Clama cada vez más al cielo la estupidez en asuntos económicos de los periodistas progresistas y del amplísimo segmento de la población de este país al que se puede calificar sin la menor vacilación como «buenista» moral, y lo peor es que esa incuria intelectual envuelta en oropeles éticos tiene efectos reales y negativos sobre la vida de los ciudadanos en la medida que, en este mundo en que los políticos han de ser/parecer políticamente correctos y hacer política mirando a "tuiter", el peso de los "buenistas" morales ha crecido pavorosamente. .
Que qué es el «buenísmo» moral. Pues muy sencillo: es aquella actitud ética que se deriva directamente de un principio de percepción y entendimiento tan simple y elemental que puede reflejarse perfectamente en un refrán: «ojos que no ven, corazón que no siente», o sea, que son moralmente buenas las acciones que sentimentalmente son buenas pero cuyas buenas consecuencias prácticas no se ven por ningún lado. El «buenísmo» moral es una auténtica plaga intelectual que afecta de modo predominante a las buenas gentes que se definen como de izquierdas.
Veamos un ejemplo hoy de actualidad: las ventas de material bélico producido en España a Arabia Saudita. Pues bien, como las ventas de armas son completamente visibles, toda la gran tropa de «buenistas» razonan (esto es un decir), de la siguiente manera: si prohibimos esas ventas por parte de España, o sea, si no las vemos venderse, podemos sentirnos bien, pues habremos actuado correctamente ya que habremos impedido que se usen para matar a gente.
Pues bien, a toda esa tropa de «buenistas» morales me gustaría decirles que debieran estudiar un poco de Economía (y aquí me da igual si es neoclásica, keynesiana o marxista, pues ningún economista sea cual sea su ideología dudará de mi argumento). Si lo hicieran, ello les permitiría darse cuenta de que su «buenísmo» moral es no sólo una auténtica bazofia intelectual sino un claro postureo, un ejemplo de hipocresía y fariseísmo moral («¡qué bueno soy, no como "otros" -¿el gobierno?¿lo sindicatos?- ya que mi posición contra la venta de armas pone por delante las vidas humanas que el dinero!») que lleva a juzgar su actitud como auténticamente inmoral en la mayor parte de los casos.
El fariseísmo moral (el usar la maldad del otro para apuntalar -por contraste- la bondad propia) de los que están contra la venta de armas a Arabia Saudita ha llegado, por cierto, a unos extremos de bajeza moral difícilmente superables en el caso de los independentistas catalanes que han usado descarada y gratuítamente a los muertos causados por las armas de Arabia Saudita en Yemen para apuntalar sus posiciones políticas e incluso, me atrevo a decir, la noción de una cierta superioridad moral de Cataluña frente a España.
En efecto, como ya se vio el año pasado con motivo de la manifestación de repulsa de los atentados de Barcelona del 17 de agosto y se ha vuelto a ver este año en los actos en recuerdo de los mismos, los independentistas catalanes han paseado su farisaica bondad moral acusando al jefe del estado, el rey, de responsabilidad por los muertos en esa guerra por su apoyo a los negocios de la industria armamentística española con ese país árabe. Dado que no se asienta esa industria en Cataluña, (VEASE CORRECCIÓN, MAS ABAJO), la implicación de ese comportamiento rebasa los límites personales (es decir, es decir la acusación de inmoralidad al rey para apuntalar con su propia bondad) para afectar por una suerte de contagio al resto de españoles que no somos catalanes, que seríamos malos en cuanto compatriotas de los vendedores de armas, y por ende, cómplices de la muerte y desolación que con esas armas se hace. Y, ¡claro está!, ¡qué argumento mejor puede haber para exigir que los catalanes sean independientes que la "maldad" moral del resto de los españoles!. Sería comprensible que (ellos, los catalanes) no quisieran estar junto a quienes (nosotros, los españoles) somos moralmente copartícipes en no pequeño grado en las andanzas de unos asesinos de niños (los de Arabia Saudíta). En el caso de estos independentistas catalanes su "buenísmo" moral se ha convertido así en una bajeza moral tal que -para mí- sólo puede calificarse acudiendo a la descripción del Cristo acerca de los fariseos recogida en Mateo, 23, 27:
«¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, pues sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera parecen bonitos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia!
Pero, vayamos a la justificación de lo anterior. Veamos. En una economía de mercado, si quieres evitar que alguien adquiera un determinado producto (me da igual que sea una barra de pan o un misil) para el que hay bastantes oferentes o vendedores, no basta con impedir que uno de ellos venda, sino que si es imposible evitar que todos los demás sigan vendiendo, sólo hay un camino para dificultarle el acceso a ese producto y es evitar que tenga dinero para gastárselo en ese producto, pues si lo tiene el que impidas que le venda un oferente no sirve para nada pues podrá encontrar fácilmente otro vendedor. La implicación es obvia: si quieres que Arabia Saudita no tenga armas, lo que has de hacer es dificultar o impedir que tenga dinero para gastárselo en ellas. Un ejemplo cotidiano de otro tenor quizás aclare la cuestión: si un padre quiere que su hijo/a adolescente deje de beber alcohol hasta el coma es más eficiente no darle dinero que impedir que el "chino" de la esquina venda ron o ginebra, pues si le sigue dándole "pasta" encontrará otro lugar donde aprovisionarse. Incluso cabe razonar que si se ilegaliza la venta de alcohol en todo lugar, la "política" de renta (o sea, el no darle "paga") quizás sea más eficiente, pues la ilegalización -incluso si se la puede llevar adelante- daría origen a un pujante mercado negro (el ejemplo de la "prohibición" en EE.UU. en la década de 1920 y sus destructivos efectos siempre ha de recordarse cuando se argumentan políticas prohibicionistas)
Y es que, por volver a la Economía del asunto, siempre hay que tener en cuenta que el dinero, el «equivalente general» que decía Marx, posibilita que todos los bienes sean fungibles , es decir, que se puedan "trasmutar" unos en otros. Todo lo que pasa por el mercado es fungible: todos los bienes se "convierten" en dinero y, a la inversa, el dinero puede "convertirse" en cualquier bien. En un mercado legal, como señala Rafael Sánchez Ferlosio, rige lo que él llama Principio de la Inocencia de la Mercancía, es decir, que todas las mercancías son "inocentes" ya sea porque así lo sean directamente (como por ejemplo, el pan o los medicamentos que nos curan) o indirectamente (las armas o los venenos), pues los primeros pueden intercambiarse por los segundos: la mantequilla se puede intercambiar por cañones, de manera que si la primera es "inocente", los segundos también. Así son las cosas en una economía de mercado. Es lo que, por otro lado, les permite a los trabajadores que hacen las armas sentirse como gente normal y corriente moral o éticamente.
Así que los "buenistas" morales lo tienen muy fácil si quieren ser tan buenos como dicen que lo son. No basta con pedir que a las empresas de armas españolas se las prohiba vender armas a Arabia Saudíta, por lo que el coste de su buenísmo caería sobre los empleados de las mismas, sino que aplicando un principio de comportamiento moral de ámbito general en cualquier sistema ético como es el de predicar con el ejemplo, lo que deberían hacer es no comprar ningún producto que directa o indirectamente le proporcione dinero a Arabia Saudita, pues ese dinero lo pueden usar para comprar armas en España o en cualquier otro país que las produzca. ¿O es que las armas que se hacen en Rusia o en EE.UU. no matan?
O sea, que si quieren ser consistentes moralmente hablando ya pueden irse olvidando de usar sus coches para ir al curro o de vacaciones a sus masías o chalets de findesemana. Y nada tampoco de comprar nada en que el petróleo que se les compra a los saudíes entre como input en su proceso de producción. Sólo si así se comportan tendrían derecho a mirarse en el espejo de la moral y encontrarse tan guapos como se creen. Si no, si se conforman con pedir a grito pelado la prohibición de las ventas de armas por parte de España lo único que estarán haciendo es engordar aún más su ya obesa vanidad moral.
Fernando Esteve Mora
CORRECCIÓN: Me entero que esta afirmación es falsa. De las 200 empresas que en España se dedican al armamento 26 son catalanas. Emplean a 19.000 personas y facturan 2900 millones de euros (la facturación total de la industria armamentista española es de unos 9600 millones de euros). O sea, que también en Cataluña hacen "cosas malas", cosa que bien calladita la tienen los "indepes" pacifistas.