Pensemos en un CEO que tiene un sueldo de muchos dígitos. Hubo un tiempo, mientras estudiaba, en el cual no tenía ingreso alguno. Más tarde, cuando empezó a trabajar y a acumular experiencia, tenía un sueldo bajo. Tuvo que transcurrir cierto tiempo para que se fueran acumulando los dígitos en su remuneración y, además, en ningún momento tuvo asegurado que algún día conseguiría cobrar una cantidad más allá de lo “normal”, ni siquiera tenía asegurado que cobraría lo “normal” ni ahora mismo tiene asegurado que seguirá cobrando la remuneración actual.
Mucha gente piensa que invertir en bolsa es ganar dinero rápido y en grandes cantidades. La realidad es que la inversión tiene sus exigencias, de la misma forma que el CEO, necesitas formarte y acumular experiencia para que, con el tiempo, tal vez llegues a ganar dinero. No está asegurado que vayas a ganar dinero, pero lo que es seguro es que, sin formación y sin experiencia, nunca obtendrás resultados positivos invirtiendo. Siempre se puede intentar jugando a la lotería, pero eso no es invertir, es apostar.
La inversión en empresas utilizando la bolsa como vehículo de inversión es un negocio que consiste en comprar empresas buenas que tengan capacidad para revalorizarse en el tiempo y que nos den una rentabilidad suficiente que cubra nuestras expectativas. Es una carrera de fondo que requiere paciencia y capacidad para soportar golpes.
Las prisas nunca son buenas en inversión, ni antes de ser inversor, ni cuando ya lo eres. En las redes vemos gente que obtiene grandes rentabilidades muy superiores a las nuestras, pero eso no debe preocuparnos, solo se trata de rentabilidad twittera, nosotros nos medimos con rentabilidad compuesta.
Tampoco debemos hacer caso del marketing de la industria, solo es marketing. Nosotros podemos invertir con ventaja sobre los fondos de inversión. Debemos marcarnos nuestra senda y seguirla a nuestro ritmo, no necesitamos demostrar nada a nadie más que nosotros mismos. Alguien dijo una vez: “Soy un genio pero nadie lo sabe aparte de mí”
La mayor parte de las empresas (por no decir todas) subcontratan una parte de sus trabajos y en la gestión se delega parte de la misma. Pero lo que nunca hacen las buenas empresas y gestores es, subcontratar o delegar la parte fundamental. Si cedes lo fundamental pierdes el control del negocio y mueres.
La parte fundamental del negocio de un inversor es la selección de empresas y la asignación de su capital entre las empresas seleccionadas. También es fundamental hacer un seguimiento de las inversiones para salir si vemos que hay señales de que se van a deteriorar y seguir buscando nuevas empresas que cumplan tus requisitos.
Si delegas la parte fundamental de la inversión y no inviertes directamente en empresas, es posible que obtengas antes buenos rendimientos, pero estarás renunciando a ser un inversor. Mueres antes de nacer. La experiencia se obtiene invirtiendo directamente y las señales que obtienes en el camino, te orientan para saber la formación adicional que necesitas. Si estas capacitado para adquirir la formación que vas necesitando, la adquieres y si no, te asocias con alguien que te complemente, pero nunca se debe ceder lo fundamental porque si lo haces, desde ese mismo momento, has perdido la partida. Utilizando el mismo símil que utilizó alguna vez Kostolany para referirse a los fondos de inversión: Ningún piloto gana carreras montado en un autobús.
Un inversor debe estar preparado para aguantar lo que venga. En inversión, el éxito y el fracaso van a la par y no debemos tener miedo a perder.
Si un inversor cae, se levanta y si vuelve a caer, se vuelve a levantar. Kostolany decía que no se puede ser un buen especulador (inversor diría yo) si no te has arruinado tres veces.
Hubo un escritor que sabía mucho sobre perdedores y, aunque no creo que pensara en términos de inversión, la calidad de su pensamiento hace que sus reflexiones se puedan aplicar a situaciones distintas a aquellas para las que fueron pensadas. Decía: “Tienes que morir unas cuantas veces antes de poder vivir de verdad” y “Si estás perdiendo el alma y lo sabes, entonces tienes otra alma para perder”. Hay otra de sus frases que parece pensada para cuando la bolsa cae a plomo y estás viviendo en directo el fin del mundo: “A veces sales de la cama en la mañana y piensas que no lo podrás lograr, pero te ríes por dentro porque recuerdas todas las veces que te has sentido de esa forma”.
La inversión es una combinación de rentabilidad y riesgo. La rentabilidad hay que maximizarla y el riesgo controlarlo. Un inversor debe conseguir ambas cosas y para ello solo necesita una cosa: conocer aquello en lo que va a invertir.
Armado con el conocimiento, el inversor minimiza el miedo a la incertidumbre que siempre va asociada al futuro incierto y maximiza los resultados.
Hay que atreverse a invertir directamente y trabajar la confianza en uno mismo, solo así te puedes convertir en inversor. Todo depende de ti mismo.
Antes, citando una frase de Bukowski decía “Soy un genio pero nadie lo sabe aparte de mí”. No necesitas que nadie sepa si ganas mucho o poco, no estamos vendiendo nada y no tenemos que justificarnos ante nadie, solo necesitamos la confianza que nos da el conocimiento para entrarle de cara a la inversión.
Un inversor, simplemente invierte, gana y vive: “La mayoría de la gente va del paritorio a la tumba sin que apenas les roce el horror de la vida” decía Bukowski.
Charles Bukowski fue un escritor que publicó varios libros. Hace años leí algunos y en este post he tomado prestado el título de uno de ellos y he usado alguna de sus frases para darles la vuelta con el contrario.
Bukowski murió en 1994, escribió “La senda del perdedor”. En su tumba hay un epitafio grabado: “D’ONT TRY”.