¿Por qué fracasan los países?. Pero que tal cosa también haya sucedido en democracia es inadmisible y hace cuestionar seriamente -y no por las chorradas del señor Pablo Iglesias- no sólo la calidad de la democracia española sino su viabilidad como país.
Y es que, como es de sobra conocido, en 1998, el "liberal" José María Aznar (llamarlo liberal haría revolverse en su tumba a Mendizábal y otros liberales auténticos del siglo XIX que consideraron la desamortización de los bienes eclesiásticos pieza esencial para el desarrollo de la sociedad española), modificó la ley para permitir a esa empresa inmobiliaria, Iglesia Católica S.A., registrar como suyos cualquier inmueble que no estuviera registrado, con la única justificación de un papel firmado por alguno de sus "empleados" (los obispos, usualmente. Sí, ese grupo algunos de cuyos miembros se han saltado las colas de vacunación contra la COVID-19. Pero, ¿cómo es que tienen tanto miedo a la enfermedad y la muerte? Pero ¿acaso no repiten que están seguros que hay otra vida?)
Cualquiera podría pensar que esa apropiación, ese "legalizado" robo, abarcó sólo a inmuebles de uso religioso. Pues no, la avaricia mafiosa de esa empresa le ha llevado a apropiarse también de jardines, garajes, trasteros...y hasta !un centro de salud! Increíble, ¿no? Y eso lo ha hecho una empresa que dice tener como VISIÓN una celestial y como MISIÓN la de ayudar a los pobres. Como cuándo para ayudar a los niños, algunos de sus religiosos miembros y miembras se los robaban a sus madres para "darlos" (o sea, venderlos) en adopción a "buenas" familias. Sin duda, es la institución más hipócrita e inmoral de toda la sociedad española. Lo que, por cierto, no deja de tener su mérito.
Por supuesto, algo como las inmatriculaciones no sólo sería inviable sino impensable en países de nuestro entorno como Alemania, Francia, Italia o Portugal. Y el que aquí haya sido viable algo también dice sobre nuestras instituciones políticas. Que los partidos de derechas promoviesen semejante tropelía a nadie le debe extrañar: su compincheo es histórico. Pero que también lo hagan los de izquierdas, "clama al cielo" . Y por decirlo con toda claridad. Que el actual Gobierno de izquierdas transija con este "legalizado" robo parece deberse a la disposición de la actual vicepresidenta, la señora Calvo, a superar en indignidad y pornográfica genuflexión ante la Iglesia Católica el listón que ya puso en vergonzante altura su predecesora en ese cargp, la -para mí- indigna, olvidable y olvidada Maria Teresa Fernández de la Vega.
Desventurado país éste. Minusválido estado. Y luego hay quien se extraña del ascenso de los independentistas.
La teoría económica neoclásica. como teoría internamente racional, consistente o no autocontradictoria, (lo que es condición necesaria -aunque no suficiente- para que pueda considerarse una teoría científica), adolece de varios "puntos ciegos" ("blind-spots") que cuestionan sus pretensiones para optar a esa calificación. Uno de ellos es la cuestión de la asig
nación de los derechos de propiedad.
Veamos. Con arreglo al Primer Teorema de la Economía del Bienestar se concluye que, dada una asignación de derechos de propiedad privados sobre todos los bienes y recursos, entonces se demuestra lógicamente que el libre mercado de competencia perfecta los reasigna del modo más eficiente posible, es decir,. que gracias al mercado se reasignan de modo tal que en esa economía se alcanza un Óptimo de Pareto, definido como aquella situación en la que ya no es posible llevar adelante ningún cambio sin que ello suponga que, al menos, un agente económico PIERDA bienestar.
La implicación política de este Teorema es obvia y brutal. El capitalismo, la economía de libre mercado es -dada una asignación de derechos de propiedad privados sobre todos los bienes- el mejor sistema económico posible para maximizar el bienestar de la sociedad.
Por supuesto, en la práctica, trasladar las conclusiones de ese teorema a la vida real es difícil. Hay, por ejemplo, "recursos" que no se dejan poseer privadamente, como por ejemplo los bienes públicos y los bienes comunales. Hay externalidades, tanto positivas como negativas, que implican que el libre mercado no alcanza la mejor asignación de recursos. Y hay, finalmente, monopolios y otras desviaciones de la competencia perfecta que hacen que una economía de mercado no sea libre y no llegue al óptimo. Pero, al margen de esos "desconchones", nadie duda de que el Teorema es un espaldarazo intelectual para los defensores de las economías de mercado, o sea, para los liberales y neoliberales en su disputa con los defensores del intervencionismo económico y de la economía socialista
Pero, si se lee con un poco de cuidado la argumentación precedente, se descubre rápidamente un "problema". Y es que el Teorema parte de que existe ya una distribución dada de las "cosas" o "recursos" del mundo entre diferentes propietarios antes o previamente a que comience el juego económico, antes por tanto a que se desenvuelva una economía de mercado. Ciertamente, en la vida de cada cual, cada quién tiene sus propiedades y nos pasamos la vida vendiendo unas y comprando otras. Pero, ello plantea el problema de dónde vienen esas propiedades que compramos. Sí, cierto, las que uno tiene, uno puede tenerlas por haberlas recibido por herencia o bien por haberlas comprando legimamente a cambio del dinero percibido vendiendo su "fuerza de trabajo" a cambio de un slario. Pero, de dónde vienen las propiedades de quien se las vendió a uno. ¿Por qué estos eran ya propietarios?
Empezaría, entonces, un retorno hacia atrás en la búsqueda de la "primera" asignación de derechos de propiedad privados. De los propietarios iniciales. Que, por definición, no pudieron adquirir su propiedad compŕandosela a otros, puesto que ellos eran los propietarios primeros. Y ahí nos encontraríamos con el aserto de Proudhon, y es que, en su origen, : "toda propiedad es un robo". Los primeros propietarios, o bien se apropiaron de lo que no era de nadie, o bien se apropiaron por la fuerza de lo que era de todos. Y no hay otra posibilidad. El robo, la violencia, es la base oculta de la economía de mercado. Y esto es lo que está debajo del Primer Teorema de la Economía del Bienestar y cuestiona su eficacia, pues ¿cómo podemos asegurar teóricamente que se alcanza el Óptimo de Pareto, el máximo bienestar social, gracias a una economía de mercado si olvidamos .la pérdidas de bienestar de ese robo inicial asociadas a la primera asignación de derechos de propiedad que es la base de ese tipo de sistema económico?
Uno podría pensar que todo eso no sólo es un asunto teórico y que -además- queda muy lejos en el tiempo, que cierto, la asignación inicial de derechos de propiedad es asunto de otras épocas históricas plagadas de violencia y anarquía en donde la ley del más fuerte era la única y verdadera ley, y que merece la pena olvidarlo y dejarlo de lado , y partir de la situación que nos ha dado la historia como punto de partida. Quizás sea así en otros lares, pero no aquí, en nuestro desventurado país, como muestra el ejemplo de las inmatriculaciones.
Se conoce como inmatriculaciones a la apropiación "legal" de bienes inmuebles que no eran suyos que una singular empresa inmobiliaria, la llamada Iglesia Católica, ha venido realizando en nuestro país desde 1939. En efecto, con la complicidad y asistencia del gobierno del general Franco, la Iglesia Católica como pago por la cobertura "moral" de los asesinatos y demás crímenes del franquismo, recibió la capacidad de apropiarse y hacer "legalmente" suyos infinidad de inmuebles que no eran suyos. Incluso robándoselos descaradamente a los vencidos en la contienda y a sus descendientes. Que eso sucediera en una dictadura, puede ser comprensible, pues ya se sabe que en las dictaduras las mafias se apoyan mutuamente, como han explicado de modo irrebatible Daren Acemoglu y James Robinson en su obra, ¿Por qué fracasan los países?. Pero que tal cosa también haya sucedido en democracia es inadmisible y hace cuestionar seriamente -y no por las chorradas del señor Pablo Iglesias- no sólo la calidad de la democracia española sino su viabilidad como país.
Y es que, como es de sobra conocido, en 1998, el "liberal" José María Aznar (llamarlo liberal haría revolverse en su tumba a Mendizábal y otros liberales auténticos del siglo XIX que consideraron la desamortización de los bienes eclesiásticos pieza esencial para el desarrollo de la sociedad española), modificó la ley para permitir a esa empresa inmobiliaria, Iglesia Católica S.A., registrar como suyos cualquier inmueble que no estuviera registrado, con la única justificación de un papel firmado por alguno de sus "empleados" (los obispos, usualmente. Sí, ese grupo algunos de cuyos miembros se han saltado las colas de vacunación contra la COVID-19. Pero, ¿cómo es que tienen tanto miedo a la enfermedad y la muerte? Pero ¿acaso no repiten que están seguros que hay otra vida?)
Cualquiera podría pensar que esa apropiación, ese "legalizado" robo, abarcó sólo a inmuebles de uso religioso. Pues no, la avaricia mafiosa de esa empresa le ha llevado a apropiarse también de jardines, garajes, trasteros...y hasta !un centro de salud! Increíble, ¿no? Y eso lo ha hecho una empresa que dice tener como VISIÓN una celestial y como MISIÓN la de ayudar a los pobres. Como cuándo para ayudar a los niños, algunos de sus religiosos miembros y miembras se los robaban a sus madres para "darlos" (o sea, venderlos) en adopción a "buenas" familias. Sin duda, es la institución más hipócrita e inmoral de toda la sociedad española. Lo que, por cierto, no deja de tener su mérito.
Por supuesto, algo como las inmatriculaciones no sólo sería inviable sino impensable en países de nuestro entorno como Alemania, Francia, Italia o Portugal. Y el que aquí haya sido viable algo también dice sobre nuestras instituciones políticas. Que los partidos de derechas promoviesen semejante tropelía a nadie le debe extrañar: su compincheo es histórico. Pero que también lo hagan los de izquierdas, "clama al cielo" . Y por decirlo con toda claridad. Que el actual Gobierno de izquierdas transija con este "legalizado" robo parece deberse a la disposición de la actual vicepresidenta, la señora Calvo, a superar en indignidad y pornográfica genuflexión ante la Iglesia Católica el listón que ya puso en vergonzante altura su predecesora en ese cargp, la -para mí- indigna, olvidable y olvidada Maria Teresa Fernández de la Vega.
Desventurado país éste. Minusválido estado. Y luego hay quien se extraña del ascenso de los independentistas.